Importante función que le corresponde al padre de familia

Saludos amable oyente. Reciba una cordial bienvenida al estudio bíblico de hoy. Nos da mucha satisfacción saber que usted nos está escuchando. La familia es don de Dios. La familia por tanto, pertenece a Dios. Los que somos padres de familia, solamente somos mayordomos o administradores de la familia que en realidad pertenece a Dios. Ya hemos visto, por el testimonio de la Biblia, que el padre de familia es un profeta en la familia que habla a la familia a nombre de Dios, también es un sacerdote en la familia que habla a Dios a nombre de la familia y lo último que vimos fue que es un líder en la familia, que con amor se dedica a servir a la familia, satisfaciendo las necesidades materiales, emocionales y espirituales de cada miembro de la familia. En el estudio bíblico de hoy, trataremos acerca de otra importante función que le corresponde al padre de familia.

Para ser un buen mayordomo en la familia, el padre debería mirarse a sí mismo como un profeta, como un sacerdote y como un líder. Esto no es sencillo amable oyente y justamente, porque no es sencillo, muchos padres han renunciado a ser lo que Dios espera de ellos en la familia. Es increíble, pero para el ejercicio de cualquier profesión se necesita de años de preparación. Si quiere ser médico, tendrá que estudiar al menos ocho años en la universidad. Si desea ser ingeniero, tendrá que estudia al menos seis años en la universidad. Pero para ejercer la función de padre, que es una tarea mucho más compleja que cualquier otra profesión, casi no nos preparamos en absoluto. Con razón que las familias están como están. Además de ser profeta, sacerdote y líder, el padre de familia, si pretende ser un buen mayordomo de la familia deber ser un entrenador. El entrenador es alguien que fundamentado en su conocimiento y experiencia enseña a otros alguna disciplina deportiva. Como entrenador, el padre de familia enseña a sus hijos no una disciplina deportiva, sino a enfrentar la vida en el temor de Dios. Mire lo que dice Dios en su palabra. Efesios 6:4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
Dos principios importantes parten de este texto. El primero, como entrenador de los hijos, el padre de familia no debe provocarlos a ira. Esta frase, provocar a ira, significa exasperar, o irritar. Los que somos padres somos tan propensos a exasperar o irritar o provocar a ira a nuestros hijos. A veces lo hacemos inconscientemente, pero no por ellos somos justificados. ¿De qué manera exasperamos o irritamos a nuestros hijos? Entre las muchas formas, permítame mencionar algunas solamente. Cuando los maltratamos físicamente. No hay justificación válida para la disciplina brutal en la familia. Disciplina sí, pero siempre con amor y para el beneficio del hijo. Pero cuando la disciplina se torna en venganza, en la forma de desfogar nuestra ira o frustración, estamos provocando a ira a nuestros hijos. Usted y yo conocemos de casos en los cuales los padres han atacado a puños y puntapiés a sus hijos, o de padres que armados de algún objeto que encontraron más a la mano causaron heridas en los cuerpos de sus hijos. También provocamos a ira a nuestros hijos cuando los maltratamos emocionalmente. Muchos padres no se atreverían a poner sus manos sobres sus hijos, pero en cambio no tienen límite a los insultos que lanzan a sus hijos, esta conducta produce tanto o más daño que la violencia física. Además, cuando no pasamos tiempo con ellos. En ocasiones nos hallamos tan ocupados en lo nuestro que no nos queda tiempo para dar a nuestras esposas y a nuestros hijos. Esta es una forma de exasperar a los hijos. También cuando no los comprendemos. Muchas veces pensamos que nuestros hijos deben razonar como nosotros, adultos, aunque ellos son niños o adolescentes o jóvenes. Como no lo harán porque no están capacitados para hacerlo, nosotros nos resentimos con ellos pensando que son rebeldes y de esa manera los provocamos a ira. Otra manera de provocarlos a ira es cuando esperamos demasiado de ellos. Por supuesto que debemos proyectarnos hacia la excelencia, pero eso no significa que debemos forzar a nuestros hijos a lograr metas irreales. Lo único que lograremos si lo hacemos será frustrar a nuestros hijos y eso terminará en provocarlos a ira. También cuando nos rehusamos a admitir nuestras propias faltas. En ocasiones nos damos de perfectos ante nuestros hijos, y aunque sabemos que nos hemos equivocado, no lo admitimos. Pensamos que si pedimos perdón vamos a perder autoridad. Pero todo lo contrario, cuando reconocemos que nos hemos equivocado y pedimos perdón a quien causamos daño con nuestra falta, estamos ganando en autoridad. Otras ocasiones provocamos a ira a nuestros hijos, cuando los comparamos entre ellos. Usted sabe, el típico discurso de: ¿Por qué no eres como Juanito? Cada hijo es un mundo aparte y muy mal hacemos al exigir que todos ellos actúen de la misma manera. Cuando comparamos a los hijos, lo único que logramos es irritarlos y ponerlos uno en contra de otros. También cuando mostramos parcialidad hacia uno de los hijos. Ese fue el gran problema que tuvieron Isaac y Rebeca. Isaac prefería a Esaú y Rebeca prefería a Jacob. El resultado fue un hogar lleno de intrigas y engaño que terminó con Jacob usurpando la bendición que correspondía a Esaú. Estas, amable oyente, son sólo unas pocas formas de provocar a ira a los hijos. Nosotros como entrenadores en la familia, debemos evitarlo. El segundo principio que podemos sacar de Efesios 6:4 es que como entrenadores de la familia, debemos criar a nuestros hijos en disciplina y amonestación de Señor. Criar a un hijo en disciplina, significa que hemos establecido claramente las normas de conducta para los hijos y que estamos dispuestos a premiar cuando esas normas se cumplen y castigar cuando esas normas no se cumplen. Al hablar de castigar a los hijos, estamos yendo en contra de la corriente del mundo que piensa que el castigo de hijos es atentatorio a la integridad de los hijos. ¿Pero qué es lo que dice Dios en su palabra? Note solamente algunos pasajes bíblicos. Proverbios 10:13 dice: En los labios del prudente se halla sabiduría;
Mas la vara es para las espaldas del falto de cordura.
Proverbios 13:24 dice: El que detiene el castigo, a su hijo aborrece;
Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.
Proverbios 17:10 dice: La reprensión aprovecha al entendido,
Más que cien azotes al necio
Proverbios 18:6 Los labios del necio traen contienda;
Y su boca los azotes llama.
Proverbios 20:30 Los azotes que hieren son medicina para el malo,
Y el castigo purifica el corazón.
Proverbios 22:15 La necedad está ligada en el corazón del muchacho;
Mas la vara de la corrección la alejará de él.
Proverbios 23:13-14 No rehúses corregir al muchacho;
Porque si lo castigas con vara, no morirá.
Pro 23:14 Lo castigarás con vara,
Y librarás su alma del Seol.
Así es amable oyente. ¿A quién va a dar crédito? ¿Al mundo que dice cuidado con castigar con vara a los hijos? O a Dios que dice: Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol. El castigo con vara es necesario, pero deber ser hecho con amor. Dios ha dado a cada hijo un sitio apropiado para recibir el castigo con vara. Los azotes con amor en esa parte del cuerpo lo único que producirán es algo de dolor momentáneo al sentarse. Esto es lo que significa criar a los hijos en disciplina. Pero eso no es todo, porque el texto leído también dice que como entrenadores en la familia, los padres debemos criar a los hijos en amonestación de Señor. Esto significa reconocer y confrontar las faltas de los hijos con la palabra de Dios. Por ejemplo, si un hijo ha sido sorprendido en la mentira, es necesario confrontar ese pecado, administrar la disciplina que sea necesaria y llevar al hijo a lo que dice Dios en su palabra sobre la mentira. Solamente así estaremos poniendo principios bíblicos en las mentes de los hijos y esos principios bíblicos se transformarán en patrones de vida más adelante. Esto es lo que significa criar a los hijos en amonestación del Señor. Así que, amable oyente, si desea ser un buen mayordomo en la familia, debe ser un profeta en la familia, debe ser un sacerdote en la familia, deber ser un líder en la familia y debe ser un entrenador en la familia. En nuestro próximo estudio bíblico vamos a ver una función más del mayordomo en la familia. Espero su sintonía.

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