Abram, el campeón de la fe

Cordiales saludos amable oyente. Esta es la semana de Navidad y con este motivo estamos meditando en algunos personajes que algo tuvieron que ver con el maravilloso nacimiento de Jesús. En esta ocasión, vamos a traer a la memoria a Abram, el campeón de la fe, y padre de todos los que vivimos por FE, Romanos 4:16 dice: “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe, de Abraham, el cual es padre de todos nosotros.”

En nuestro programa anterior vimos como el niño que nació en Belén, fue el cumplimiento de una promesa de Dios hecha en los albores mismos de la humanidad a nuestros primeros padres, Adán y Eva. Como una de las muchas consecuencias del pecado, el hombre se alejó más y más de Dios. Pero Dios siempre trató con gracia al hombre a pesar de la enemistad que el hombre manifestaba hacia Dios. Fue así como de una manera soberana, Dios llamó a Abraham mientras él estaba con su parentela y sus posesiones en Ur de los caldeos. Abraham fue uno de los tres hijos de Taré. Ur de los Caldeos era una ciudad pagana. Note lo que dice Josué 24:2 Y dijo Josué a todo el pueblo:  Así dice Jehová,  Dios de Israel:  Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río,  esto es,  Taré,  padre de Abraham y de Nacor;  y servían a dioses extraños.
Tanto Taré como sus hijos, dentro de ellos Abraham, servían a dioses extraños. Su religión era pagana, su práctica era pagana. Pero fue en estas circunstancias que Dios hizo su acercamiento al pecador, porque es imposible que el pecador por sí mismo pueda buscar a Dios.

En Salmo 14:2 vemos a Dios dando una mirada al hombre para ver si había algún entendido que buscara a Dios. Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres,
Para ver si había algún entendido,
Que buscara a Dios.
Lo Jehová encontró fue desolador, en el vs. 3 del mismo Salmo nos dice: “Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, ni siquiera uno” Si va a haber alguna esperanza para el hombre pecador, es indispensable que sea Dios quien busque al pecador. Por eso es que Abraham fue llamado por Dios. El llamado de Dios a Abraham consta de dos partes: un pedido impactante, y una promesa importante. Es dentro de la promesa que entra el niño de Belén, El Salvador del mundo, el Dios eterno el príncipe de paz.

Consideremos entonces el pedido impactante. Se encuentra en Génesis 12:1. La Biblia dice: Pero Jehová había dicho a Abram: “Vete de tu tierra y de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré” Abram estaba en Harán a medio camino entre Ur de los Caldeos y Canaán, el texto comienza diciendo: “Pero Jehová había dicho a Abram” Esto esta en tiempo pasado, porque fue antes de esto que Dios se manifestó a Abram. El libro de los hechos capítulo 7: 2-3 nos arroja luz sobre lo que pasó. La Biblia dice: :Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Haran y le dijo. Sal de tu tierra y de tu parentela y ven a la tierra que yo te mostraré”. Fue en Ur de los Caldeos en donde Abram recibió el llamado de Dios. Abram salió acompañado de su padre Taré, su sobrino Lot y su esposa Saraí, luego se quedó en Harán donde murió Taré. Pero reflexionemos un poco en el pedido impactante: Vete de tu tierra y de tu parentela y de la casa de tú padre. El pedido tenía que ver con sus posesiones, sus negocios, sus familiares y sus amigos. Todo esto tenía que dejar Abram. Ahora Dios no es un ser masoquista que se goza en nuestro sufrimiento. Él tiene un propósito puro para todo lo que hace. Su pedido a Abraham tenía un propósito doble: en primer lugar separar a Abraham de un lugar corrompido como aquel en el cual vivía; y en segundo lugar para ver hasta que punto Abraham estaba dispuesto a obedecer a Dios aun a costa de un precio como dejar atrás todo. Dios quería ver si Abraham amaba más a Dios que sus posesiones y parentela. Amable oyente, Dios quiere que nos separemos de la inmundicia, Dios va a probarnos también para ver donde esta nuestro corazón. Ojalá que tengamos la misma actitud de Abraham.

El pedido impactante en su segunda parte indica que el lugar al cual Abraham tenía que ir iba a ser declarado en algún momento, futuro. Abraham debía salir sin saber a donde iba. Imagínese usted un buen día de estos, llegando a su casa de su trabajo y diciendo a su esposa: Querida vamos a empacar, he renunciado al trabajo, me he despedido de toda mi familia, me he despedido de todos nuestros amigos porque nos vamos de esta casa. Su esposa quizá diga, ¡Pero te volviste loco o que! A lo cual Usted responde: No, querida, hablo en serio, mañana mismo salimos, ocúpate de los niños y yo prepararé el equipaje. Casi al borde del colapso su esposa le pregunta: Si has decidido dejar esta casa, el trabajo, la familia, los amigos, al menos me gustaría saber a dónde nos vamos. Su respuesta sería: querida no te puedo decir, ¿Cómo que no me lo puedes decir? Diría su esposa. Tratando de guardar su compostura, Usted respondería: Es que yo tampoco sé a dónde nos vamos. Simplemente Dios se me ha aparecido y me ha dicho que salgamos de este lugar dejando nuestro trabajo, nuestros familiares, nuestras posesiones y nuestros amigos. Lo siguiente que se oiga será el golpe seco que produce el cuerpo de su esposa al caer desmayada contra el piso. Tal vez algo así le pasó a Abraham, tenía que dejarlo todo para ir a un lugar que no sabía. Lo que sí sabía era que el que llamaba era el Dios de la gloria y su Palabra valía más que el saber a donde iba a ir.

Luego del pedido impactante, Dios le hizo una promesa importante. Génesis 12:2-3 dice: Y haré de ti una nación grande,  y te bendeciré,  y engrandeceré tu nombre,  y serás bendición.
Gen 12:3  Bendeciré a los que te bendijeren,  y a los que te maldijeren maldeciré;  y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
La promesa consta de seis elementos. En primer lugar, “Y haré de ti una nación grande” esta era una promesa especialmente importante para Abram porque su esposa era estéril y por tanto todavía no tenía descendencia. Génesis 11.30 dice: “Mas Saraí era estéril y no tenía hijo.” En segundo lugar, “te bendeciré” lo que tuvo que dejar en Ur era nada en comparación con lo mucho que significa ser bendecido por Jehová, en tercer lugar “Engrandeceré tu nombre” el nombre de Abram llegará a ser famoso en el mundo. En cuarto lugar “serás bendición”; el deseo de todo hombre sería, “yo quiero ser como Abraham”. En quinto lugar, “bendeciré a los que te bendijeren y a los que te maldijeren los maldeciré”. ¡Esto es la palabra de un Dios que nunca cambia! Aquí se formo el club de los bendecidos por Dios por bendecir a Abram y su descendencia.

Y en sexto y último lugar, “y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” Esta es la corona de las promesas, porque apunta al Señor Jesucristo el Mesías en quien todas las promesas de Dios son en Él si y en Él Amén.

Hemos considerado el pedido impactante y la promesa importante. ¿Qué hizo Abraham cuando recibió este importante llamado? Pues Génesis 12:4 declara contundentemente: Y SE FUE ABRAHAM COMO JEHOVÁ LE DIJO, ¿sabe como se llama esto en una palabra? “OBEDIENCIA”, Abraham obedeció a Dios, sin reservas ni cuestionamientos y Dios cumplió todo lo que le había prometido. Así es amigo oyente, Abraham es el campeón de la fe, ¿Sabe por qué?, Porque estuvo dispuesto a obedecer sin dilaciones a la Palabra de Dios. Quiere ser Usted un hombre o una mujer de fe como lo fue Abraham, pues obedezca a Dios en todo lo que ÉL le diga en su Palabra.
Hemos traído a Abraham alrededor del pesebre de Belén porque fue a él a quien Dios le hizo una promesa de que en él serán benditas todas las familias de la tierra. En el libro de Mateo encontramos la genealogía del Señor Jesucristo y vemos que por el lado humano desciende de Abraham. Cuando Jesús nació en Belén de Judea, Dios cumplió con su promesa de bendecir a todas las familias de la tierra. ¿Ha recibido Usted esta bendición? ¿Cómo puede hacerlo? Pues recibiendo al Señor Jesucristo como su Salvador personal. En esta navidad reconozca que la única manera de que Usted sea bendecido por Dios es por medio de recibir a aquel que es la Bendición prometida a Abraham, esto es a Jesús.

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