Actitud que debemos tener hacia el dinero y las posesiones

Saludos cordiales amable oyente. Me da mucho gozo saber que usted me está escuchando. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. La Biblia dice que Dios busca adoradores. Una de las formas de adorar a Dios es por medio del dinero y los bienes materiales que Él mismo nos ha confiado para que lo administremos. Por eso encontramos pasajes bíblicos como aquel que dice: Honra a Jehová con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos. La Biblia habla mucho en cuanto a como cumplir con este mandato y esto ha sido el tema de nuestros últimos estudios bíblicos en esta serie. En esta ocasión vamos a tratar el asunto de la actitud que debemos tener hacia el dinero y las posesiones, a la luz de que nuestra estancia en este mundo es pasajera.

La vida es pasajera, amable oyente. Santiago hace la pregunta: ¿Qué es vuestra vida? La respuesta la da él mismo cuando dice: Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. ¿Verdad que tiene sentido? Cuan efímera es la vida. Hoy estamos en este mundo, pero puede ser que mañana no. Reflexionando sobre la vida, Job dice lo siguiente en Job 7:6-7 Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor,
Y fenecieron sin esperanza.
Job 7:7 Acuérdate que mi vida es un soplo,
Y que mis ojos no volverán a ver el bien.
Así es la vida amable oyente. Un soplo. Nadie tiene la vida comprada. Cualquier momento podemos salir de este mundo. Todo esto lo sabemos muy bien, pero lo curioso es que actuamos como si no lo supiéramos. Actuamos como si fuéramos a vivir eternamente en este mundo. Por eso nos desesperamos por ganar lo más que podamos para adquirir lo más que podamos. No nos damos cuenta que a lo mejor a nosotros también se nos podría decir las palabras que se dijeron a un hombre rico y que aparecen en Lucas 12:20 Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?
La vida, amable oyente, es frágil y la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. Algún día, si el Señor retarda su venida, tendremos que salir de este mundo y nos iremos de la misma manera que llegamos, es decir, con las manos vacías. Dicen que poco antes de morir, Alejandro Magno suplicó a sus allegados que cuando envuelvan con vendas su cuerpo muerto, dejen sus manos descubiertas. Intrigados por este pedido, sus allegados le preguntaron ¿Por qué? La respuesta del insigne conquistador fue: Quiero que todos vean que estas manos que sostuvieron el cetro del poder mundial ahora están vacías. Estas manos que empuñaron la espada para conquistar el mundo ahora están vacías. Estas manos que se llenaron de la riqueza del mundo ahora están vacías. Estas manos que se saciaron del placer del mundo ahora están vacías. Esa es la realidad amable oyente. Job lo dijo muy claro: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Ante esta realidad, se hace necesario adoptar actitudes bíblicas sobre el dinero y los bienes materiales, amable oyente. Lo más importante que me gustaría compartir tiene que ver con adoptar una actitud de contentamiento. El Dr. Woodrow Kroll, en su libro sobre mayordomía del dinero, dice lo siguiente: Es de vital importancia que al acercarse el final de nuestra vida no nos enfrasquemos en una loca carrera por adquirir la mayor cantidad de cosas que podamos. ¿No es extraño ver que la gente gasta lo que no tiene para comprar lo que no necesita para impresionar a gente que no conoce? Esa es la cruda realidad. Nuestra naturaleza pecaminosa, cuando no está sometida al control del Espíritu Santo nos vuelve inseguros al ver que los años se nos vienen encima y consecuentemente nos entra una manía de adquirir todo lo que se nos antoje, no importa si para ello tenemos que endeudarnos más allá de la misma muerte, al dejar nuestras deudas para que la paguen nuestros hijos. La Biblia viene en auxilio para poner las cosas en orden. 1 Timoteo 6:6-11 dice: Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento;
1Ti 6:7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
1Ti 6:8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.
1Ti 6:9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;
1Ti 6:10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
1Ti 6:11 Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.
A los ojos del mundo, la gran ganancia en la vida es la acumulación de poder, dinero, bienes materiales, fama, placer. Pero Dios tiene otra forma de medir las cosas. Para Dios, la gran ganancia en la vida es la piedad acompañada de contentamiento. La piedad nos habla de un carácter semejante al de Cristo, o de una vida que manifiesta el fruto del Espíritu Santo, del cual nos habla Gálatas 5:22-23. El contentamiento es una satisfacción interior porque tanto las cosas de esta vida como las cosas del más allá están en su lugar. El contentamiento viene de saber que los tesoros no se están haciendo en la tierra sino en el cielo donde ni la polilla ni el orín corrompen. Allá es donde los tesoros permanecen para siempre, porque los tesoros de la tierra no importa si se trata de poder o fama o dinero o posesiones no se pueden sacar de este mundo. Estas cosas tienen valor temporal. Nada de estas cosas hemos traído a este mundo y nada de estas cosas podremos sacar de este mundo. Por tanto, dice Pablo, conténtese con tener sustento y abrigo. El contentamiento es sentirse satisfecho con lo más básico que se necesita para vivir. A veces decimos algo como esto: Ah… si tuviera una casa que valga unos cuantos cientos de miles de dólares, unos tres autos último modelo, un equipo de sonido y video en cada habitación de la casa, todos los electrodomésticos que se hayan inventado, un yate, una casa de campo, una cuenta corriente con diez dígitos de saldo promedio, una cuantas acciones en la bolsa de Nueva York, que feliz que sería. Cuán contento estaría. Pero no hay tal amable oyente. La palabra de Dios dice que si tenemos sustento y abrigo, debemos estar contentos con esto. Todo lo demás no nos va a hacer más contentos, todo lo contrario, es muy posible que nos haga perder el poco contentamiento que hoy tenemos. Nuestro Padre celestial sabe que necesitamos sustento y abrigo y está pronto a proveernos. Eso es lo que enseña Mateo 6:33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Las todas estas cosas, de las cuales nos habla este texto, se refiere justamente al sustento y abrigo. La provisión de estas cosas para el creyente que busca el reino de Dios y su justicia es asunto de Dios, no asunto del creyente. La palabra que se ha traducido como abrigo, significa literalmente algo para cubrirse y por tanto denota un lugar para vivir y ropa para vestir. En resumen entonces, la palabra de Dios nos dice que deberíamos estar contentos con alimento, vestido y vivienda. El momento que dejemos de pensar así y nos embarquemos en el tren del compre todo lo que pueda y pague como pueda, corremos el riesgo de caer en tentación y lazo. En otras palabras, corremos el riesgo de quedar prisioneros de nuestros deseos que eventualmente nos llevarán a hacer cualquier cosa, para satisfacerlos, o como dice Pablo, nos llevarán a muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición. Había un hombre que tenía mucho potencial para el Señor. Parecía que amaba mucho al Señor y estaba vivamente interesado en conocer la palabra de Dios y en vivir a plenitud la vida cristiana. Pero desgraciadamente, en su corazón surgió el insano deseo de enriquecerse. Renunció a su trabajo que permitía dedicar un tiempo al Señor y abrió su propio negocio. Lo primero que ocurrió fue que empezó a faltar a las reuniones dominicales de la iglesia. Bajo el pretexto que le era imposible parar el negocio los domingos poco a poco se fue retirando de la comunión de los hermanos. Después ya no tenía tiempo para estudiar la Biblia en casa y para orar. Más tarde ya no tenía tiempo para pasar con su familia. Se volvió adicto a su negocio. No pasó mucho tiempo hasta que cayó en adulterio y destruyó su testimonio, el testimonio de la iglesia y terminó por destruir su hogar. A eso se refiere Pablo cuando dice que el amor a la riqueza conduce a los hombres a destrucción y perdición. Los que han caído en esta prisión, se han extraviado de la fe y han sido traspasados de muchos dolores. La responsabilidad de Timoteo y también mi responsabilidad y su responsabilidad, amable oyente, es huir de estas cosas. Adoptemos una actitud de contentamiento con lo más básico para vivir, especialmente cuando vemos que se va acercando el tiempo de recibir nuestra herencia en gloria.

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