Los misterios del reino de los cielos

Cordiales saludos amable oyente. Soy David Araya dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Una vez que Jesús fue rechazado como el Cristo o el Mesías de Israel, comenzó a enseñar por medio de parábolas lo que él llamó los misterios del reino de los cielos. Sobre esto nos hablará David Logacho en el estudio bíblico de hoy, en la serie que lleva por título: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores, la cual es un estudio del evangelio según Mateo.

Gracias por el gran privilegio que me brinda de compartir este tiempo junto a usted. Hemos llegado a un punto crítico en el Evangelio según Mateo. Al rechazar a Jesús como el Cristo, el Mesías de Israel, o el Rey de Israel, los judíos también rechazaron el reino de los cielos que Jesús anunciaba. A partir de este momento, mediante una serie de parábolas, el Señor Jesucristo nos proporciona una vista anticipada de como será el reino de los cielos entre el momento que Jesús, el Rey de los judíos, fue rechazado, y el momento cuando Jesús se manifieste nuevamente como Rey de reyes y Señor de señores, en su segunda venida. Esto significa que las parábolas de capítulo 13 de Mateo nos brindan básicamente las características espirituales de la iglesia de Cristo, por cuanto la iglesia de Cristo nació el día de Pentecostés, después de la muerte, resurrección y ascensión de Jesús, y permanecerá en la tierra hasta que Jesús descienda a las nubes para arrebatar a su iglesia, en lo que se llama el Rapto o Arrebatamiento. Con esta introducción, vamos al capítulo 13 de Mateo. Lo que primero notaremos es la introducción de las parábolas. Permítame leer el texto en Mateo 13, desde el versículo 1 hasta la primera parte del versículo 3. La Biblia dice: Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó unto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo:
Detengámonos aquí en la lectura. Según el texto en aquel día Jesús salió de la casa. Se refiere a la casa en la cual Jesús había curado totalmente a un hombre endemoniado quien estaba ciego y mudo. Una vez fuera, Jesús se dirigió al Mar de Galilea. Si la casa simbolizara a Israel y el mar a los gentiles, diríamos que Jesús estaría dejando atrás temporalmente a Israel, porque fue rechazado, y se estaría yendo a los gentiles para anunciarles las buenas nuevas de salvación. Mateo hace notar que se le juntó mucha gente. Como es típico en Jesús, aprovechó la oportunidad para enseñar cosas de valor eterno. Como hábil maestro, Jesús buscó la manera más efectiva de ser escuchado por la multitud. En ese momento y en esas circunstancias, la manera más efectiva de ser oído por todos era desde una barca, de modo que Jesús entró en una barca se sentó en ella y comenzó a enseñar a la gente que estaba en la playa. Mateo dice que Jesús les habló muchas cosas por parábolas. Una parábola es una figura de lenguaje en la que se ilustra una verdad moral o espiritual por medio de una analogía tomada de experiencias de todos los días. Las parábolas de Mateo 13 presentan verdades relativas al reino de los cielos hoy en día. A estas verdades del reino de los cielos hoy en día, se las llama misterios, porque no fueron reveladas en el Antiguo Testamento, sino que fueron reveladas por Jesús solamente a los que estaban íntimamente relacionados con él. Hecha esta introducción a las parábolas, consideremos la primera. Se encuentra en Mateo 13:3-9. La Biblia dice: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.
La multitud que oía a Jesús estaba muy bien familiarizada con la agricultura. Todos sabían lo que es un sembrador, lo que es la semilla, la manera como se siembra, los diferentes tipos de terreno, los obstáculos para la germinación de la semilla, las plantas que brotan de las semillas y ciertamente sabían acerca de la cosecha. Pues Jesús echa mano de todo este conocimiento para pronunciar su parábola. El sembrador arroja su semilla y parte de ella cae en el camino. Por ser el suelo duro, la semilla queda expuesta y vienen las aves y la comen. Otra parte de la semilla cae en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra. La semilla quedó apenas debajo de una fina capa de tierra. Esa es la razón para que brote pronto, pero tan pronto salió un fuerte sol, la planta se quemó y por el hecho que sus raíces no estaban bien profundas en la tierra, la planta se secó. Otra parte de la semilla cayó en un terreno infestado de maleza, entre espinos dice el texto, pero la maleza creció más pronto que la planta que brotó de la semilla, y la ahogó. Pero otra parte de la semilla cayó en buena tierra, en su tiempo brotó la planta, creció fuerte y sana, y al momento de la cosecha dio fruto, cual a ciento, cual a sesenta, y cual a treinta por uno. Jesús termina la parábola con esa expresión tan intrigante: El que tiene oídos para oír, oiga. Esta es una frase muy enérgica que significa: Ponga atención a lo que oye. No deje pasar por alto el significado de lo que está oyendo. De manera que, amable oyente, esta es la parábola. Tan pronto Jesús terminó de pronunciarla, se acercaron los discípulos para preguntar a Jesús la razón que tenía para hablar a la gente por medio de parábolas. Note lo que tenemos en Mateo 13:10. La Biblia dice: Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
La pregunta de los discípulos era muy válida, porque hasta ese momento de crisis, Jesús había enseñado franca y abiertamente sin echar mano a las parábolas. Veamos pues la respuesta que proporcionó Jesús. Contiene dos partes. La primera parte aparece en Mateo 13:11-13. La Biblia dice: Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
Cuando Jesús habla de vosotros, se refiere a sus discípulos, y cuando habla de ellos, se refiere a la multitud incrédula que acaba de rechazarle como Rey de Israel. Lo que Jesús está diciendo es que a sus discípulos, se les ha dado el privilegio de saber lo que Jesús llamó los misterios del reino de los cielos, pero a los incrédulos, quienes rechazaron al rey, no se les ha dado el privilegio de saber los misterios del reino de los cielos. Pero ¿Qué significa los misterios del reino de los cielos? Pues la palabra misterio en el sentido bíblico, no significa algo que no se puede comprender, sino una verdad que ha estado escondida en la mente de Dios y que en algún momento es revelada, por uno de sus mensajeros, en este caso, por Jesús. Pues a raíz de que Jesús, el Rey de los judíos y su reino, el reino de los cielos, fueron rechazados por la nación de Israel, el reino de los cielos entró a una fase intermedia, cuyas características fueron reveladas y anunciadas por Jesús por medio de las parábolas. De esta manera, solamente los discípulos pueden saber los misterios del reino de los cielos, mientras que los incrédulos no. Explicando esto, Jesús dijo que a cualquiera que tiene algo de interés en las cosas espirituales, Dios le dará más conocimiento de las cosas espirituales, mientras que a cualquiera que no tiene nada de interés en las cosas espirituales, aún el poco conocimiento de las cosas espirituales que tenga le será quitado. Cuando alguien voluntariamente decide ignorar la verdad, Dios hace una entrega judicial para que no pueda de ninguna manera conocer la verdad. Esto es lo que pasó con la gente que rechazó a Jesús como el Cristo, o el Mesías o el Rey de Israel. Por eso Jesús les habló por parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen, ni entienden. La segunda parte para que Jesús enseñe por parábolas es para que se cumpla una profecía del Antiguo Testamento. Note lo que tenemos en Mateo 13: 14-17. La Biblia dice: De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:
De oído oiréis, y no entenderéis;
Y viendo veréis, y no percibiréis.
Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,
Y con los oídos oyen pesadamente,
Y han cerrado sus ojos;
Para que no vean con los ojos,
Y oigan con los oídos,
Y con el corazón entiendan,
Y se conviertan,
Y yo los sane.
Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.
Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
Los que oían lo que Jesús decía y no entendían nada de lo que Jesús estaba diciendo, estaban cumpliendo con lo que el profeta Isaías anunció de antemano en Isaías 6:9-10. El corazón de Israel se había engrosado. Esto significa que sus facultades para comprender las cosas espirituales habían sido anuladas. Por eso es que sus oídos se volvieron sordos a la voz de Dios. Los israelitas voluntariamente decidieron cerrar los ojos a la verdad de que Jesús es el Cristo, el Mesías de Israel y fueron entregados judicialmente por Dios a un estado espiritual en el cual no podían ver la verdad, ni oír la verdad, ni entender la verdad y en consecuencia, estaban impedidos de convertirse de su mal camino y ser restaurados a una relación espiritual con Dios. En cambio los discípulos de Jesús, son bienaventurados, o dichosos, porque veían y oían con claridad. Esto significa que ellos podían entender con absoluta claridad que Jesús realmente es el Cristo, el Mesías de Israel, el Rey de Israel. Esto es algo que muchos profetas y justos desearon experimentar, pero no pudieron. Qué privilegio tan grande el de los discípulos de Jesús. Pero el privilegio también es de cualquier creyente hoy en día, porque reconocemos que Jesús es el Cristo, el Mesías de Israel, el Rey de Israel, y además nuestro Salvador. ¿Tiene usted este privilegio? Si jamás ha recibido a Jesucristo como su Salvador, usted todavía no tiene este privilegio. Si es así, este mismo instante reciba a Jesucristo como su personal Salvador y será también uno de los privilegiados que pueden entender todo lo que está encerrado en la maravillosa persona de Jesús.

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