Principios más para saber distinguir entre lo bueno y lo malo

Saludos cordiales amigo oyente. Bienvenido al estudio bíblico de hoy. Prosiguiendo con el tema de la santidad, David Logacho nos mostrará algunos principios más para saber distinguir entre lo bueno y lo malo cuando se trata de cosas que no han sido específicamente legisladas en la Biblia.

La Biblia nos advierte en contra de acciones impropias para todo verdadero creyente. Por ejemplo, esto es lo que encontramos en 1ª Corintios 6: 9-10: ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios» Según este pasaje bíblico, ningún creyente debería hacerse la pregunta: ¿Será malo fornicar? O ¿Será malo la idolatría? O ¿Será malo el adulterio? O ¿Será malo ser afeminado? O ¿Será malo el homosexualismo? O ¿Será malo robar? O ¿Será mala la avaricia? O ¿Será mala la borrachera? O ¿Será malo el injuriar, lo cual es el significado de maldiciente? O ¿Será malo estafar? Todas estas preguntas son ociosas porque la Biblia ya ha dado una respuesta sobre ello. Pero existe cantidad de cosas sobre las cuales la Biblia no se ha pronunciado específicamente, tales como ¿Será malo tomar cerveza? O ¿Será malo fumar? O ¿Será malo ir al cine? O ¿Será malo que una mujer se vista con pantalón?, Etc., etc. La lista podría ser tan extensa como queramos. ¿Qué hacer en estos casos? ¿Cómo saber si estas cosas son buenas o malas? Peor aún. Algunas de estas cosas pueden ser buenas para algunos creyentes y malas para otros creyentes. ¿Cómo saber la actitud que yo debo tener personalmente sobre cosas así? Para saberlo, hemos sugerido algunos principios bíblicos. Varios de ellos los mencionamos en nuestro estudio bíblico anterior. Ellos fueron: Primero, ¿En eso que pienso hacer, será glorificado Dios? Segundo, ¿Esto que estoy por hacer es algo mundano? Tercero, ¿Esto que estoy por hacer, lo hubiera hecho el Señor si estuviera en mi lugar? Cuarto, ¿Cómo me sentiría si en su venida, el Señor Jesús me encontraría haciendo aquello que pienso hacer? Quinto, ¿A qué naturaleza alimenta esto que estoy pensando hacer? ¿Alimenta a mi carne o a mi espíritu? Hasta aquí fue lo que vimos. Veamos ahora algunos principios más. Sexto, ¿Puedo sentir libertad de hacerlo al saber que mi cuerpo es templo del Espíritu Santo? Según la palabra de Dios, el momento que una persona es salva, ese mismo momento el Espíritu Santo llega a morar en esa persona para siempre, es decir que la tercera persona de la Trinidad mira al cuerpo del creyente como su templo, como un lugar santo para morar. Por tanto, amigo oyente, todos los creyentes deberíamos vivir con la conciencia plena que nuestro cuerpo es santo y que está habitado por una persona santa. Si tuviéramos una mejor conciencia de este hecho, evitaríamos contaminar nuestro cuerpo con impureza sexual, o borrachera o glotonería, conforme a lo que la Biblia ordena, pero también evitaríamos contaminar nuestro cuerpo con agentes productores de cáncer tales como el tabaco por ejemplo, o con agentes que alteran el normal funcionamiento del cuerpo y la mente tales como el alcohol, las drogas, etc. Séptimo, ¿Lo que estoy pensando hacer es algo propio de un hijo de Dios? Si vemos a un mendigo buscando algo de comer en un basurero, hasta cierto punto lo entendemos, pero si vemos al hijo del presidente de una nación buscando algo de comer en el mismo basurero, no lo podremos entender jamás. ¿Cómo es posible que el hijo de la persona más representativa de un país esté actuando tan indignamente? Bueno, igual es con el creyente. Él es un hijo de la persona más importante en todo el universo. Muy mal que esté haciendo algo indigno de su alta estirpe. Por tanto, el creyente no debe meterse ni en el fango del pecado ni en algo que tenga alguna especie de mal. Octavo, ¿Esto que estoy por hacer, es algo que demanda un dinero que podría ser mejor utilizado? Algunas cosas en la vida son malas, otras buenas, otras mejores, y otras excelentes. Nuestra meta en la vida debería ser buscar la excelencia en todo. El enemigo de lo excelente no es lo malo sino lo mejor. Podríamos gastar el dinero en algo que sea bueno o aún en algo mejor, pero nada se compara a gastar nuestro dinero en algo excelente. Al decir esto, la idea no es que todo lo que tenemos lo gastemos en la obra del Señor, pero ¿Cuantas veces no habremos gastado nuestro dinero en algo que sin ser pecaminoso no fue necesario y así perdimos la oportunidad de invertir ese dinero en algún aspecto de la obra del Señor, tal como la iglesia local o un ministerio radial o un ministerio de ayuda a los necesitados, etc.?. Noveno, ¿Esto que estoy por hacer demanda un tiempo que podría ser mejor invertido? Una vez más, el uso de nuestro tiempo no es asunto de un legalismo esclavizante sino de una gloriosa libertad. Todos disponemos de 24 horas al día y es nuestra responsabilidad hacer uso de este tiempo con el mejor provecho posible para Dios, la familia, la iglesia, el trabajo, el descanso, etc. La Biblia nos exhorta a redimir el tiempo o dicho en otras palabras, a aprovechar cada oportunidad que el Señor nos da. Puesto en práctica este principio, a lo mejor tengamos que dejar de lado algunos compromisos sociales, para dedicar ese tiempo a algo más importante. Quizá tengamos que trabajar menos, para dedicar más tiempo al estudio de la Biblia y a la oración. Décimo, ¿Qué efecto tendrá esto que estoy por hacer en la las vidas de los demás? Existen ciertas actividades que son moralmente neutras. El creyente tiene todo el derecho de hacerlas porque no son malas en sí mismo. Pero, ¡Cuidado! Si estas actividades moralmente neutras, son un tropiezo para otros creyentes débiles, por amor a esos creyentes débiles debemos ceder el derecho que tenemos para hacerlas. Romanos 14:15 dice: Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió» La idea es que los creyentes debemos estar dispuestos a decir no a actividades que legítimamente podríamos hacerlas, para no causar tropiezo en otros creyentes con quienes nos une un fuerte vínculo, llamado amor. Es muy conocido que el gran predicador Charles Spurgeon tenía el hábito de fumar a inicios de su carrera como pastor. Por algún tiempo defendió su hábito, pero en cierta ocasión vio un anuncio publicitario en el cual se leía: Fume la marca de tabaco que Spurgeon fuma. Esto le cayó como un golpe a la cabeza e inmediatamente abandonó el hábito de fumar. Décimo primero, ¿Tengo alguna duda sobre esto que pienso hacer? Romanos 14:23 dice: «y todo lo que no proviene de fe, es pecado» Si yo pienso que cierta actividad puede ser mala y la hago de todas maneras, entonces he pecado. La misma actividad puede ser que no sea mala para otro creyente y aquel creyente está en libertad de hacerla, pero por el hecho que mi conciencia tuvo duda, si yo la hago estaría pecando. Así que, amigo oyente, si hay duda sobre algo que está pensando hacer, aunque sea algo legítimo, no lo haga para no pecar contra Dios y contra su conciencia. Décimo segundo, ¿Esto que estoy pensando hacer, tiene alguna especie de mal? 1ª Tesalonicenses 5:22 dice: «Absteneos de toda especie de mal» La especie de mal se refiere a acciones que aunque sean legítimas pueden dar la apariencia de que son malas. Por ejemplo, un maestro de escuela dominical podría entrar a un bar donde se expende bebidas alcohólicas, no para ingerir licor sino para tomar una gaseosa. No está haciendo nada de malo, pero será difícil convencer de ello a uno de sus alumnos que coincidencialmente pasaba por allí y le vio salir de aquel bar. Décimo tercero, ¿Esto que estoy por hacer llegaría a ser un peso en mi vida que no me deje correr la carrera hacia la madurez en Cristo? Hebreos 12:1 nos exhorta a que nos despojemos de todo peso, para que corramos la carrera que tenemos por delante. Estos pesos podrían ser alguna amistad que no nos ayuda a progresar hacia la madurez espiritual, o un trabajo que demanda más de lo que podemos dar, al punto de no tener tiempo ni para ir al templo, o un pasatiempo que consume mucho de nuestro tiempo, como mirar la televisión excesivamente por ejemplo, etc. Estos pesos nos volverán lentos en nuestra carrera cristiana. Estos son los principios que podríamos seguir para determinar si algo que no ha sido legislado específicamente en la Biblia es bueno o malo. Esperamos que Ud. pueda ponerlos en práctica.

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