La mentira

El solo hecho de saber que Usted nos está escuchando, es una gran bendición para nosotros. Bienvenida, bienvenido a nuestro estudio bíblico. Seguimos en la serie titulada: La Vida Auténticamente Cristiana y en esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca de lo devastador de la mentira.

Según una de las fábulas de Esopo, una anciana que estaba a punto de perder la vista ofreció a un médico una jugosa recompensa a cambio de un tratamiento que le mejore la vista.

El médico, quien además de médico era un ladrón y mentiroso consumado, solamente se limitaba a untar aceite en los ojos de la anciana y mientras ésta tenía los ojos cerrados, aprovechaba para llevarse una a una las cosas de valor que la anciana tenía en su casa.

Cuando ya no quedaban más cosas que llevarse, el médico dijo a la anciana que el tratamiento había terminado y reclamó la recompensa acordada. Pero la anciana rehusó realizar el pago, por lo cual el médico le llevó a los tribunales de justicia.

En su defensa, la anciana decía a los magistrados: En verdad prometí pagar esa recompensa, pero siempre y cuando me mejore la vista. Pues sucede que antes del tratamiento, al menos veía borrosamente las cosas de mi casa, en cambio ahora, ¡no las veo en absoluto! La mentira es como un bumerang, siempre halla la forma de regresar para golpear al mentiroso.

La mentira es la expresión o manifestación contraria a lo que se sabe o se cree, o se piensa. La Biblia habla mucho sobre la mentira, porque la mentira no debe ser parte de la vida auténticamente cristiana.

La Biblia prohíbe la mentira. Colosenses 3:9 dice: “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos”

La Biblia dice que Dios odia la mentira. Proverbios 6:16-19 dice: “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre los hermanos.”

La mentira está justamente entre las cosas que odia Jehová. La Biblia dice que Dios abomina la mentira. Proverbios 12:22 dice: “Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que hacen verdad son su contentamiento.”

La Biblia dice que la mentira afecta la comunión con Dios. Isaías 59:2-3 dice: “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua.”

La Biblia dice que el diablo es el padre de la mentira. Juan 8:44 dice: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.”

La Biblia dice que el diablo induce a los hombres a la mentira. Hechos 5:3 dice: “Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?”

Estos son sólo unos pocos ejemplos de lo que la Biblia declara acerca de la mentira. ¿Cuál debería ser la actitud de los creyentes hacia la mentira? La Biblia nos da la información al respecto. Debemos aborrecerla. Salmo 119: 163 dice: “La mentira aborrezco y abomino; tu ley amo”.

Además de aborrecerla, los creyentes debemos evitarla. Hablando del pueblo escogido de Dios, el profeta Sofonías dice lo siguiente en el capítulo 3 versículo 13: “El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice.”

Los creyentes también debemos evitar el intimar con los mentirosos, no sólo para no ser víctimas de alguna mentira, sino para no contagiarnos de ellos pensando que la mentira es una buena manera de obtener las cosas que se desea.

Esta es la recomendación de David. Salmo 40:4 dice: “Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.”

En otro pasaje del mismo libro, Salmo 101:7 dice: “No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; el que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos.”

Es tan sencillo deslizarse por el barranco de la mentira, que la Biblia aconseja a los creyentes a orar a Dios pidiendo no caer en la mentira. Salmo 119:29 dice: “Aparata de mí el camino de la mentira, y en tu misericordia concédeme tu ley.”

Cuánta razón tenía David al orar a Dios pidiendo que ponga guarda a su boca. Salmo 141:3 dice: “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios.”

La mentira simplemente no es conveniente para los que están en posición de autoridad. Proverbios 17:7 dice: “No conviene al necio la altilocuencia; ¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!”.

Cuando este texto nos habla de un príncipe, está refiriéndose a alguien con autoridad. Pero no olvide que los creyentes somos, en un sentido espiritual, reyes y sacerdotes de Dios nuestro Padre. Si la mentira no es conveniente para un príncipe terrenal, cuánto menos para un rey y sacerdote espiritual, como somos los creyentes. Esas son las principales actitudes hacia la mentira que un creyente debe formar en su vida. La mentira es en extremo peligrosa.

Note a lo que puede conducir. Lleva a profunda aflicción a los que son víctimas. Proverbios 26:28 dice: “La lengua falsa atormenta al que ha lastimado, y la boca lisonjera hace resbalar”

Es probable que Usted haya probado ya el trago amargo de alguna mentira dicha por alguien en su contra. La tendencia natural es a buscar al que propagó la mentira para darle su merecido, o hacer algo para que a todos les conste que lo que se dijo es mentira. Pero no ceda a este impulso. Lo único que logrará es hacer más grande la herida. Lo mejor es dejar la situación en las manos del Señor.

Deje que él pelee por Usted. Deje que él se encargue de lavar su nombre de la mancha causada por la mentira. Así es, la mentira conduce a la aflicción a sus víctimas. La mentira también conduce a una multiplicación de mentira. El que miente una vez debe necesariamente mentir otra vez para cubrir la primera mentira. De esta manera se produce una multiplicación de mentira. Esto sin contar con que el mentiroso es como un imán para atraer a la mentira.

Proverbios 17:4 dice: “El malo está atento al labio inicuo; y el mentiroso escucha la lengua detractora”

La mentira también conduce a ofensas mucho más graves. Oseas 4:2 dice: “Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden”

La mentira es solo un comienzo de una larga cadena de males que pueden llegar inclusive al asesinato.

También la mentira puede producir un éxito pasajero, el cual es solo presagio del desastre inminente. Proverbios 21:6 dice: “Amontonar tesoros con lengua mentirosa es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte”

El mentiroso se contenta por el aparente éxito de su mentira. Lo que no se da cuenta es que a la vuelta de la esquina está el precipicio donde irán a parar sus huesos cuando caiga en él. La mentira nunca trae beneficio duradero amable oyente.

La mentira también conduce a la exclusión del cielo. Los mentirosos no tendrán parte en el cielo. Apocalipsis 21:27 dice: “No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.”

En concordancia con esto, la Biblia muestra que la mentira conduce al lago de fuego. Apocalipsis 21:8 dice: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

Es el castigo final de Dios a los mentirosos. Salmo 5:6 dice: “Destruirás a los que hablan mentira; al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová.”

Una vez que hemos visto todo esto que declara la Biblia acerca de la mentira, es obvio que debemos hacer lo que sea necesario para librarnos de la mentira.

La sugerencia es reconocer que la mentira es pecado. Si desea librase de la mentira, mírela como Dios la ve, como un pecado, mas no como una debilidad o una mala costumbre, o como una exageración, o algo parecido.

Una vez que ha reconocido la mentira como pecado, es necesario que lo confiese a Dios como tal. Hable con Dios y dígale: Soy mentiroso. Dije esto o aquello, o hice esto o aquello. No se justifique. Cada vez que mienta, vaya a la presencia de Dios para confesarla. En algún momento conseguirá pensar antes de mentir, para evitar la mentira.

Después debe comprometerse delante de Dios a no mentir aunque ponga en riesgo su vida. Odie la mentira y resista mentir a cualquier precio. Además debe orar a Dios para que le libre de la mentira. Así como David quien pedía a Dios que le libre de entrar en el camino de mentira y también pedía a Dios que ponga guarda a sus labios para que jamás salga de su boca una mentira.

Cada día debería adoptar la costumbre de rogar a Dios en oración que la mentira esté lejos de su vida. Si a pesar de todo, cae en la mentira, no piense que todo ha terminado o que no puede luchar contra la mentira. Quebrántese delante de Dios en oración y confiese su pecado y deje que Dios le levante para volver a caminar en la verdad.

No olvide que otra característica de la vida auténticamente cristiana es la ausencia de la mentira.

Deja una respuesta