Los tres cuadros que ilustran la unidad de los creyentes judíos y gentiles en la iglesia

Es grato estar una vez más junto a usted para deleitarnos en la palabra de Dios. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Efesios en la serie titulada: Las Maravillas de la Gracia. En nuestro último estudio bíblico aprendimos que la muerte del Señor Jesucristo en la cruz hizo posible que judíos y gentiles puedan ser reconciliados con Dios y también puedan reconciliarse entre ellos, derribando esa pared intermedia de división que por siglos ha existido entre ellos. En el estudio bíblico de hoy, vamos a ver el producto resultante de esa reconciliación en Cristo.

Alabamos al Señor por su bendita palabra. Si tiene una Biblia, ábrala en Efesios 2:19-22. En este pasaje bíblico, apreciaremos al apóstol Pablo utilizando por repetidas ocasiones la palabra “uno” para enfatizar la acción unificadora de Cristo. De dos pueblos en discordia hizo uno, hizo un solo y nuevo hombre, uno en un cuerpo por un Espíritu. En el pasaje bíblico para nuestro estudio de hoy, Pablo presenta tres cuadros que ilustran la unidad de los creyentes judíos y gentiles en la iglesia. El primer cuadro es una nación. Efesios 2:19 en su primera parte dice: Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos,  sino conciudadanos de los santos,
Israel fue la nación escogida por Dios, pero fue justamente esta nación la que rechazó a su Redentor y sufrieron las consecuencias. El reino les fue quitado y dado a gente que produzca el fruto que Dios estaba buscando. Esta gente es la iglesia, según el apóstol Pedro, el linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido por Dios. Por este motivo, los creyentes ya no son extranjeros ni advenedizos sino conciudadanos de los santos, de los creyentes judíos, disfrutando de los privilegios y cumpliendo las responsabilidades de su ciudadanía celestial. Antes de recibir a Cristo como Salvador, el creyente gentil era extranjero, ajeno a todo, pero después de recibir a Cristo como Salvador, el creyente gentil es conciudadano, antes de recibir a Cristo como Salvador, el creyente gentil era advenedizo, esto es, alguien que moraba arrimado al grup, al lado, pero sin ser parte del grupo, pero después de recibir a Cristo como Salvador, el creyente gentil está dentro del grupo, dentro del pueblo de Dios. Es como si alguien hubiera extendido los límites de una nación para que puedan quedar dentro los que estaban arrimados, los advenedizos. Alguna vez oí acerca de una historia real que ilustra muy bien lo que estamos considerando. Ocurrió durante la segunda guerra mundial. Una patrulla de reconocimiento estaba espiando territorio enemigo. La patrulla de reconocimiento fue descubierta y en el combate, uno de los soldados de esta patrulla de reconocimiento fue alcanzado por una ráfaga de ametralladora y murió al instante. Sus compañeros no querían dejar el cadáver en el campo de batalla y decidieron llevar el cuerpo del soldado muerto al cementerio más cercano para sepultarlo. Aprovechando las sombras de la noche llegaron a un cementerio y muy pronto se dieron cuenta que este cementerio quedaba en el patio de una iglesia Católico Romana. Entraron a la iglesia y preguntaron al cura si podían sepultar el cadáver en ese cementerio. Antes de responder el cura les hizo una pregunta: ¿Era católico el difunto? A lo cual los compañeros respondieron que no. El soldado muerto era protestante. Ante esto, el cura dijo: Siento mucho, pero en este cementerio se sepulta solamente a los que en vida eran católicos. Los soldados comenzaron a rogar al cura que haga una excepción y les permita sepultar en ese cementerio a su compañero caído en combate. El cura no dio su brazo a torcer pero les permitió que caben una fosa del lado de afuera de la alambrada que cercaba el cementerio y sepulten allí el cadáver. Así lo hicieron y pusieron una señal en el sitio donde reposaban los restos mortales de su querido amigo. Poco tiempo después terminó la guerra y los amigos del soldado que cayó en combate decidieron visitar la tumba para dejar una ofrenda floral. Llegaron al cementerio, ubicaron la alambrada, pero por más que buscaron no encontraban el sitio donde habían cavado la fosa para sepultar a su amigo. Preocupados fueron a ver al cura para averiguar lo que había pasado. El cura les explicó de esta manera: Aquella noche, una vez que ustedes se fueron, yo no podía dormir porque me molestaba mi conciencia por no haberles permitido sepultar a su amigo dentro del cementerio, así que, temprano a la mañana del siguiente día, me levanté y con ayuda de algunas personas moví la alambrada un metro más afuera de donde estaba, por tanto, la tumba de su amigo ya no está fuera del cementerio sino adentro. Algo parecido hizo Dios con nosotros. Por decirlo así, movió la alambrada para incluirnos a todos los creyentes en una nación santa, en su pueblo escogido. El segundo cuadro es una familia. Efesios 2:19 continúa diciendo: y miembros de la familia de Dios,
A través de la fe en Cristo, entramos a la familia de Dios, y Dios llega a ser nuestro Padre. Esta familia se encuentra en dos lugares, según Efesios 3:15, en los cielos y en la tierra. En los cielos están los miembros de la familia que han salido de este mundo, y en la tierra estamos los miembros que todavía estamos en este mundo, pero todos somos hermanos y hermanas con un Padre común, sin importar nuestra raza, o posición social, o género, o posición económica. El tercer y último cuadro es un templo. Efesios 2:20-22 dice: edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas,  siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
Eph 2:21  en quien todo el edificio,  bien coordinado,  va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
Eph 2:22  en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
El apóstol Pablo usa una metáfora muy efectiva para hacernos conocer lo que es la iglesia. Es un templo que está edificado sobre el fundamento de los Apóstoles y Profetas, porque fueron ellos los que lo colocaron. Hechos 2:42 nos relata que la iglesia del primer siglo “perseveraba en la doctrina de los apóstoles”. Es esta doctrina, acompañada de la enseñanza de los profetas neotestamentarios que forma el fundamento del templo santo, que es la iglesia. Este fundamento tiene a su vez una piedra angular, la piedra más importante del fundamento de lo cual depende la estabilidad de la estructura. Esta piedra angular es el mismo Señor Jesucristo. Sobre el Señor Jesucristo funciona muy coordinadamente todo el edificio. Esta declaración es interesante. Se trata entonces de un edificio vivo. Así es la iglesia, es un organismo viviente, no una organización sin vida. Funciona armónicamente y lo más importante, va creciendo. Día a día se van añadiendo personas salvadas que hacen crecer a la iglesia para ser un templo santo en el Señor. Finalmente, nosotros que somos parte de este templo, también somos edificados 1 Pedro 2:5 dice: vosotros también,  como piedras vivas,  sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo,  para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
Siendo así edificados, somos morada de Dios en el Espíritu. Es por cuanto el Espíritu Santo mora en el creyente, que el creyente es edificado para ser morada de Dios. Hemos visto entonces tres cuadros que son el fruto de nuestra reconciliación con Dios por medio de la sangre de Cristo. Somos una nación, una familia y un templo. ¿Ha sido reconciliado ya con Dios amable oyente? Si no, no tarde más. Este es el mejor instante para ser reconciliado con Dios. Para ello, simplemente por la fe fundamentada en el testimonio de Dios en su palabra, reconozca que es un pecador. La Biblia lo dice en Romanos 3:23. Luego reconozca que por ser pecador y cometer pecado, es culpable ante Dios y está en peligro de recibir castigo eterno por su pecado. La Biblia lo dice en Romanos 6:23 en su primera parte. Después reconozca que Dios ama a pecador y por ese amor, Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que tome el lugar del pecador y reciba el castigo que el pecador merece. La Biblia lo dice en Romanos 5:8. Una vez que haya reconocido estas cosas, ponga los ojos de la fe en la persona de Cristo y mírelo colgado de una cruz, derramando sangre por usted y recíbalo como su único y suficiente Salvador. Cuando tome esta decisión, habrá sido reconciliado con Dios y será parte del pueblo escogido de Dios, será parte de familia de Dios y será parte de templo de Dios. Que Dios mismo le guíe a tomar esta decisión importante. Que el Señor le bendiga.

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