Libro de Hebreos

Es muy grato estar junto a usted mi amiga, mi amigo. La Biblia Dice…le da la bienvenida al estudio bíblico de hoy. A partir de este día vamos a emprender el estudio de uno de los libros de más difícil interpretación, pero a la vez, uno de los libros más fascinantes de toda la Biblia. Se trata del libro de Hebreos. Antes de comenzar el análisis del texto es necesario tener cierta información básica, sin la cual será difícil tener una clara idea de lo que trata el libro. De modo que en instantes más, David Logacho nos hablará acerca del autor del libro, de la fecha cuando fue escrito, de las personas a quienes se escribió el libro y del tema general del libro.

Qué gozo es estar con usted amable oyente. Estoy seguro que Dios hablará directamente a nuestro corazón mediante el libro de Hebreos. En cuanto al autor del libro, esto ha sido objeto de debate desde que el libro comenzó a ser utilizado en la iglesia cristiana. Lo que es peor, no hay visos de que el debate terminará en algún momento en el futuro. Será cuando estemos en el cielo cuando sepamos con certeza quien escribió el gran libro de Hebreos. En el campo de las conjeturas, están los que piensan que el libro fue escrito por el apóstol Pablo, y que a propósito no reveló su nombre debido a los prejuicios que tenían los judíos en su contra. Esta posición parece que era apoyada por algunos famosos maestros bíblicos conocidos como los padres de la iglesia, tales como Dionisio y Clemente de Alejandría. Están otros que piensan que el autor del libro fue Lucas, tal vez porque el estilo de escritura de Lucas es muy parecido al estilo de escritura de Pablo. Otros dan por sentado que el autor del libro de Hebreos es Bernabé, otros piensan que el libro pudo haber sido escrito por Silas, según otros es muy probable que el libro haya sido escrito por Apolos, y aunque usted no lo crea, hay estudiosos que piensan que fueron dos autores los que escribieron el libro de Hebreos, nada más y nada menos que Priscila y Aquila. Es decir, amable oyente, no se puede ser dogmático en cuanto a asegurar fuera de toda duda la identidad del autor del libro de Hebreos. En cuanto a lo personal, yo estoy totalmente de acuerdo con algunos padres de la iglesia como Orígenes a quien se le atribuye la siguiente declaración: Pero quien escribió el libro, sólo Dios lo sabe de seguro. Haciendo contraste con este velo de misterio que rodea a la identidad del autor humano del libro de Hebreos, se yergue sin sombra de duda la identidad del autor divino del libro de Hebreos. Es el Espíritu Santo quien ha inspirado al autor humano del libro de Hebreos, quien quiera que sea este autor humano. De modo que hay duda sobre la identidad del autor humano del libro pero no hay ninguna duda sobre la identidad del autor divino del libro. Hebreos es inspirado por Dios y para los que confiamos en él, eso nos basta y nos sobra. No necesitamos rompernos la cabeza por saber quien fue el autor humano del libro. Examinemos ahora la fecha de escritura del libro. El libro tuvo que haber sido escrito antes del año 95 DC porque Clemente de Roma usó este libro en sus obras que aparecieron alrededor de esa fecha. También tuvo que haber sido escrito antes del año 70 DC porque en el libro de Hebreos se insinúa que el templo de Jerusalén todavía está en pie, y allí se hacían sacrificios y demás ritos conforme a la ley de Moisés. El templo de Jerusalén fue destruido por el General y más tarde Emperador Romano Tito Vespasiano en el año 70 DC. Además de esto, se puede notar que Timoteo había sido librado de la prisión, según Hebreos 13:22 y que la persecución en contra del cristianismo era severa. Todo esto debe hacer pensar que el libro de Hebreos debe haber sido escrito entre el año 67 y 69 DC. Consideremos ahora a quienes tenía en mente el autor cuando escribió el libro. Hebreos, como su nombre lo indica fue escrito para tres grupos distintos de judíos. El primer grupo estaba formado por judíos creyentes, quienes a causa de su fe en Jesús estaban sufriendo la afrenta de sus paisanos y también el desprecio de los gentiles incrédulos. Este sufrimiento hacía que a menudo se sientan desanimados, en duda en cuanto a su fe en Cristo y tentados fuertemente a volver al judaísmo como norma para su vida y también como religión. El segundo grupo estaba formado por judíos intelectualmente convencidos acerca de Jesús como Salvador y el Cristo. Estos judíos habían llegado al borde mismo de tomar la decisión de recibir a Jesucristo como Salvador. Sabían en su mente que necesitaban de él, pero inexplicablemente se resistían a dar el paso de fe de recibir a Jesús en su corazón como su único y suficiente Salvador. Estos judíos se parecían a muchas personas de hoy en día, quienes están intelectualmente convencidas de que Jesús murió por ellos en la cruz, pero inexplicablemente son renuentes a recibir a Jesús como su único y suficiente Salvador. El tercer grupo estaba formado por judíos totalmente incrédulos. Estos judíos estaban muy aferrados al judaísmo como religión. Tenían una religión, pero no una relación con Dios. Son estos tres grupos de judíos a quienes escribe el autor del libro de Hebreos. Es muy importante tener en mente este hecho, porque de otra manera, llegará a ser indescifrable el significado de algunos pasajes del libro de Hebreos. Al analizar el contenido del libro de Hebreos, constantemente debemos estar haciendo la pregunta: ¿A quienes está hablando esta parte? ¿Está hablando a los judíos creyentes? ¿Está hablando a los judíos intelectualmente convencidos pero que jamás han recibido a Jesús como su Salvador? ¿Está hablando a judíos incrédulos? El libro de Hebreos, por ejemplo, tiene varios pasajes de advertencia, seis en total. Si no discernimos a quienes se aplica cada uno de estos pasajes de advertencia, es posible que terminemos por condenar al infierno a un genuino creyente, algo absurdo desde todo punto de vista. Consideremos ahora el tema general del libro. Si tuviéramos que poner un título al libro de Hebreos, quizá el que más se ajustaría a la realidad de lo que comunica el contenido sería: La preeminencia de Jesucristo. A lo largo del libro de Hebreos vamos a ver a su autor mostrando que Jesucristo es superior a todo y a todos. Con este argumento, ampliamente corroborado a lo largo del todo el libro, el autor va a animar a los judíos creyentes haciéndoles ver que en Jesucristo tienen todo, y que por tanto no hace falta añorar aquellas cosas que antes tenían cuando estaban en el judaísmo. Y pensándolo bien, cuánto necesitamos nosotros revestirnos de este pensamiento, ¿verdad? No pocas veces nos entra la duda en cuanto si vale la pena seguir a Jesucristo. Miramos a nuestro alrededor el aparente éxito de los impíos y en nuestra mente se clava esa punzante duda: ¿Habré hecho lo correcto al recibir a Jesucristo como mi Salvador y al vivir conforme a su voluntad? Pues para nosotros tiene respuesta el libro de Hebreos. La respuesta es sencilla. Simplemente dice que Jesucristo es lo máximo que podríamos tener y que teniéndolo no nos falta absolutamente nada. Con razón es tan popular aquel dicho: Si tienes a Jesucristo lo tienes todo, pero si no tienes a Jesucristo, te falta todo. El tema de la preeminencia de Jesucristo se utiliza también para desafiar a los judíos convencidos pero no convertidos. El autor de Hebreos va a decir a personas así: Miren, Jesucristo es todo y sobre todos, no se queden allí hasta donde han llegado, den el paso de fe de recibir a Jesucristo como su personal Salvador. Ese único paso marca la diferencia entre la vida eterna y la muerte eterna. Igualmente aquí, hay una aplicación para nosotros hoy en día. Existe mucha gente que sabe que Jesucristo murió por ellos en la cruz, sabe que Jesucristo es su única alternativa de salvación, sabe que Jesucristo resucitó de entre los muertos para ofrecer vida eterna, pero inexplicablemente se resiste a recibir a Jesucristo como Salvador. Una cosa es saber sobre Jesucristo, otra muy distinta es recibirle como Salvador. Si usted, amigo oyente, está dentro de esta categoría de convencido pero no convertido, entonces el libro de Hebreos tiene un claro mensaje para usted. Por último, el tema de la preeminencia de Jesucristo se utiliza para invitar a los judíos incrédulos a recibir a Jesucristo como Salvador. El autor de Hebreos va a decir a personas así: Si no tienen a Jesucristo como Salvador, están rechazando a la persona de mayor autoridad y poder en todo el universo y eso les va a pesar, porque si persisten en su incredulidad, lo único que les espera es una horrenda condenación en fuego y azufre. Tal vez sea dentro de esta categoría donde se encuentren algunos de los que están escuchando esta audición. Si ese es el caso, entonces usted necesita prestar absoluta atención a estas palabras con las cuales voy a terminar el estudio bíblico de hoy. Jesucristo es supremo, es preeminente, es soberano, y el hecho que usted lo crea o no, no va a cambiar un ápice esta realidad eterna. Si usted dobla hoy su rodilla ante él y por la fe le recibe como su Salvador personal, tendrá vida eterna, pero si rehúsa hacerlo, algún día estará de todas maneras de rodillas ante él, pero será demasiado tarde, porque así de rodillas, ante su majestuosa presencia escuchará el veredicto final: Apartaos de mí, al lago que arde con fuego y azufre. No posponga su decisión. Hoy mismo reciba a Jesucristo como su Salvador personal.

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