Medios legítimos para obtener riqueza

Reciba cordiales saludos amable oyente. Qué grato es saber que usted me está escuchando. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. El tema que estamos estudiando es la mayordomía cristiana. Partiendo de actitudes bíblicas sobre el dinero y los bienes en general, en nuestro estudio bíblico último vimos que Dios condena la acumulación de riqueza por medios ilegítimos como por ejemplo robar, engañar, ser injustos, la usura, y todo lo que fomente la inmoralidad. En el estudio bíblico de hoy vamos a ver los medios legítimos para obtener riqueza.

En su desaforado afán por obtener riqueza, el hombre ha diseñado algunas formas ilegítimas de hacerlo. Sobre esto tratamos en nuestro estudio bíblico anterior. En esta ocasión nos vamos a ocupar de las formas legítimas que Dios ha establecido para adquirir riqueza. En primer lugar, por medio de recibir herencias. Ezequiel 46:16 dice: Así ha dicho Jehová el Señor: Si el príncipe diere parte de su heredad a sus hijos, será de ellos; posesión de ellos será por herencia.
Si alguien recibe una herencia, no importa si se trata de dinero o posesiones, no tiene por qué sentirse culpable pensando que está aprovechando el esfuerzo de otro. La Biblia dice que una manera muy legítima de obtener riqueza es por medio de recibir una herencia. Si usted es uno de los pocos que tienen la oportunidad de heredar algo valioso de sus antepasados, agradezca al Señor por el hecho de haber sido escogido de una manera inmerecida para recibir la riqueza que en último término pertenece a Dios. En segundo lugar, otro medio de obtener riqueza es por medio del ahorro. Parece que Dios da a algunos una capacidad especial para obtener ganancias y no despilfarrar todo lo que ganan sino ahorrar para adquirir riqueza. El ahorrar, cuando es posible, no es de ninguna manera algo pecaminoso. Ahorrar no es necesariamente un síntoma de falta de confianza en el Señor y por tanto condenable. Mire lo que dice Proverbios 6:6-8 Ve a la hormiga, oh perezoso,
Mira sus caminos, y sé sabio;
Pro 6:7 La cual no teniendo capitán,
Ni gobernador, ni señor,
Pro 6:8 Prepara en el verano su comida,
Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.
Qué gran ejemplo el de la hormiga. Cuando es verano y hay abundancia de vegetación, la hormiga no llena su estómago y se echa a dormir. Todo lo contrario, la hormiga trabaja incansablemente guardando o ahorrando lo más que puede para de esa manera tener alimento cuando llegue el invierno, época en la cual no existe vegetación abundante. Así debería ser también con el hombre. Cuando está en el verano de su vida, con abundancia de fortaleza y vitalidad para trabajar y adquirir ganancias, no debería desperdiciar sus ganancias rodeándose de lujos innecesarios, sino que debería ahorrar para afrontar la probable escasez cuando la vida entre al invierno de la vejez, donde hace falta energía y vitalidad para el trabajo. Ahorrar no es pecado amable oyente. Proverbios 21:20 dice: Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio;
Mas el hombre insensato todo lo disipa.
El hombre sabio es aquel que administra bien sus ganancias, cuando hay abundancia ahorra para estar preparado para la época de escasez, de modo que en su casa siempre hay tesoros preciosos y aceite. En cambio, el hombre necio es aquel que despilfarra sus ganancias. Cuando hay abundancia disipa sus ganancias, y cuando hay escasez se encuentra en la miseria. Es necesario señalar sin embargo que el ahorro puede ser llevado a un extremo peligroso llamado tacañería. Me refiero al hecho de ahorrar cada centavo que entra al hogar y de esa manera sacrificar el bienestar de la familia. Si por ahorrar se está poniendo en juego el normal desenvolvimiento de la familia es mejor no ahorrar. Es preferible no tener cuenta de ahorros y una familia estable, a tener cuenta de ahorros pero con una familia desecha. En tercer lugar, una manera legítima de adquirir riqueza, es hacer inversiones. La inversión con miras obtener buenos réditos es una forma muy legítima de obtener riqueza. De esa forma de generar riqueza parten dos parábolas muy hermosas relatadas por el Señor Jesucristo para dejarnos enseñanzas espirituales. Me refiero a la parábola de los talentos en Mateo 25 y a la parábola de las minas en Lucas 19. En la parábola de Mateo 25, encontramos que antes de irse lejos, un hombre rico llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otros dos y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad. El que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. El que había recibido dos talentos, hizo lo mismo y ganó dos talentos, pero el que había recibido un talento lo guardó bajo tierra y en consecuencia no ganó absolutamente nada. Cuando regresó el señor de aquellos siervos, los llamó para que rindan cuentas sobre los bienes que recibieron. Los dos primeros recibieron la felicitación y la recompensa: Bien, buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu señor, pero el último fue severamente reprendido por su negligencia al no negociar con lo que había recibido y se le quitó todo lo que le fue dado. Así que, amable oyente, la inversión sabia en negocios legítimos es una fuente muy válida de adquirir riqueza. En cuarto lugar, otra forma legítima de adquirir riqueza es por medio del trabajo honrado y diligente. Probablemente esta es la forma más viable de generar riqueza porque no son muchos los que llegan a ser ricos por recibir una herencia o tienen suficiente como para ahorrar mucho o disponen de capital para hacer inversiones sabias, en cambio todos tenemos manos para trabajar y un cerebro para pensar en la forma más eficiente de crear riqueza de una manera bíblicamente legítima. El trabajo honrado y diligente tiene la promesa de Dios de ser bendecido y es la principal fuente de ganar no solamente dinero sino también posesiones materiales. Eso es lo que vemos por ejemplo en la vida de Job. Al hablar sobre Job, Satanás dice Dios lo siguiente, según Job 1:10 ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra.
Job fue un hombre extremadamente rico, pero esa riqueza no fue el producto de haber recibido una herencia o de haber ahorrado durante toda su vida o de haber invertido en la bolsa de valores de su tiempo. No señor, su riqueza fue el fruto de su arduo trabajo, que fue recompensado por Dios con bendición abundante. El trabajo, amable oyente, lejos de ser una maldición de Dios es una bendición de Dios. El hombre trabajó antes de que el pecado entre en el mundo. El trabajo por tanto no es opcional, es una obligación para todo ser humano y como hemos visto ya, es algo sobre lo cual Dios añade su bendición y puede generar riqueza. Por supuesto que es necesario reconocer que por diversas circunstancias una persona se vea forzada a no trabajar y en ese caso debemos hacer todo lo que podamos para ayudar, pero esos son casos muy excepcionales y antes de ofrecer cualquier ayuda debemos esforzarnos por discernir si en verdad es imposible trabajar para esa persona o simplemente se trata de alguien que no desea trabajar sino vivir a costilla de los demás. En muchos casos, detrás de un “no puedo trabajar” se esconde un “no quiero trabajar” La Biblia nos habla acerca de cómo tratar a un ocioso que no quiere trabajar. El Nuevo Testamento dice que es uno que anda desordenadamente. Note lo que Pablo dijo sobre una persona así. 2 Tesalonicenses 3:6-12 dice: Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros.
2Th 3:7 Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros,
2Th 3:8 ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros;
2Th 3:9 no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis.
2Th 3:10 Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.
2Th 3:11 Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno.
2Th 3:12 A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan.
Más comentario sobre este punto resulta inútil, amable oyente. El trabajo honrado y diligente es fuente legítima de adquirir riqueza y todos estamos no sólo en posibilidad sino en obligación de hacerlo.

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