Bendiciones en disfraz

Es un placer para nosotros contar con su sintonía, mi amiga, mi amigo. La Biblia Dice les da la bienvenida a un nuevo estudio bíblico en el Libro de Nehemías. En nuestro ultimo estudio bíblico, vimos cuan Importante es practicar el principio de primero orar y después actuar. Nehemías lo aplicó a su vida y Dios le premió de una manera maravillosa. En el estudio bíblico de hoy, David Logacho nos mostrará que Nehemías añadió otro elemento importante a su tan efectiva manera de hacer las cosas.

Si tiene una Biblia a la mano, le ruego que la abra en el libro de Nehemías. Como antecedente, en los estudios bíblicos pasados, vimos que estando en Susa, la capital del Imperio Persa en ese tiempo, Nehemías, quien se desempeñaba como copero del rey, se enteró de la triste realidad en la cual vivían sus paisanos los judíos en Jerusalén. Susa, quedaba a unos 130O Km. de Jerusalén, pero esta distancia no fue impedimento para que el corazón de Nehemías estuviera junto al pueblo escogido de Dios y a la amada ciudad de Jerusalén. Tan pronto como supo de esta situación, Nehemías oró al Señor, confesando su pecado y pidiendo que Dios le conceda buen éxito el momento que pida permiso al rey para Ir a reedificar los muros de Jerusalén. Dios obró soberanamente en el corazón del rey Artajerjes y cuando Nehemías hizo su pedido, el rey no sólo le concedió el permiso, sino que le proveyó de cartas de salvoconducto para atravesar por zonas hostiles, madera para restaurar el palacio y los muros y como si esto fuera poco, le dio una escolta de soldados a caballo para protegerlo en el viaje. Todo esto, sin lugar a dudas fue una gran bendición para Nehemías, pero también surgieron algunas pruebas o como las llamamos, bendiciones en disfraz. Aun antes que Nehemías llegue a Jerusalén, ya se escucharon los reclamos airados de Sanbalat y Tobías, quienes se oponían a que venga alguno a procurar el bien de los hijos de Israel. Esta prueba no impidió que Nehemías continúe con el viaje a Jerusalén, porque él sabia que las pruebas son en realidad muestras de amor de Dios para con los suyos, ya que según Romanos 8:28 todas las cosas ayudan a bien a los que a Dios amamos. Permítame detenerme aquí para hacer una aplicación muy oportuna. Siempre que hagamos la obra de Dios, ya sea por medio de una Iglesia local o por medio de un ministerio cristiano, o simplemente si estamos edificando nuestras propias vidas, encontraremos personas que no estén de acuerdo en que nos superemos espiritualmente. Estas personas harán todo lo que esté a su alcance para estorben la obra del Señor. ¿Qué vamos a hacer ante esta situación? Hay básicamente dos alternativas: Detenernos o seguir. Nehemías optó por seguir adelante a pesar de la oposición y eso es también lo que nosotros, debemos hacer. Lo que buscan los enemigos de la obra de Dios es que la obra se detenga. Si nos detenemos, lo único que estamos haciendo es dar lugar a que el enemigo gane una victoria. Sigamos adelante a pesar de cualquier oposición que encontremos. Nehemías, pues, continuó su viaje hacia Jerusalén, no sabemos cuanto tardó pero eventualmente llegó a Jerusalén. Quizá uno esperarla que tan pronto llegue iba a dar órdenes para comenzar los trabajos, pero recordemos que siempre antes de la acción debe estar la oración. Nehemías 2:11 dice: «Llegué, pues, a Jerusalén, y después de estar allí tres días,» Aquí vemos la PREPARACIÓN que todo líder necesita. Una vez que Nehemías arribó a Jerusalén, se tomó tres días no sólo para descansar sino muy probablemente para hablar con su Padre celestial acerca de los pasos que se debían dar para cumplir con el objetivo del viaje. Esto si que es notable. Nehemías no comenzó los trabajos atropelladamente, primero enfrió la cabeza, y habló con el dueño de la obra. Después de todo, la obra era del Señor, Nehemías era sólo un instrumento en sus manos. ¡Oh cuánto necesitamos aprender este principio! Cuántos de nosotros nos encontramos tan ocupados en hacer cosas para Dios que descuidamos por completo nuestra comunión personal con Dios por medio de la oración. Con razón que mucho de lo que hacemos se disipa como el agua entre los dedos y no deja absolutamente ningún fruto de bendición para el Señor. Especialmente nosotros los pastores o lideres de ministerios, de pronto nos encontramos absorbidos en nuestras propias tareas, ya en la preparación de mensajes, ya en la visitación, ya en la consejería, ya en el evangelismo, etc. y nos descuidamos de cultivar nuestro corazón en la comunión intima con el Señor. Un gran hombre de Dios aconsejaba a los jóvenes, pastores con estas palabras: Cuida tu corazón, cuida de no ocuparte tanto en la obra del Señor al punto de olvidar de ocuparte en el Señor de la obra. Nehemías manifiesta un perfecto equilibrio. Primero se ocupó con el Señor de la obra y después se ocupó con la obra del Señor. Después de haber estado en la presencia del Señor, Nehemías sabía lo que debía hacer. Luego de la preparación viene la OBSERVACIÓN. Nehemías 2:12-16 dice: «me levanté de noche, yo y unos pocos varones conmigo, y no declaré a hombre alguno lo que Dios había puesto en mi corazón que hiciese en Jerusalén; ni había cabalgadura conmigo, excepto la única en que yo cabalgaba. Y salí de noche por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y a la puerta del Muladar; y observé los muros de Jerusalén que estaban derribados, y sus puertas que estaban consumidas por el fuego. Pasé luego a la puerta de la fuente, y al estanque del Rey; pero no había lugar por donde pasase la cabalgadura en que iba. Y subí de noche por el torrente y observé el muro, y di la vuelta y entré por la puerta del Valle, y me volví. Y no sabían los oficiales a dónde yo había ido, ni qué había hecho; ni hasta entonces lo había declarado yo a los judíos y sacerdotes, ni a los nobles y oficiales, ni a los demás que hacían la obra» Por dos ocasiones, este pasaje declara lo que estaba haciendo Nehemías. Versículo 13 dice: Y observé los muros de Jerusalén. Versículo 1.5 dice: Y observé el muro. Nehemías estaba haciendo algo muy importante, pero a la vez tan dejado de lado por muchos de nosotros. La observación. Por naturaleza somos, poco observadores. No han sido pocas las veces cuando al llegar a mi casa después del trabajo, he pasado por alto arreglos especiales que ha hecho mi esposa en casa durante el día, En casos así lo máximo que uno se gana, es una fugaz desavenencia familiar, pero hay otras ocasiones cuando la falta de observación, puede resultar en fracasos verdaderamente lamentables. Uno de los principios más elementales de una buena administración es justamente una buena observación. Siendo Nehemías un líder ejemplar, no es extraño entonces que diera atención especial a la observación. El trabajo de observación comenzó en la noche. ¿Por qué en la noche? Y además ¿por qué involucró solo a unos pocos varones? ¿Por qué solamente él cabalgaba? Todo parece indicar que Nehemías no quería hacer de su trabajo de observación un espectáculo público. Hay un dicho popular: Cuando hay muchos bomberos, entre ellos se pisan las mangueras. Nehemías no quería aspavientos. Era suficiente que él y algunos de confianza se dediquen a esta tarea. Nehemías inició su observación en la puerta del Valle y luego de recorrer a través de las ruinas, retornó al mismo lugar. Como fruto de su observación, se dio cuenta que lo que más se necesitaba era restaurar el muro que habla sido derribado y reemplazar las puertas que hablan sido consumidas por el fuego. Fue aquí cuando en su mente se inició el proyecto. La observación no solo le ayudó a determinar la necesidad más importante, sino que también le dio un cuadro completo de la situación que tenía entre manos. Con estos datos pudo planificar concienzudamente la táctica para la consumación de la obra. Habíamos dicho que Nehemías primero oraba y después actuaba, pero también hemos visto que antes de actuar planificaba con precisión lo que iba a hacer y el primer paso de esta planificación es la observación. En Administración se dice que una hora invertida en planificación ahorra di as en la ejecución. Nelaton, el gran cirujano francés, alguna vez dijo que si sólo tuviese 4 minutos para realizar una operación y salvar una vida, tomaría un minuto para planificar la mejor forma de hacerlo. Que Dios nos ayude a invertir tiempo en oración como Nehemías y una vez que hayamos orado que dediquemos tiempo a la planificación, dando un lugar primordial a la observación.

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