La misericordia de Dios

Saludos amiga, amigo oyente. La Biblia Dice le da la más cordial bienvenida a un nuevo estudio bíblico en el Libro de Nehemías. En instantes más estará junto a nosotros David Logacho para hablarnos acerca de la misericordia de Dios.

Para hacer algo de memoria, recordemos que Nehemías salió de Susa con el propósito de reedificar los muros caídos de Jerusalén. En un tiempo record, esos muros fueron reedificados, pero la obra de Nehemías no concluyó allí. Nehemías empezó entonces a hacer una obra de reconstrucción espiritual en el pueblo. El levantar muros, espirituales ha sido descrito como un avivamiento espiritual. Nehemías y el pueblo experimentaron un renovado celo por obedecer la Palabra de Dios y vivir una vida santa. Dentro de este proceso, fue necesaria una confesión de pecados y el pueblo no tuvo problemas para confesar su iniquidad al Señor. Llegó entonces el momento para que como nación Israel confiese su pecado. Los levitas, fueron los encargados de confesar el pecado de la nación. En su confesión encontramos tres partes. La adoración, la alabanza y la aceptación de la culpa. En la adoración los levitas exaltaron la persona de Dios, reconocieron la grandeza de sus atributos. Cuando adoramos a Dios nuestro enfoque esta en la persona de Dios. En la alabanza, los levitas reconocieron la obra de Dios, le dieron todo el crédito por lo que él ha hecho. Igualmente nosotros, cuando alabamos a Dios damos gloria a su nombre por lo que él ha hecho, una de las obras poderosas de Dios hacia el pueblo de Israel fue su fidelidad. En la alabanza se reconoció esta fidelidad como una obra de Dios. En el pasaje Bíblico de hoy, continúa la alabanza, ya no por la fidelidad de Dios sino por su misericordia. Dios es un Dios misericordioso de no ser así todos habríamos sido ya consumidos tiempo atrás. La misericordia de Dios fue puesta a prueba muchas veces por el pueblo de Israel, pero al igual que nosotros ellos tampoco fueron exterminados y por ello, los levitas están alabando a Dios. Veamos pues como fue probada la misericordia de Dios. Le invito a abrir su Biblia en el Libro de Nehemías capítulo 9 versículos 22 a 31. En este pasaje, vamos a ver un ciclo que se repite varias veces. Primero la misericordia de Dios desplegada. Segundo, la misericordia de Dios desafiada y tercero la misericordia de Dios demostrada. Consideremos entonces en primer lugar, la misericordia de Dios demostrada. Nehemías 9:22-25 dice: «Y les diste reinos y pueblos, y los repartiste por distritos; y poseyeron la tierra de Sehón, la tierra del rey de Hesbón, y la tierra de Og rey de Basan. Multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo, y los llevaste a la tierra de la cual habías dicho a sus padres que habían de entrar a poseerla. Y los hijos vinieron y poseyeron la tierra, y humillaste delante de ellos a los moradores del país, a los cananeos los cuales entregaste en su mano, y a sus reyes, y a los pueblos de la tierra, para que hiciesen de ellos como quisieran. Y tomaron ciudades fortificadas y tierra fértil, y heredaron casas llenas de todo bien, cisternas hechas, viñas y olivares, y muchos árboles frutales; comieron, se saciaron y se deleitaron en tu gran bondad» Qué misericordia la del Señor. El pueblo de Israel no merecía nada de esto, lo que merecían era castigo por su corazón endurecido demostrado por los que dudaron del Señor en el desierto. Pero en su misericordia Dios les da algo totalmente opuesto a lo que ellos merecían por su pecado. Así es Dios mi querido amigo. Él no nos paga conforme a nuestra maldad. Nos da cosas mucho más allá de lo que merecemos. Él es misericordioso para con nosotros, nos colma de bienes, llega con sus bendiciones más allá de lo que podríamos imaginar. Después de la misericordia desplegada tenemos la misericordia desafiada. Nehemías 9:26 dice: «Pero te provocaron a ira, y se rebelaron contra ti, y echaron tu ley tras sus espaldas, y mataron a tus profetas que protestaban contra ellos para convertirlos a ti, e hicieron grandes abominaciones» Qué insensatez, el hombre es el único ser en el universo que puede pisotear así la misericordia de Dios. En lugar de alabar a Dios por ser tan bueno con ellos, en lugar de estar agradecidos a él y servirle con todo el corazón, aun viendo la canasta llena de bendiciones, dice el texto que dieron sus espaldas a Dios y se rebelaron contra él. Dios en su misericordia les envió profetas, pero ellos en su pecado los despreciaron y terminaron matándolos. Quizá Ud. que me está escuchando, estará pensando, qué malagradecidos estos judíos, como pudieron actuar de esta manera tan vil. Pero cuidado, no seamos prontos a señalar con el dedo a los judíos y juzgarles por este comportamiento. ¿Cuando Ud. tiene la canasta llena de bendiciones se acuerda de Dios? ¿Mientras más tiene está más dispuesto a servirle? Probablemente no. Porque desgraciadamente, cuando todo va bien, la tendencia es a olvidar de Dios y rebelarnos contra él al no darle el lugar que debe tener en nuestras vidas. Hace algún tiempo atrás estaba hablando de Cristo a una persona. Trataba de mostrarle que, según la Biblia esta persona era un pecador necesitado de la salvación en Cristo. Esta persona me miró a la cara, y me dijo: Mira, tengo un buen trabajo, un buen sueldo, una hermosa familia, una casa preciosa, no me preocupo de nada, ¿para qué necesito a Dios? Ojalá nosotros no seamos como los judíos que a pesar de ver la misericordia de Dios desafiaron a Dios dándole sus espaldas. Después de ver la misericordia de Dios desplegada y la misericordia de Dios desafiada, veamos la misericordia de Dios demostrada. Nehemías 9:27 dice: «Entonces los entregaste en mano de sus enemigos, los cuales, los afligieron. Pero en el tiempo de su tribulación clamaron a ti, y tú desde los cielos los oíste; y según tu gran misericordia los enviaste libertadores para que los salvasen de mano de sus enemigos» Dar la espalda a Dios no es un asunto liviano amigo oyente. Las consecuencias pueden ser muy, pero muy dolorosas. Eso fue exactamente lo que sucedió con el pueblo de Israel. Dios los entregó en manos de sus enemigos quienes les afligieron en gran manera. En su aflicción clamaron a Dios y Dios los escuchó y les envió libertadores. Qué misericordia tan infinita la de Dios. Quedó demostrada cuando estuvo dispuesto a liberar a su pueblo de la aflicción que causó su pecado. Cuan semejante es la experiencia de Israel a nuestra propia experiencia. Nosotros también, cuando todo va bien ni siquiera nos acordamos de Dios, pero tan pronto somos afligidos por una situación adversa, corremos a caer de rodillas delante de Dios pidiendo clemencia y misericordia. Dios en su misericordia nos da otra oportunidad así como lo hizo con el pueblo de Israel. Bueno, en este punto uno podría pensar que Israel hubiera aprendido su lección de no desafiar la misericordia de Dios, pero no fue así. Otra vez se repetía el ciclo de la misericordia de Dios desplegada, la misericordia de Dios desafiada y la misericordia de Dios demostrada. Nehemías 9:28 dice: «Pero una vez que tenían paz, volvían a hacer lo malo delante de ti, por lo cual los abandonaste en mano de sus enemigos que los dominaron; pero volvían y clamaba otra vez a ti, y tú desde los cielos los oías y según tus misericordias muchas veces los libraste» No fue una sola vez que se repitió el ciclo, fueron varias veces. Así es de duro el corazón humano. No se cansa de poner a prueba la misericordia de Dios. Nehemías 9:29-31 nos habla de esto. Dice así: «Les amonestaste a que se volviesen a tu ley; más ellos se llenaron de soberbia, y no oyeron tus mandamientos, sino que pecaron contra tus juicios, los cuales si el hombre hiciere, en ellos vivirá; se rebelaron, endurecieron su cerviz, y no escucharon. Les soportaste por muchos años, y les testificaste con tu Espíritu por medio de tus profetas, pero no escucharon; por lo cual los entregaste en mano de los pueblos de la tierra. Mas por tus muchas misericordias no los consumiste, ni los desamparaste; porque eres Dios clemente y misericordioso» Que gran Dios que tenemos, Salmo 117 dice: «Alabad a Jehová naciones todas; pueblos todos alabadle. Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia, y la fidelidad de Jehová es para siempre. Aleluya.» En su misericordia Dios no nos ha dado el pago que merecemos por ser pecadores y en su gracia ha provisto una salida para no ser castigados. La salida es Jesucristo, porque él murió por nuestros pecados. Si Ud. no lo ha aceptado todavía como Salvador, yo le invito a que no desprecie la misericordia y la gracia de Dios manifestada en Jesucristo. El rechazo de Cristo como su Salvador puede significar la muerte eterna de su alma.

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