Pobres modelos de Cristo

Saludos cordiales amigo oyente. Bienvenido al estudio bíblico de hoy. El tema de nuestros últimos estudios bíblicos ha sido la santidad. En nuestro último estudio bíblico vimos que la voluntad de Dios para sus hijos es que seamos semejantes a Cristo Jesús. El Padre está tan satisfecho con su amado Hijo, el Señor Jesucristo, que quiere llenar el cielo con personas como él. Hablando de nosotros, el apóstol Pablo dijo: Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Algún día llegaremos a ser semejantes en carácter a Cristo Jesús, pero mientras más pronto comencemos a imitar la conducta de Cristo, será mejor para nosotros, y será mejor para el cristianismo, porque si somos honestos deberíamos estar de acuerdo en que más daño han hecho al cristianismo los amigos del cristianismo que los enemigos del cristianismo y justamente este será el tema que David Logacho compartirá con nosotros en el estudio bíblico de hoy. El material presentado en esta serie es una adaptación del libro titulado Sed Santos, escrito por William McDonald.

El título de nuestra meditación el día de hoy, es: Pobres modelos de Cristo. Se supone que todo creyente es un representante de Cristo en la tierra. Por tanto, todo creyente debería constituirse en un modelo de Cristo en este mundo, un modelo que muestra al mundo lo que es Cristo. Si entendemos a cabalidad esta responsabilidad, no hay duda que llegaremos a la conclusión acertada que es una tremenda responsabilidad. Los creyentes somos miembros del cuerpo de Cristo. El cuerpo es el vehículo por el cual se expresa una persona. El cuerpo de Cristo, la iglesia, que somos Ud. y yo amigo oyente, somos el vehículo por el cual Cristo ha escogido revelarse a sí mismo al mundo. Una grave responsabilidad para todos los que afirmamos que somos creyentes. Esto obliga a que nos hagamos una pregunta personal: ¿Cómo es la imagen de Cristo que yo estoy proyectando a este mundo? Pensando en esto, un autor escribió lo siguiente: Si lo único que puede ver la gente de Jesús es aquello que ve en mí, Oh, Señor, ¿qué es lo que estoy mostrando? Pensando en lo mismo, otro autor ha dicho lo siguiente: Dios tiene apellido, se le conoce como el Dios de Abraham, o el Dios de Isaac o el Dios de Jacob y según Hebreos 11:16 Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos. ¿Cómo se sentirá Dios sabiendo que lleva mi nombre como su apellido? Charles Swindoll con su penetrante pluma escribió lo siguiente: Nos guste o no nos guste, el mundo nos mira con la misma prolijidad que una gaviota vigila un pececillo en aguas poco profundas. El creyente está bajo constante vigilancia. Y cuando hablamos de nuestro Salvador y de la vida que él ofrece, todo lo que decimos se filtra a través de lo que otros han observado en nosotros. Esta es la realidad amigo oyente. Al mirar la situación de esta manera, podemos reconocer que en muchos casos el Señor ha sido herido en la casa de sus amigos. Es triste admitir que Cristo ha sufrido grandemente a causa del mal testimonio de aquellos que profesamos ser sus discípulos. Al mirar la falta de integridad en muchos creyentes, el Señor dirá como dice la Biblia en Zacarías 13:6: Con ellas fue herido en casa de mis amigos. J. Spink dice lo siguiente: Mas daño se ha hecho al Cristianismo por sus adherentes que por sus oponentes. Hudson Taylor añadió: Las inconsistencias en la vida de los creyentes, quienes a la vez de profesar que creen en la Biblia, viven como si no existiera la Biblia, han sido los argumentos más fuertes que he tenido que enfrentar de la compañía de escépticos. No es nada difícil encontrar ejemplo tras ejemplo de esta lacerante realidad. Un propietario de una camioneta tenida adherido un stiker en el costado izquierdo de la parte de atrás de su camioneta en el cual se leía: Yo amo a Jesús. Hermosa leyenda, pero el problema era que en el costado derecho de la parte de atrás de su camioneta había adherido otro stiker donde se leía: Si alguien se atreve a tocar mi camioneta, le rompo todo lo que se llama cara. Aparentemente, el propietario de esta camioneta no se dio cuenta de la diametral diferencia de sentimientos que comunicaban estos stikers. En el mundo de los negocios, esto es pan de cada día. G. Duncan relata esta historia. Un hombre de negocios creyente, en cierta ocasión tuvo la oportunidad de predicar el evangelio por radio y una de sus secretarias escuchó la predicación. Como parte del mensaje este hombre de negocios hizo una invitación a los oyentes para que reciban a Cristo. Sus últimas palabras en el mensaje fueron: Ven a Cristo, hoy. El día siguiente, algo salió mal en la oficina de este hombre de negocios, y literalmente explotó en presencia de la secretaria que le había escuchado predicar el día anterior. Dijo de todo y para todos. Al salir de la oficina, esta secretaria comentó con una colega suya: Claro…, el domingo, vengan todos a Jesús, pero el lunes de mañana, váyanse todos al diablo. Qué triste, este hombre de negocios, destruyó en 20 segundos su testimonio que le había tomado 20 años construir. Una vez un gángster asistió a una reunión evangelística. Cuando el predicador hizo la invitación para recibir a Cristo, el gángster levantó la mano haciendo su profesión de fe. La noticia se esparció como fuego, pero este gángster seguía viviendo en el fango del pecado. Nada había cambiado en su vida. Cuando alguien le confrontó con esa farsa de que él se había convertido dijo: Nadie me dijo que si yo decía sí a Jesús, tendría que cambiar mi antigua manera de vivir, y después de todo, si existen cantantes cristianos, actores cristianos, políticos cristianos ¿por qué no puedo ser yo un gángster cristiano? Pero este fenómeno no se ve solamente en propietarios de camionetas, hombres de negocios y gángsteres. También se ve que entre los famosos predicadores de radio y televisión ronda el fantasma del enriquecimiento ilícito, me refiero a quienes ponen en juego su maquinaria para recaudar fondos para supuestamente llevar a cabo su ministerio, pero la realidad es que esos fondos terminan en casas fastuosas, viajes en aviones privados y compra de autos lujosos. Tarde o temprano, algún periodista inquisitivo mete sus narices en todo este asunto y se arma el escándalo. ¿Quién lleva la peor parte en todo esto? No el que se enriqueció ilícitamente, después de todo, el ya tiene como para vivir a cuerpo de rey. Quien lleva la peor parte el Señor Jesucristo y el cristianismo en general. Cuando algo así llega a pasar, Cristo Jesús llora, el mundo ríe y quien ríe más alto es Satanás. Pero también rodea el fantasma de la inmoralidad entre las huestes de predicadores y líderes evangélicos. Parte el corazón oír de tantos líderes religiosos, quienes estando en el pináculo de la escalinata religiosa, han sido el motivo de titulares en primera plana en los diarios de todo el mundo a causa de su mala conducta moral. Que fulano de tal se enamoró de su secretaria y se divorció de su esposa, que fulana de tal abandonó a su esposo para casarse con otro hombre. Que no sé quien recibía favores de prostitutas, etc., etc. Quien sufre con todo esto, es una vez mas la causa de Cristo. Y así por el estilo, amigo oyente, cada vez que un estudiante creyente copia en un examen, cada vez que una ama de casa creyente pelea con sus vecinos, cada vez que un ciudadano creyente deja de pagar sus impuestos, la causa de Cristo sufre y la persona de Cristo lleva la peor parte. Cada vez que un creyente manifiesta un testimonio antibíblico da ocasión a que algún enemigo de la cruz de Cristo blasfeme contra Cristo. Nuestras vidas deben manifestar a Cristo ante la faz del mundo. ¿Qué es lo que el mundo está viendo en nosotros? Cada vez que afrentamos el nombre de Cristo por nuestra falta de santidad como creyentes estamos haciendo que los incrédulos nos digan: Lo que tú eres habla tan alto que no se escucha lo que tú dices. Una vez trajeron ante Alejandro el Grande a un soldado que había desobedecido las órdenes de su superior. ¿Cómo te llamas? Demandó Alejandro. Alejandro respondió el soldado con voz trémula, porque así también él se llamaba. Rojo de la furia Alejando el Grande le dijo: ¿Conque Alejandro, no? O cambias de nombre o cambias de conducta. Así es amigo oyente. Los que nos llamamos cristianos debemos vivir conforme al nombre que llevamos. Se dice que Mahatma Ghandi dijo una vez: Si no hubiera sido por los cristianos, me hubiera hecho cristiano. ¿Cómo es la imagen de Cristo que está proyectando nuestra vida? Quiera el Señor que si somos de él no seamos pobres modelos de Cristo.

Deja una respuesta