La mayordomía del dinero

Saludos cordiales amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el tema de la mayordomía cristiana. En nuestro estudio bíblico último vimos que todo creyente es mayordomo de Dios. Como tal, todo creyente ha recibido de Dios algunos bienes para que sean bien administrados y rindan beneficio al dueño de esos bienes. Estos bienes pueden ser el dinero, las posesiones, el cuerpo o la vida, el tiempo, la familia, la naturaleza. En el estudio bíblico de hoy vamos a tratar el asunto de la mayordomía del dinero.

Tal vez nada cause tanta ansiedad o preocupación en la vida cristiana como el dinero, no importa si se tiene mucho o se tiene poco. Alguien ha dicho que lo último que se convierte en todo creyente es su billetera. Cuando los pastores o ancianos hacen referencia al dinero en sus mensajes, los oyentes llevan instintivamente su mano a la billetera. ¿Para qué será? Lamentablemente no para abrirla y dar con generosidad, sino para guardarla cerrada. Para sus adentros piensan: ¿Quiénes se creen que son para atreverse a hablar de algo tan íntimo y personal como mi billetera? Es como cuando un dentista toca accidentalmente un nervio en una pieza dental de un paciente y el paciente se sacude a causa del dolor. Muchos creyentes se sacuden igual cuando alguien toca el tema del dinero. Pero no debería ser así. La Biblia contiene una enorme cantidad de información relativa al dinero y a la riqueza en general. El Dr. Woodrow Kroll afirma que de las 36 parábolas que relató el Señor Jesucristo, 17 tienen que ver con dinero, propiedades y mayordomía. Esto es un asunto que nos compete a todos los creyentes en general, porque todos los creyentes manejamos algo de dinero, algo de riqueza, algo de posesiones. No importa cuánto, pero todos manejamos algo. Siendo este el caso, todos los creyentes deberíamos desarrollar actitudes correctas y acciones correctas en cuanto al dinero y a la riqueza en general. Estas actitudes y acciones deberían fundamentarse en el testimonio de la palabra de Dios. Algo que debemos reconocer, no sólo en el campo del manejo adecuado del dinero y la riqueza en general, sino en cualquier campo de la vida cristiana, es que las acciones parten de las actitudes. Las actitudes son como la estructura de un edificio que mantiene en su lugar a todo lo que forma parte del edificio. Por tanto, el tener actitudes correctas o actitudes bíblicas hacia el dinero, las posesiones, los negocios, determinará las acciones que emprendamos en esta área. Veamos por tanto algunas de estas actitudes. Partamos de una correcta definición de lo que es la riqueza. Un diccionario la define como la abundancia de bienes y cosas preciosas. Otro diccionario dice que es la abundancia de las cosas que el hombre desea poseer. En todo caso la definición gira alrededor de abundancia y de cosas de mucha estima. Esas cosas de mucha estima no son solamente las cosas materiales. La riqueza es en esencia la suma total de todo lo que Dios nos ha dado. Usted es una persona rica porque tiene una hermosa familia. Usted es una persona rica porque tiene gratos recuerdos de su pasado. Usted es una persona rica porque tiene la palabra de Dios en sus manos, la cual es el legado divino sin error que cambia la vida de las personas. Usted es una persona rica porque ha acumulado mucho conocimiento en diversas áreas de la vida. Usted es una persona rica porque se ha rodeado de amigos que no aprovechan de usted sino que le motivan a superarse. Es decir, que uno puede ser rico en muchas áreas, no solamente en lo material. Conozco muchas personas que son muy ricas en lo material, pero paupérrimas en todo lo demás y por contraste, conozco muchas personas que son paupérrimas en lo material, pero son extremadamente ricas en todo lo demás. Pero por ahora, nuestro tema tiene que ver con lo material, con el dinero, las posesiones, los negocios. Veamos pues qué dice la Biblia sobre esto. Primero, la Biblia dice que toda la riqueza pertenece a Dios. Este es un pensamiento repulsivo para el mundo, pero la Biblia dice que todo lo que existe pertenece a Dios. Para confirmar este pensamiento, permítame citar algunos textos bíblicos. 1 Crónicas 29:11-12 dice: Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos.
1Ch 29:12 Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos.
Aquí está expresado con claridad. Todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son de Dios, por tanto, la riqueza, amable oyente, pertenece a Dios y Él da a quiere dárselo. Mire ahora lo que dice este otro texto. Se encuentra en Hageo 2:8 donde leemos: Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.
Nuevamente aquí, amable oyente, podemos apreciar con claridad, que la plata y el oro, que en último término son riqueza, pertenecen a Dios. No importa si se trata de pocos centavos o muchos dólares, debemos reconocer siempre que pertenecen a Dios. Segundo, la riqueza es un don de Dios. A decir verdad, todo lo que tenemos pertenece a Dios. En su gracia, Dios comparte lo que es suyo con nosotros no importa si se trata de dinero, riqueza o posesiones. Ninguno de nosotros merecemos nada de lo que tenemos. Si algo hemos llegado a tener, sin importar si es mucho o poco, ha sido solamente por la gracia de Dios quien nos lo ha dado sin que lo merezcamos. Considere lo que dice la Biblia sobre esto en Deuteronomio 8:18 Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.
Dios es muy enfático al decir que es él quien da el poder para generar riqueza. Ese poder lo da a quien él quiera darlo sin que el receptor de ese poder lo merezca. Por tanto no tenemos por qué sentirnos envidiosos porque otros tienen más riqueza que nosotros y tampoco hay razón para reclamar a Dios por qué no nos ha hecho tan ricos como algunos que conocemos. Veamos ahora lo que nos dice Eclesiastés 5:19 sobre este mismo asunto: Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.
Un don, amable oyente, es un regalo no merecido que descansa exclusivamente en la voluntad del dador del regalo. La riqueza y más aun la capacidad para aprovechar la riqueza es un regalo inmerecido de parte de Dios al hombre. Eclesiastés 6:2 nos habla de un hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea, pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es de lamentar. La Biblia dice: El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso.
Una vez más podemos ver que la riqueza y la capacidad de disfrutar de ella, es un don, o un regalo inmerecido de parte de Dios. Esto tiene muchas implicaciones amable oyente. Permítame solamente mencionar un par de ellas. Por un lado significa que el rico no tiene por qué jactarse por ser rico. En fin de cuentas no fue algo que él ha hecho para llegar a ser rico. Lo que ha sucedido es que simplemente Dios en su gracia le ha dado el poder para generar riqueza. Por otro lado, el que no es rico no tiene por qué pensar que no ha llegado a ser rico necesariamente por dejadez o por falta de iniciativa o por cualquier otra razón. Lo que ha ocurrido es que simplemente Dios en su soberanía no ha decidido otorgarle el poder para hacerse rico. Resumiendo entonces, amable oyente, diríamos que para ser buenos mayordomos del dinero, las posesiones, los negocios, necesitamos formar actitudes bíblicas sobre esta materia. Hemos considerado dos actitudes indispensables. La primera que la riqueza, cualquiera que sea pertenece a Dios. La segunda que la riqueza cualquiera que sea es un don o un regalo inmerecido de Dios al hombre. En nuestros próximos estudios bíblicos seguiremos tratando acerca de otras actitudes más. Que Dios en su gracia permita que usted incorpore estas actitudes a su vida persona, sin importar si Dios le ha confiado poco o mucho para administrar como mayordomo.

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