Los beneficios de ser justificados o declarados justos por Dios

Es muy grato para La Biblia Dice… contar con su sintonía. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Continuando con el estudio del libro de Romanos, en la serie titulada: Romanos, la salvación por gracia por medio de la fe en Cristo, Jesús, en esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca de los beneficios de ser justificados o declarados justos por Dios.

En nuestro último estudio bíblico, Pablo comunicó una verdad de valor eterno. Hablando de Cristo Jesús, dijo que fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación. El centro de todo esto es la persona de Cristo Jesús. Su muerte pagó lo que la justicia de Dios demanda del pecador. Su resurrección es prueba irrefutable de que Dios aceptó su sacrificio como pago por el pecado del hombre. De modo que, la persona que ha depositado su fe en Cristo Jesús, ha sido justificada por Dios. Pero cuáles son los beneficios de ser justificado por Dios. Pues de esto se ocupa el pasaje bíblico que nos corresponde estudiar el día de hoy. Se encuentra en Romanos 5:1-5. El primer beneficio de ser justificado por Dios es que tenemos paz con Dios. Romanos 5:1 dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Habiendo recibido a Cristo como Salvador, el pecador ha sido justificado por Dios. Esta es una obra de Dios en respuesta a la fe del pecador. Es una obra completa que no necesita repetición. En este estado, Pablo dice: Tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Cuando Pablo habla de paz, no se está refiriendo a un estado de calma y tranquilidad interior. Se está refiriendo al estado de las relaciones entre dos partes que antes estaban en conflicto. El pecado había alterado las relaciones entre el Creador y la criatura. Se había abierto una brecha entre Dios y el hombre que el hombre no podía cerrar por su cuenta. Pero lo maravilloso de la justificación es que se ha hecho la paz con Dios por medio de la sangre que derramó Cristo Jesús en la cruz del calvario. Por eso ya no existe barrera entre Dios y el pecador justificado. Paz con Dios es el estado en el cual se encuentra para siempre el pecador justificado. Se ha arreglado el problema que causó el pecado. Mientras dos naciones estén en guerra no habrá paz, pero cuando se hace la paz cesa la guerra. Isaías 57:21 dice: “No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos” Pero Cristo ha hecho la paz, sí, él es nuestra paz, lo hemos creído y de esa manera, por la fe, tenemos paz con Dios. Note que el texto en Romanos 5:1 dice: Tenemos paz para con Dios. El verbo tener está en tiempo presente indicando que la acción se mantiene en cualquier instante del tiempo. El creyente no debe jamás buscar la paz con Dios, porque es algo que ya lo tiene desde el mismo momento que recibe a Cristo como Salvador. Lo que el creyente debe buscar es la paz de Dios, eso es otra cosa. Esto último resulta de depositar nuestros temores y ansiedades en Dios. Filipenses 4:6-7 dice lo siguiente acerca de la paz de Dios. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” De modo que el primer gran beneficio de la justificación es estar en paz con Dios. El segundo gran beneficio de la justificación es acceso a la presencia misma de Dios. Romanos 5:2 dice: “por quien tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.” Cuando Pablo habla de tener entrada por la fe a esta gracia, se está refiriendo al enorme privilegio de todo pecador justificado de entrar a la misma presencia de Dios por medio de la fe en Jesucristo. Bajo el antiguo pacto, solamente el sumo sacerdote podía entrar al lugar santísimo del templo, donde Dios se manifestaba en gloria, una sola vez al año para cumplir con el rito establecido y salir inmediatamente de allí. Pero a raíz de la muerte y resurrección de Cristo, todo pecador justificado puede entrar, por medio de la fe en Cristo a la misma presencia de Dios en cualquier momento y por cualquier circunstancia. Pablo dice que estamos firmes en esta gracia. Esto habla de la seguridad eterna que podemos gozar los que hemos sido justificados por Dios por medio de la fe en Cristo. El creyente salvo es para siempre salvo. Como si esto fuera poco, el pecador justificado por Dios se gloría en la esperanza de la gloria de Dios. Esto significa que además de un presente maravilloso, al pecador justificado le espera un futuro mucho más maravilloso una vez que salga de este mundo. Al pecador justificado por Dios le espera el cielo amable oyente. El cielo es la morada de Dios. Los creyentes moraremos allí por la eternidad. Una vez más, Pablo habla en tiempo presente de este privilegio de los creyentes de entrar a la presencia de Dios. Esto significa que a partir del momento que la persona recibe a Cristo como su Salvador, tiene acceso inmediato y para siempre al trono de la gracia de Dios. Muy bien, veamos ahora el tercer gran beneficio de ser justificado por Dios. Se encuentra en Romanos 5:3-5 donde dice: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia prueba, y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Esto es algo que tal vez no agrade a muchos, porque erróneamente se piensa que el pecador justificado por Dios pasa a vivir en un permanente estado de prosperidad espiritual, emocional y física. Usted sabe, sin problemas de salud, sin problemas económicos, sin persecuciones, sin sufrimiento, y tantas otras cosas más. Pero el pasaje bíblico leído dice algo totalmente diferente. Otro gran beneficio de la justificación es que el pecador justificado por Dios está en capacidad de gloriarse en las tribulaciones. Note que el creyente o el pecador justificado no está libre de tribulaciones. La justificación por fe permite al creyente gloriarse en las tribulaciones. ¿Qué significa esto? Pues que el pecador justificado, como producto de ser justificado por Dios adquiere una capacidad para mirar a las tribulaciones como Dios las ve. Dios no permite las tribulaciones en el creyente para lastimar al creyente o para dañar al creyente. Dios permite las tribulaciones en el creyente porque Dios tiene un buen propósito para las tribulaciones. La justificación permite al creyente justificado mirar más allá del dolor pasajero o de la incomodidad que producen las tribulaciones, para contemplar lo que Dios quiere hacer al haber enviado determinada tribulación. El creyente se gloría en la tribulación no por la tribulación misma sino por lo que la tribulación va a producir en el creyente. El producto de la tribulación es paciencia. La palabra griega que se ha traducido como “paciencia” significa literalmente una capacidad para permanecer bajo un tremendo peso sin desmayar. Esta es una cualidad de carácter que todos necesitamos en la vida. Todos admiramos a las personas que no se derrumban por más que experimenten terribles pruebas. Esta cualidad es la paciencia y esta paciencia se va formando a medida que vamos soportando las diferentes tribulaciones que la vida nos depara. Pero no todo queda allí, el producto de la paciencia es prueba. La palabra que se ha traducido como “prueba” da la idea de “entereza de carácter” Habla de un carácter a toda prueba. Cuanta falta nos hace ser personas de un carácter a toda prueba, pues eso resulta de la paciencia, lo cual a su vez resulta de enfrentar adecuadamente las tribulaciones. Pero el asunto continúa, la prueba, o la entereza de carácter, produce esperanza. La esperanza resulta de mirar lo que Dios va formando en nosotros. Si Dios ha modificado de tal manera mi carácter, eso me llena de esperanza de que Dios va a cumplir todo lo demás que ha prometido en su palabra. Esta esperanza no avergüenza. Esto significa que jamás nos defrauda. Todo es así por cuanto el amor de Dios ha sido derramado hasta rebosar en nuestros corazones mediante el Espíritu Santo que nos fue dado. El Espíritu Santo que recibimos el momento que depositamos nuestra fe en Cristo nos permite tomar conciencia del grandioso amor que Dios ha derramado en nuestros corazones. Cuando miramos los grandiosos beneficios de la justificación no podemos sino elevar a Dios una plegaria de agradecimiento por lo que ha hecho. Si usted jamás ha recibido a Cristo como su Salvador, todavía no ha sido justificado por Dios y ninguno de estos beneficios son suyos. ¿No le gustaría hoy mismo depositar su fe en Cristo Jesús y recibirlo por la fe como su Salvador? Solamente así podrá disfrutar de los grandiosos beneficios de la justificación por fe.

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