Seria advertencia en contra de la inmoralidad sexual

Damos gracias a Dios por la oportunidad de compartir este tiempo junto a Usted. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. En instantes más estará con nosotros David Logacho para guiarnos en el estudio del capítulo siete de Proverbios, el cual es una seria advertencia en contra de la inmoralidad sexual. Todo esto, dentro de la serie que lleva por título: Proverbios, sabiduría celestial para la vida terrenal.

La inmoralidad sexual es un tema bastante amplio. Tiene que ver con todo mal uso del sexo. La Biblia enseña que el sexo dentro del matrimonio es puro y bueno, pero el sexo fuera del matrimonio es impuro y malo.

Dentro de esto, se inscribe el tema del capítulo siete de Proverbios. Tiene que ver con un joven inmaduro que cede a la tentación de una relación sexual con una mujer casada.

La estructura de este capítulo de Proverbios es muy sencilla.

Comienza por establecer un marco de referencia, poniendo a la palabra de Dios como una brújula para marcar el camino. Luego nos presenta a un joven falto de entendimiento. Después a la mujer que seduce al joven falto de entendimiento. Después la caída del joven falto de entendimiento y termina con una lección para los que no quieren repetir el error del joven falto de entendimiento.

Si Usted ha estado siguiendo esta serie en Proverbios, recordará que la última parte del capítulo seis de Proverbios trata también del problema de la inmoralidad sexual, en ese caso, el adulterio. Habla fuertemente sobre las funestas consecuencias que inevitablemente vienen sobre el adúltero.

Por tanto, el capítulo siete de Proverbios es una especie de crónica de una caída anunciada, por cuanto se han hecho todas las advertencias para evitarla.

Vayamos a lo primero. Proverbios 7:1-5 dice: «Hijo mío, guarda mis razones, y atesora contigo mis mandamientos. Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón. Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana; y a la inteligencia llama parienta; para que te guarden de la mujer ajena, y de la extraña que ablanda sus palabras.»

La palabra de Dios es un tesoro de mayor valor que las riquezas de este mundo. La palabra de Dios debe ser guardada y atesorada. La obediencia a la palabra de Dios es el camino a la vida abundante. Debe ser cuidada con tanto celo, como si fuera la niña de los ojos. Los párpados se cierran automáticamente para proteger a la niña de los ojos ante el más mínimo peligro y de aquí, la niña de los ojos ha llegado a ser emblema de algo que debe cuidarse con celo extremo.

La palabra de Dios debe controlar lo que hacemos, lígala a tus dedos, y debe determinar lo que pensamos, escríbelas en la tabla de tu corazón. La palabra de Dios debe ser honrada y respetada como una hermana y debe ser comprendida como un pariente.

Uno de los beneficios de poner en alto la palabra de Dios es la protección contra la seducción de la mujer extraña. La mujer extraña es aquella que siendo casada, busca aventuras sexuales con otros hombres.

Inmediatamente después, Proverbios siete nos presenta a un joven falto de entendimiento. Note lo que dice. Leo Proverbios 7:6-9 «Porque mirando yo por la ventana de mi casa, por mi celosía, vi entre los simples, consideré entre los jóvenes, a un joven falto de entendimiento, el cual pasaba por la calle, junto a la esquina, e iba camino a la casa de ella. A la tarde del día, cuando ya oscurecía, en la oscuridad y tinieblas de la noche.»

Salomón, el autor de este capítulo de Proverbios, se ubica en un sitio apropiado para contemplar lo que está pasando. Dice que miraba por su celosía. La celosía es el enrejado de listoncillos de madera o de hierro que se pone en las ventanas de los edificios y otros huecos análogos para que las personas que están en lo interior vean sin ser vistos.

Desde allí, Salomón se fija en un grupo de jóvenes simples, o inmaduros, que vagan por la calle buscando alguna experiencia excitante. En eso, uno de ellos, quizá el más inmaduro, alguien que es calificado como un necio o falto de entendimiento, se separa del grupo y comienza a caminar solo por la calle, llega a una esquina, y mirando a uno y otro lado para asegurarse de que nadie le ve, se dirige hacia la casa de la mujer extraña. Todo ocurre en la penumbra. El día se acaba, la noche comienza a arrojar su negro manto sobre la ciudad. Este joven simple no sabe todavía lo que le espera.

Por ahora lo único que le mueve es un deseo insaciable por saciar la pasión sexual. El deseo está pronto a cruzarse con la oportunidad. Una peligrosa combinación. Es así como la Biblia nos presenta a la mujer extraña, la mujer que seduce al joven falto de entendimiento. Proverbios 7:10-20 dice: «Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro, con atavío de ramera y astuta de corazón. Alborotadora y rencillosa, sus pies no pueden estar en casa; Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas, acechando por todas las esquinas. Se asió de él, y le besó. Con semblante descarado le dijo: Sacrificios de paz había prometido, hoy he pagado mis votos; por tanto, he salido a encontrarte, buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado. He adornado mi cama con colchas recamadas con cordoncillo de Egipto; he perfumado mi cámara con mirra, áloes y canela. Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana; alegrémonos en amores. Porque el marido no está en casa; se ha ido a un largo viaje. La bolsa de dinero llevó en su mano; el día señalado volverá a su casa.»

El deseo se está encontrando con la oportunidad para ser satisfecho. Cuando alguien quiere pecar, inevitablemente se le presentará la oportunidad para hacerlo. La mujer extraña se presenta súbitamente a este joven falto de entendimiento. Su vestimenta es provocativa. Tal cual como se visten las rameras. Su corazón está lleno de astucia para el mal. Es alborotadora y rencillosa. Nadie puede ignorar su presencia. Busca ser el centro de atención en dondequiera que esté. Se pasa la vida en la calle. Frecuenta los sitios donde merodean los hombres que buscan emociones fuertes. A veces está en las calles, otras veces en las plazas, otras veces en las esquinas. Fijando su mirada en el joven falto de entendimiento, se prende a su cuello y le besa.

Luego con descaro le dice: He presentado sacrificios de paz y he pagado mis votos. Esto significa que en su casa tenía abundante carne, porque el que ofrecía un sacrificio de paz podía llevar parte del animal sacrificado para comerlo en su casa. Interesante que la mujer extraña, vivía en pecado pero no dejaba de cumplir con los ritos religiosos. Es la hipocresía religiosa.

Después, la mujer extraña, envuelve al joven insensato con un discurso pegajoso, saturado de lisonjas: Te he estado buscando y por fin te encontré. Ven conmigo. Tengo una cama mullida y una habitación perfumada. Te haré muy feliz. Ven, bebamos hasta el fondo la copa del amor. Tenemos toda la noche para entregarnos al placer.

Son palabras convincentes. El joven insensato muestra algo de temor. ¿Y si nos sorprende tu marido? La mujer extraña dice: Ah… mi marido… No te preocupes por él. Se fue a un largo viaje. Llevó mucho dinero porque estará fuera hasta la próxima luna llena. No hay nada que temer. Se ha tendido la trampa. ¿Cuál será el desenlace?

Consideremos la caída del joven falto de entendimiento. Proverbios 7:21-23 dice: «Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, le obligó con la zalamería de sus labios. Al punto se marchó tras ella, como va el buey al degolladero, y como el necio a las prisiones para ser castigado; como el ave que se apresura a la red, y no sabe que es contra su vida, hasta que la saeta traspasa su corazón.»

La mujer extraña doblegó la débil voluntad del joven insensato. A toda prisa siguió a la mujer extraña. Según él, había hecho una maravillosa conquista. La felicidad suprema estaba a la puerta de su existencia.

Pero la realidad era todo lo opuesto. En lugar de felicidad le esperaba desdicha. Por instantes de placer tendrá que pagar todo una vida de vergüenza y dolor. Salomón lo compara con un buey listo para ser degollado, como un prisionero listo para ser torturado, como una ave que raudamente vuela hacia una red. La vida misma del joven falto de entendimiento está en peligro. Muy pronto una saeta le atravesará el corazón. Morirá la inocencia, nacerá la culpa, el dolor, la vergüenza.

Con este antecedente, Salomón nos presenta la lección que los jóvenes deben aprender para evitar cometer el mismo error del joven falto de entendimiento. Proverbios 7:24-27 dice: «Ahora pues, hijos, oídme, y estad atentos a las razones de mi boca. No se aparte tu corazón a sus caminos; no yerres en sus veredas. Porque a muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella. Camino al Seol es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte.»

De una manera tierna, como lo haría un padre con su hijo, Salomón exhorta a los jóvenes a no inclinar el corazón al camino de la mujer extraña ni a extraviarse en sus veredas. La razón para esto es por cuanto muchos han muerto en brazos de la mujer extraña. A pesar de la advertencia, siempre habrá jóvenes insensatos que piensan que ellos serán los primeros en salir bien librados de una aventura escabrosa con la mujer extraña.

No hay tal. El texto dice que aun los más fuertes han sucumbido en los brazos de la mujer extraña, cuánto más los jóvenes faltos de entendimiento. El hecho real es que en lugar de encontrar un oasis de placer, lo que se halla es la puerta del sepulcro que conduce al reino de la muerte.

Cuidado amiga, amigo oyente con jugar con el sexo fuera del marco establecido por Dios, el cual es el matrimonio. Antes de la caída, la aventura inmoral parece tan atractiva, pero después de la caída se muestra tal como es, como algo que lo único que deja es vergüenza, dolor y tragedia.

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