Solución al problema de conocer la verdad pero no entregarse a esa verdad

Es muy grato para La Biblia Dice… estar junto a usted, mi amiga, mi amigo. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Hebreos, en la serie que lleva por título: La preeminencia de Jesucristo. En instantes más, David Logacho estará también con nosotros para hablarnos sobre la solución al problema de conocer la verdad pero no entregarse a esa verdad.

Cierto fabricante de productos de limpieza anunciaba así su mercadería: Para un gran problema, necesita una gran solución. Compre el detergente tal y tal. Este comercial me hace pensar en el gran problema que es conocer la verdad sobre la salvación y obstinadamente negarse a recibir a Cristo como Salvador. Este era el gran problema que tenían algunos judíos a quienes fue escrito el libro de Hebreos. Habían escuchado tanto el evangelio que debían ser ya maestros, pero por su obstinada negativa a recibir a Jesucristo como Salvador, se habían vuelto tardos para oír, o torpes para entender la supremacía del cristianismo sobre el judaísmo y como consecuencia, habiendo llegado al borde mismo de decidirse por Jesucristo, estaban vacilando y regresando al judaísmo, el cual es como la leche en comparación con el alimento sólido que es el cristianismo.

¿Cuál será la gran solución para este gran problema? Hebreos 6:1-8 nos presenta esta solución y eso será el tema de nuestro estudio bíblico de hoy. Dividiremos al pasaje bíblico en tres partes. La solución indicada, en los versículos 1 y 2, la solución impulsada en los versículos 3-6 y la solución ilustrada en los versículos 7-8. Vayamos pues a la solución indicada.

Hebreos 6:1 en su primera parte dice: “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección” Detengámonos aquí por el momento. El “por tanto” con el cual comienza este versículo, se refiere al problema de los judíos convencidos pero no convertidos, quienes habían oído tanto el evangelio que se habían vuelto tardos para oír o torpes para entender.

Por tanto ¿Qué? Dos ideas se distinguen en la solución. Dejando y Vamos adelante. Los judíos convencidos pero no convertidos tenían que dejar algo ¿Qué es lo que tenían que dejar? Pues “los rudimentos de la doctrina de Cristo” Los rudimentos de la doctrina de Cristo se refiere al Antiguo Testamento. Esto es la leche de la cual habla Hebreos 5:12. El Antiguo Testamento era el ABC del cristianismo. Todo el Antiguo Testamento tuvo como propósito único el apuntar a Jesucristo.

A través de tipos, fiestas, ritos, sacrificios, etc., se estaba prefigurando a Jesucristo. El Antiguo Testamento era la sombra, Jesucristo es la realidad que proyecta esa sombra. Los judíos convencidos y no convertidos tenían que dejar de aferrarse al Antiguo Testamento. El verbo “dejar” es interesante. Significa abandonar, o cortar por completo con algo.

Dios estaba demandando de los judíos un corte total con el judaísmo. La segunda idea de la solución es: Vamos adelante. ¿Hacia dónde? Hacia la perfección. O hacia la madurez que es lo mismo. La perfección o madurez en este caso significa el estado en el cual se encuentran los que han recibido a Jesucristo como Salvador. A través del autor de Hebreos, Dios está diciendo: Judíos, corten de raíz con el judaísmo y sigan adelante abrazando por completo el cristianismo.
Para entender mejor este asunto, permítame una ilustración. Supongamos que un joven está profundamente enamorado de una joven, y lleva siempre consigo una fotografía de ella. La fotografía es un símbolo de la joven, la joven es la sustancia, o la realidad. Cuando el joven no está con ella, saca de su billetera la foto y entre suspiros la mira con devoción. Si preguntáramos a este joven qué prefiere, contemplar la foto o tener a la joven en persona, el joven no dudaría un instante en decir: Prefiero mil veces tener a ella en persona. ¿Por qué? Porque todo el que esté en sus cabales prefiere la sustancia al símbolo. Es igual en lo espiritual. El Antiguo Testamento, o el judaísmo es el símbolo. La sustancia o la realidad es Jesucristo.

Una vez que Jesucristo vino, lo sensato es dejar a un lado el símbolo y abrazar la sustancia, o Jesucristo, ¿no le parece? Pero cuán trágico es que existen muchos que prefieren el símbolo y desechan la sustancia. Los judíos convencidos pero no convertidos estaban prefiriendo al judaísmo, la foto y desechando la realidad, o Jesucristo.

Hebreos 6: desde la segunda parte del versículo 1 y el 2 dice: “no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.” El resistirse a abandonar el judaísmo y negarse a proseguir hacia delante recibiendo a Jesucristo, es equivalente a pretender poner otra vez el fundamento de una construcción que ya tiene fundamento.

Para mostrar cuan elemental es el judaísmo, el autor de Hebreos cita seis cosas en las cuales es notorio lo elemental del Antiguo Testamento. El arrepentimiento de obras muertas. En el judaísmo se conocía que había que arrepentirse de los pecados, pero no se precisaba cómo, hasta que vino Jesucristo. En el judaísmo se conocía de la fe en Dios, pero no se sabía que para acercarse a Dios era necesario hacerlo por medio de Jesucristo. En el judaísmo se conocía la doctrina de bautismos, o tal vez mejor, de los lavamientos ceremoniales, pero no se sabía que Jesucristo nos limpia de todo pecado.

En el judaísmo se conocía de la imposición de manos, pero no se sabía que por la fe, todos podemos poner nuestras manos sobre Jesucristo para depositar sobre él nuestro pecado. En el judaísmo se conocía sobre la resurrección, pero no se sabía que Jesucristo es la resurrección y la vida. En el judaísmo se conocía sobre el juicio eterno, pero no se sabía los detalles de este juicio hasta que vino Jesucristo.

Por lo imperfecto del judaísmo, es necesario salir de él y abrazar con todo lo perfecto, esto es la salvación en Jesucristo. En los versículos 3-6 de Hebreos 6, tenemos la solución impulsada. El autor de Hebreos hace una severa advertencia para impulsar a sus lectores judíos convencidos pero no convertidos a implementar la solución a su problema.

Dice así el versículo 3 “Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite” Esto se refiere a que con la ayuda soberana de Dios debemos dar el paso de fe y recibir a Jesucristo como nuestro Salvador. ¿Qué pasa si no lo hacemos? Hebreos 6:4-6 dice: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.” Recordemos que este pasaje bíblico está dirigido principalmente a judíos convencidos pero no convertidos. No se aplica a creyentes.

Tengamos bien en cuenta esto para evitar graves confusiones. La advertencia es en el sentido de ¡Cuidado! Si ustedes han recibido la plena revelación de la verdad y obstinadamente dan sus espaldas a esa verdad, entonces es imposible ser restaurados a su estado inicial cuando por primera vez escucharon el evangelio y por tanto ya no habrá arrepentimiento para ustedes. Notemos la manera como se reveló la verdad a estas personas.

Primero fueron iluminados, esto significa que intelectualmente percibieron la verdad. Segundo, gustaron el don celestial. Esto significa que probaron a Jesucristo, el don celestial, pero jamás lo recibieron como Salvador. Tercero, fueron hechos partícipes del Espíritu Santo. Esto significa que estuvieron en medio de la acción poderosa del Espíritu Santo, o estaban asociados con el Espíritu Santo, pero jamás moró en ellos el Espíritu Santo. Cuarto, gustaron de la buena palabra de Dios. La probaron pero jamás la comieron. Quinto, gustaron de los poderes del siglo venidero.

Esto significa que vieron con sus propios ojos el poder de Dios en acción, el mismo poder que se manifestará en el reino milenial. A pesar de todo esto, ¿qué hicieron? ¿Recibieron a Jesucristo? No. ¡Recayeron! O se volvieron atrás, por tanto es imposible ser renovados para poder arrepentirse. Según ellos, Jesucristo debería ser crucificado otra vez.

Todo judío que rechaza a Jesucristo, habiendo conocido la verdad, está diciendo en el fondo: El Cristo que dicen que vino, no era tal, por tanto merece ser crucificado como lo fue. Qué triste realidad ¿verdad? Luego de ver la solución indicada y la solución impulsada, veamos la solución ilustrada. Hebreos 6:7-8 dice: “Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada.”

El autor de Hebreos sabe que a pesar de la exhortación habrá algunos que rechacen la oferta de salvación en Jesucristo. Es difícil entender que haya personas que puedan rechazar a Jesucristo, pero la triste realidad es que hay millones. Para explicar este rechazo, el autor de Hebreos toma un ejemplo de la agricultura. La tierra recibe lluvia. La tierra simboliza los corazones de los hombres. La lluvia simboliza las buenas nuevas de la gracia de Dios pala la salvación en Jesucristo.

Como resultado de la lluvia que cae sobre la tierra, cierto terreno produce hierba verde la cual es de bendición para el labrador. La palabra de Dios caerá en ciertos corazones y producirá fruto de salvación y esto será de bendición para ellos. ¡Pero! Sobre cierto terreno producirá espinas y abrojos, y por tanto será reprobada, maldita y destinada a ser consumida por el fuego. Las buenas nuevas caen sobre ciertos corazones y en lugar de producir salvación, producirá endurecimiento hacia la palabra de Dios y el destino será el infierno que arde con fuego y azufre.

¿Cómo está su corazón? Quizá desde hace tiempo ha estado recibiendo la lluvia del mensaje de salvación, pero hasta ahora está produciendo solamente abrojos y espinos. Recuerde que está próximo un final de maldición y fuego eterno en el infierno.

Si allí en lo profundo de su corazón, usted sabe que no ha recibido a Jesucristo, yo le ruego que en este momento lo haga, de modo que en su vida se vea no los espinos y abrojos sino la hierba verde de la salvación en Jesucristo.

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