El Evangelio Exige Sacrificio Radical Parte 3

Entonces, la pregunta que tienes ante ti, a la luz del versículo 26 en el capítulo 14 de Lucas, es: ¿amas a Cristo? ¿Quieres a Cristo y lo amas con todo tu corazón, tu alma y tu mente? Bienvenidos a este su programa “La Biblia Dice Presenta” soy Nelson Cabrera y estas son algunas de las preguntas que queremos resolver el día de hoy, y para eso, tenemos junto a nosotros a David Platt, él ha sido un gran instrumento de Dios para llevar el evangelio a miles de personas, retomando las raíces del evangelio y proponiendo cambios radicales en nuestras vidas.

En programas anteriores hemos dicho que Jesús requiere amor superior y hoy queremos introducirnos en el evangelio para continuar estudiando los requisitos que Jesús requiere de sus seguidores. Lucas capítulo 14, verso 27 dice: “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”. Ese es un requisito fundamental para ser discípulos de Cristo; llevar nuestra cruz. Esta frase puede ser una de las frases o términos mal aplicados del Nuevo Testamento. La gente habla hoy de cargar muchas cruces y dicen cosas como: “estoy pasando por esta enfermedad o este problema, tengo un mal matrimonio o estoy pasando por muy malas circunstancias con mis hijos y esa es la cruz que tengo que llevar”, pero eso no es a lo que Jesús se está refiriendo.

Eso no es lo que oyeron los seguidores de Cristo en el primer siglo cuando Jesús dijo esto y eso no es lo que necesitamos escuchar hoy. Los seguidores de Cristo necesitamos ponernos en los zapatos de Jesús y darnos cuenta de lo que Él nos quiere decir, Él dice: “Y el que no lleva su cruz”. Mira, Jesús llevo una cruz; en ese entonces, la única forma en que llevarás una cruz es si fueras un criminal condenado a morir. Y una viga transversal fue levantado sobre la espalda de Jesús para atravesar la ciudad en humillación pública mientras caminaba hacia su muerte. Jesús realmente sabía lo que significaba llevar una cruz, y Él nos dice que, si queremos ser sus seguidores, si realmente queremos ser seguidores de Jesucristo, entonces debemos llevar nuestra cruz. Esto es terrible para los oyentes de Jesús de hoy en día, creemos que no debemos pasar dolor o sufrimiento al seguir a Jesús, pero déjame decirte que estamos muy equivocados. Ahora, está bien, dejemos de pensar en una cruz, pensemos en algo más moderno, pensemos en una silla eléctrica, entonces sería algo así como si Él dijera, “si no levantas tu silla eléctrica, no puedes seguirme”. ¿No suena eso terrible y peligroso? Pues sí, la verdad es que, si es muy peligroso, pero incluso eso sería insuficiente porque la cruz implica mucha más crueldad, mucha más tortura de lo que lo haría incluso una silla eléctrica.

La realidad es que, si llevas una cruz, eres como un hombre muerto caminando. No tienes más sueños, no tienes más planes para tu vida, no tienes más ideas de lo que vas a hacer en tu vida, todo ha terminado para ti; no tienes más orgullo, honor, nada. Estás caminando a través de la humillación pública en el camino hacia un lugar donde esa cruz te levantará y morirás allí. Si llevas una cruz, entonces eres un hombre muerto caminando y esta es la imagen que da Jesús para describir lo que significa seguirlo. Lo que Jesús está diciendo es fuerte, lo sé. Él está diciendo que a través de la cruz de Cristo morimos a la vida que vivimos.

Damas y caballeros, si son cristianos según las Escrituras, no según las definiciones contemporáneas de cristiano. Si eres cristiano según las Escrituras, entonces estás muerto, para ti mismo, estás muerto para tus sueños, para tus esperanzas, planes, ideas sobre lo que va a pasar en tu vida. Has muerto a todas esas cosas.

Es por ello que, justo antes de esto, al final del versículo 26, Jesús dijo que, si no aborreces, no sólo a tus padres, hermanos o hijos, sino incluso, si no aborreces tú propia vida, entonces no podrás ser su discípulo. No vives basado en lo que deseas, lo que sueñas, lo que planeas, lo que esperas, lo que quieres, esas cosas se han ido, estás muerto para ellos. Gálatas 2:20 dice: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí«. Entonces estamos muertos para nosotros y estamos vivos para Cristo, estamos muertos para pensar en nuestra autoestima, estamos muertos al deseo, estamos muertos a la planificación egocéntrica de nuestras vidas. Estamos muertos para la vida autoconfortable, muertos para todo eso, pero vivos para los pensamientos de Cristo para honrarlo, para obedecerlo. Muertos a nosotros mismos y vivos para Cristo y toda nuestra identidad está envuelta en lo que Él es.

Ahora esto cambia no sólo nuestra perspectiva, esto cambia nuestras prioridades porque ahora la vida de Cristo determina todo sobre nosotros. Tú no determinas dónde vives, es Cristo quien lo determina, tú no determinas qué tipo de casa tienes o qué tipo de ropa usas, que cosas compras o los planes que haces. Tú no determinas nada, Cristo ahora determina todo. Has muerto por la vida que vives. Ese es el llamado de Cristo.

Ahora, Jesús usa dos ilustraciones para enseñarnos sobre la importancia de ser responsables con nuestra propia vida y para eso vamos a ir a Lucas capítulo 14. Esto es una gran afirmación de autoridad sobre su vida y mi vida. Y él utiliza dos ilustraciones, empezando en el verso 28 hasta el verso 30. Ilustración número uno en el verso 28, e ilustración número dos en el verso 31. Él dice que, somos trabajadores construyendo un edificio. Este verso dice: “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?”. Jesús advierte aquí en contra de tomar decisiones emocionales y apresuradas para seguirlo. Jesús dice que es mejor que te des cuenta del costo de seguirlo. Esto es tan radicalmente diferente a lo que sucede en la actualidad. Hoy día, quienes se dicen ser cristianos, se acercan a los pecadores y dicen: “Bueno, ¿sabe usted que es pecador? ¿Cree que Jesús murió en la cruz?” y si este pecador responde afirmativamente a estas preguntas, entonces ellos dicen: “bienvenido al reino de los cielos”. Pero déjeme decirle algo querido oyente, hay un problema con todo esto del nuevo evangelismo y es que diablo también puede responder, afirmativamente, a estas preguntas.

Mientras que Jesús nos está pidiendo que midamos el costo, el dice: calculen el costo, antes de hacer cualquier cosa. Entonces antes de dar un paso adelante debes saber que seguir a Cristo te costará la vida.

En la iglesia primitiva, la lepra significaba aislamiento e impureza, los que la tenían eran marginados. Hoy en día, también tenemos este tipo de personas, un padre de familia de nuestra iglesia, dijo algo al respecto: “qué sucedería si quisiéramos construir un lugar donde el amor y el cuidado por los desamparados de nuestros días fuera evidente, aquellos que están enfermos, aquellos que no pueden trabajar, aquellos que no pueden reunir el dinero que necesitan para sus necesidades: ellos también son nuestros hermanos”.

Así es querido hermano, seguir a Jesús no es seguro, ni reconfortante. Sin embargo, hoy tengo que decir algo, si yo hago esta pregunta: ¿es reconfortante y seguro seguir a Jesús? La respuesta que ustedes me den, muy seguramente estará de acuerdo a lo que cada uno de ustedes debe enfrentar. Pero a pesar de todo eso, Él es bueno. Jesús te ha dado la vida eterna y esto aporta sentido y significado a nuestras vidas, pero tristemente, nosotros tenemos nuestros propios asuntos, nos enfocamos solamente en nuestra vida y en nuestras necesidades, hemos olvidado lo que realmente significa seguir a Jesús de Nazareth.

John Stott, uno de mis autores favoritos, dijo: «El paisaje cristiano está cubierto por los restos de torres abandonadas a medio construir. Las ruinas de quienes comenzaron a construir y no pudieron terminar. Miles de personas aún ignoran la advertencia de Cristo y se comprometen a seguirlo sin detenerse primero a reflexionar sobre el costo de hacerlo. El resultado es el gran escándalo de la cristiandad llamado cristianismo nominal. En los países a los que se ha extendido la civilización cristiana, un gran número de personas se han cubierto con un barniz decente pero delgado del cristianismo. Se han permitido involucrarse lo suficiente como para ser respetables, pero no lo suficiente como para sentirse incómodos. Su religión es un gran cojín suave; los protege de la dura vida desagradable mientras cambian su lugar y forma para adaptarse a su conveniencia. No es de extrañar que los cínicos hablen de hipócritas en la iglesia y descarten la religión como escapismo». Esto es cristianismo contemporáneo. ¿No es así? Torres a medio construir.

Recuerda, somos trabajadores construyendo un edificio.

La segunda ilustración, es esta: somos guerreros peleando una batalla. Jesús habla sobre ir a la guerra como un rey. Existe esta imagen que vemos a través del Nuevo Testamento, peleando la buena batalla, la batalla espiritual. Ahora quiero tener cuidado con esto, esto no está hablando en ningún sentido de una guerra contra el terrorismo, esto no es una guerra que se pelea con armas y bombas, es una guerra que se pelea con el Evangelio, con oración y con amor sacrificial. El Nuevo Testamento es claro, hay una batalla espiritual que abarca la vida cristiana. Hay una batalla espiritual por la santidad en nuestras vidas y hay una batalla espiritual librando las almas de hombres, mujeres y niños en todo el planeta que irán a un cielo eterno o un infierno eterno.

Lo que está en juego es mucho más importante en esta guerra que en cualquier guerra terrenal. Jesús dice que antes de ir a la batalla consideres lo que está en juego y lo que esto involucra.

¿Sabes? estaba revisando estas imágenes mientras estudiaba este pasaje y no pude evitar pensar que nuestra versión del cristianismo de hoy en día no considera la vida cristiana como una fe en tiempos de guerra, tenemos más bien una fe de tiempo de paz, ¿verdad? Y hay una gran diferencia entre los dos ¿cierto? En tiempos de guerra, siempre estamos haciendo la pregunta: ¿cómo puedo sacrificarme para avanzar? ¿Cómo puedo invertir cada recurso que tengo? ¿Cómo puedo contribuir mejor para cumplir la misión? Hacemos sacrificios por salir victoriosos porque la guerra no es un juego más, la guerra es un tiempo en donde debemos dar todo de nosotros. En tiempo de paz, por el contrario, hacemos preguntas como: ¿cómo podemos estar más cómodos y cómo podemos divertirnos más? o ¿cómo podemos probar nuevos placeres que nunca hemos experimentado antes?

La mejor manera de ejemplificarlo es a través de un caso real. Un barco llamado el Queen Mary. Este barco fue construido a principios del siglo XX como un crucero de lujo diseñado para brindar la mayor comodidad posible. Tenía una capacidad de 3.000 personas, las más ricas del mundo. Sin embargo, durante seis años de la Segunda Guerra Mundial, cuando el país estaba en un estado de emergencia nacional, tomaron este mismo barco, diseñado para ser un crucero de lujo, para ser una fuente de transporte para las tropas. Donde antes cabían 3.000 personas, ahora transportaba 15.000 soldados al mismo tiempo. Todo el barco fue volteado por completo para acomodarse al cumplimiento de una misión en lugar de complacer a los ricos patronos. Cada detalle fue utilizado para cumplir la misión.

Ahora, qué pasaría si miramos directamente a los 4.500 millones de personas más en este planeta que se dirigen a una eternidad sin Cristo y miramos de frente a los 30.000 niños que mueren de hambre o enfermedades prevenibles, ¿decidiremos ya no usar nuestras vidas, nuestras familias, nuestra iglesia para complacer nuestros placeres? ¿decidiremos dar nuestras vidas por el bien de cumplir con esta misión? Esa es una forma radicalmente diferente de ver el cristianismo.

Jesús dice: considera el costo. Somos guerreros en una batalla. ¿Quieres entrar en la batalla o quieres sentarte? Esta es la pregunta que Él nos hace. Jesús dice que tienes prioridades radicalmente diferentes cuando eres su discípulo.

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