Manera como se deben usar los dones espirituales en la iglesia

Saludos cordiales amiga, amigo oyente. La Biblia Dice… le extiende la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Continuando con la serie que lleva por título: Romanos, la salvación por gracia por medio de la fe en Cristo Jesús, en esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca de la manera como se deben usar los dones espirituales en la iglesia.

En nuestro último estudio bíblico, Pablo nos mostró que así como un cuerpo tiene muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, de la misma manera nosotros, los creyentes, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y no todos los miembros tenemos la misma función. Se espera que cada miembro del cuerpo cumpla con su función de una manera adecuada para el correcto funcionamiento del cuerpo. La función que debe cumplir cada miembro del cuerpo debe ser acorde con el don o los dones que ha recibido ese creyente. Esto sirve de base para el tema que vamos a tratar el día de hoy. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Romanos capítulo 12, versículos 6-8. Antes de entrar a mirar los detalles, es necesario definir lo que es un don espiritual. La palabra “don” es la traducción de la palabra griega “xárisma” que significa una dádiva o un regalo. Se habla de don espiritual, porque ese regalo o dádiva es dado a cada creyente por medio del Espíritu Santo. El regalo tiene que ver con capacidad o habilidad para ejecutar determinada función. De modo que, un don espiritual es una capacidad sobrenatural dada por Dios a cada creyente, mediante el Espíritu Santo, para que ese creyente pueda funcionar en el cuerpo de Cristo que es la iglesia. En el pasaje bíblico que estamos analizando, encontramos una lista de varios dones espirituales, la cual, de paso, no es completa, por cuanto en otros pasajes bíblicos aparecen otros dones espirituales, como por ejemplo en 1 Corintios 12:8-10. El propósito de Pablo en Romanos no es proporcionar la lista completa de dones espirituales, sino la manera como se los debe usar, tomando como ejemplo algunos de ellos. Veamos pues, lo que nos dice Romanos 12:6-8 “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.” Como quedó establecido, cada creyente tiene al menos un don espiritual. No todos los creyentes tienen el mismo don. Pablo está ordenando que, todos los creyentes deben hacer uso del don, o los dones que han recibido. Estos dones espirituales son dados por gracia. Esto significa que ninguno de nosotros merecemos los dones que hemos recibido. Todo ha sido una obra de gracia de parte de Dios hacia el creyente. De modo que, el creyente que ha recibido el don de profecía debe usarlo conforme a la medida de la fe. El don de profecía es la capacidad de proclamar la palabra de Dios. Mientras todavía no se completaba el canon bíblico, el don de profecía incluía un aspecto predictivo, es decir la capacidad de predecir eventos del futuro, pero una vez que se completó el canon bíblico, lo cual aconteció a finales del primer siglo de nuestra era, cuando se terminó de escribir el libro de Apocalipsis, el aspecto predictivo del don de profecía dejó de existir, por cuanto todo lo que Dios quiere que el hombre sepa en cuanto al futuro ha sido revelado ya en su palabra la Biblia. De manera que hoy en día, el don de profecía se restringe a la capacidad sobrenatural de proclamar la verdad revelada de Dios en su palabra la Biblia. El don de profecía en la actualidad, entonces, no tiene nada que ver con predecir lo que va a pasar mañana o la próxima semana, o el próximo año, etc. El creyente que ha recibido el don de profecía debe usarlo conforme a la medida de la fe. Esto significa de acuerdo a la regla o a la norma de la fe. Es decir conforme a las doctrinas de la fe Cristiana, tal cual como aparecen en las Escrituras. Un creyente con el genuino don de profecía jamás proclamará algo que sea contrario a lo que dicen las Escrituras. En Romanos 12:7-8 Pablo menciona algunos dones espirituales más. En segundo lugar Pablo cita el don de servicio. También se le conoce como don de ayudas. Es una capacidad sobrenatural para satisfacer las necesidades de otros, no de forma egoísta sino con un interés sincero de ayudar. Sirve para realizar servicio práctico en la iglesia. No busca fama ni reconocimiento público. El Nuevo Testamento ordena a todos los creyentes que debemos servirnos unos a otros, pero el creyente que ha recibido el don de servicio lo hará con excelencia. El que tiene el don de servir ocúpelo en servir aconseja Pablo. Esto significa que el creyente que tiene el don de servicio no debe meterse en funciones ajenas al don que ha recibido. En tercer lugar, Pablo menciona el don de enseñanza. El don de enseñanza es la capacidad sobrenatural para instruir, explicar y presentar las verdades bíblicas en tal forma que los creyentes en la iglesia entiendan la Biblia y adquieran la verdad para su vida personal. El creyente que tiene el don de enseñanza manifestará una capacidad sobrenatural para comunicar la palabra de Dios, lo cual resultará en la divulgación de la palabra de Dios. Pablo aconseja que el creyente que ha recibido el don de enseñanza que lo ocupe en la enseñanza. Esto significa que cumpla la función para la cual ha sido capacitado y que no se meta a experimentar en otras funciones para las cuales no está capacitado. En cuarto lugar, Pablo trae a colación el don de exhortación. Este don es la capacidad sobrenatural de animar a otros a la acción en términos de la aplicación de verdades bíblicas o de animar a otros a practicar los principios bíblicos, o de consolar a otros por la aplicación de las Escrituras a sus necesidades. El creyente que tiene el don de exhortación tiene una capacidad de acercarse a una persona para ayudarla, fortalecerla en sus debilidades, para consolarla si está lastimada. El don de exhortación no tiene nada que ver con gritar desde el púlpito para obligar a los creyentes a vivir piadosamente, sino más bien con el trato amable, compasivo, hasta tierno, de modo que se produzcan los cambios necesarios. Los creyentes que tienen el don de exhortación, normalmente son consejeros. Quien tiene el don de exhortación, no debe andar inmiscuyéndose en otras funciones para las cuales no ha sido capacitado. En quinto lugar, Pablo cita el don de repartir. Este don es la capacidad sobrenatural de dar con generosidad y con motivaciones puras, para satisfacer las necesidades de otros. El creyente que ha recibido el don de repartir da de sus posesiones a la obra del Señor en forma constante y libre, con una actitud de sacrificio y con tanta alegría que los demás creyentes son animados o bendecidos. Es un don que va en contra de la tendencia humana a guardar para uno mismo. A decir verdad, todos los creyentes tenemos que dar, pero el creyente que ha recibido el don de repartir, sobresaldrá en el dar. Algo interesante es que mientras más da, el Señor le proveerá más para que dé más. Me temo mucho que el Señor no nos da en abundancia porque él sabe que vamos a malgastar lo que nos da. Si fuéramos fieles en nuestro dar, estoy seguro que el Señor nos confiaría más de sus bienes para poder dar más. En todo caso, el consejo de Pablo es que el creyente que ha recibido el don de repartir debe hacerlo con generosidad o con liberalidad, que es lo mismo. En sexto lugar tenemos el don de presidir. También se le conoce con el nombre de don de administrar. Este don tiene que ver con una capacidad sobrenatural para organizar y administrar con tanta eficacia y espiritualidad que los asuntos se llevan a cabo satisfactoriamente, con armonía y bendición evidente para todos. El creyente que ha recibido el don de presidir debe hacerlo con solicitud. Esto significa con esmero, con diligencia. Finalmente, en séptimo lugar, Pablo menciona el don de misericordia. Este don es una capacidad de sentir simpatía hacia los que están en necesidad, especialmente hacia los que no la merecen o a quienes nadie les importa. El creyente que tiene este don manifestará su simpatía hacia los necesitados en alguna forma práctica con una actitud tan alegre que animará a los que están en necesidad. Por eso Pablo recomienda que el creyente que tiene el don de misericordia use su don con alegría. En esencia entonces, amable oyente, cada creyente tiene al menos un don. Cada creyente debe usar su don. Solamente así funcionará bien el cuerpo de Cristo que es la iglesia.

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