Cordiales saludos amiga, amigo oyente. Soy David Araya dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. El tema de nuestro estudio es el Evangelio según Mateo, en la serie que lleva por título: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. Hoy estudiaremos acerca del trágico final de la vida de un gran hombre de Dios, acerca de quien Jesús dijo que ningún nacido de mujer se le iguala. Me refiero a Juan el Bautista. En instantes más estará junto a nosotros David Logacho para hablarnos sobre esto.
Gracias David por la introducción. Has hecho referencia al personaje central del pasaje bíblico para nuestro estudio bíblico de hoy. Se trata de Juan el Bautista, sobre quien Jesús efectivamente dijo que entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista. A pesar de su monumental obra, Juan el Bautista terminó su vida trágicamente. Esto nos muestra que hasta los buenos hombres tienen que atravesar por pruebas difíciles. A veces pensamos que si somos fieles a Dios y vivimos en santidad, jamás vamos a atravesar por pruebas difíciles, pero Juan el Bautista nos muestra algo diferente y también los apóstoles nos muestran algo diferente, porque hasta donde se sabe, todos ellos murieron martirizados a excepción del apóstol Juan, aunque en su vejez, fue desterrado a la isla de Patmos a causa de Jesucristo. Los millones de mártires por la causa de Cristo son también una muestra de que no siempre Dios premia a los que le son fieles con prosperidad y larga vida. El evangelio de la prosperidad, tan impulsado en algunos círculos en nuestros días, según el cual, los hijos de Dios debemos ser siempre ricos, estar siempre sanos y ser amados por todos, no se cumplió en Juan el Bautista, ni en los apóstoles, ni en los mártires, ni en los profetas, ni en Jesús. ¿Entonces por qué hay tantos que quieren que lo aceptemos a pie juntillas? Dicho esto, le invito a abrir su Biblia en Mateo capítulo 14 versículos 1 a 12. Quien primero entra en escena es Herodes el tetrarca. Permítame leer los versículos 1 y 2. La Biblia dice: En aquel tiempo Herodes el tetrarca oyó la fama de Jesús y dijo a sus criados: Este es Juan el Bautista; ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes. El nombre Herodes aparece varias veces en el Nuevo Testamento, pero no siempre se refiere a la misma persona. Para evitar confusiones permítame hacer un breve resumen. El fundador de la dinastía fue Herodes el grande quien gobernó Palestina desde el año 37 AC hasta el año 4 DC. No tenía sangre judía porque era edomita, es decir, descendiente de Esaú. El diccionario bíblico de Unger dice que Herodes el grande era un pagano en la práctica y un monstruo en carácter. Tenía nueve esposas, aunque algunos afirman que fueron diez, y no tenía empacho en asesinar a sus propios hijos o esposas, si estos se le interponían en la consecución de sus planes. Este es el Herodes que ordenó la matanza de los niños menores de dos años en Belén, en un vano intento por acabar con la vida del niño Jesús. Luego tenemos a Herodes Antipas, el Herodes del pasaje bíblico que estamos estudiando. Fue hijo de Herodes el grande. Se parecía mucho a su padre. Antipas significa: el retrato de su padre. Se le conocía como Herodes el tetrarca. Tetrarca significa el gobernante en la cuarta parte del reino. Ejerció funciones desde el año 4 DC hasta el año 39 DC y gobernó con engaño y codicia. Amaba el lujo y era muy ambicioso. Luego tenemos a Herodes Agripa. Este es el Herodes que hizo apresar a Pedro e hizo matar a Jacobo. Era nieto de Herodes el grande. Después está Herodes Agripa II. Este es el Herodes que participó en el juicio contra el apóstol Pablo. Fue hijo de Herodes Agripa I. Todos estos Herodes tenían sangre edomita, y como su antepasado Esaú, eran en el fondo enemigos de los judíos. Practicaban la religión judía sólo porque les convenía para sus intereses políticos y económicos. Ahora que tenemos una buena idea de los Herodes del Nuevo Testamento, concentrémonos en Herodes Antipas, el personaje de nuestra historia. Dice el texto leído que este Herodes oyó la fama de Jesús. Esto significa que de alguna manera llegó a sus oídos la noticia del maravilloso poder de Jesús tanto para enseñar como para hacer milagros. Pero Herodes era un perseguido por su propia conciencia, porque no mucho tiempo atrás había ordenado la muerte de Juan el Bautista. Abrumado por el peso de su propia conciencia, Herodes comunicó a sus criados que Jesús no puede ser otro sino Juan el Bautista resucitado de entre los muertos. Según él, esta sería la razón para que Jesús tenga tantos poderes. ¿Ve amigo oyente? Es terrible vivir atormentado debajo del peso de una conciencia sucia. Como bien afirma el dicho: El que nada debe, nada teme. Pero veamos como se dieron los hechos que condujeron a la trágica muerte de Juan el Bautista por orden de Herodes el tetrarca o Herodes Antipas. Permítame leer el pasaje bíblico en Mateo 14:3-12. La Biblia dice: Porque Herodes había prendido a Juan, y le había encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; porque Juan le decía: No te es lícito tenerla. Y Herodes quería matarle, pero temía al pueblo; porque tenían a Juan por profeta Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes, por lo cual éste le prometió con juramento darle todo lo que pidiese. Ella, instruida primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista. Entonces el rey se entristeció; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la diesen, y ordenó decapitar a Juan en la cárcel. Y fue traída su cabeza en un plato, y dada a la muchacha; y ella la presentó a su madre. Entonces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo y lo enterraron; y fueron y dieron las nuevas a Jesús. Mateo está mirando hacia atrás mientras escribía su Evangelio, para relatar el fatal incidente que acabó con la vida de Juan el Bautista. Todo comenzó con los típicos problemas de faldas en la perversa descendencia de Herodes el grande. Sucede que Herodes Antipas, siendo casado con la hija de Aretas IV, rey de los nabateos, le puso el ojo, o digámoslo más claramente, se enamoró de Herodías quien era la esposa de un hermanastro de Herodes Antipas, quien se llamaba Felipe I. Tenemos a un tipo casado, enamorando a su propia cuñada. Para complicar más el ya difícil panorama, además, Herodías era sobrina de Felipe I y por ende también sobrina de Herodes Antipas. Diríamos entonces que la sobrina se casó con un tío y otro de los tíos se enamoró de ella. Qué lío, ¿verdad? El asunto degeneró en que Herodes Antipas se divorció de su legítima esposa y la devolvió al suegro. Esto provocó la guerra con Aretas IV en la que Herodes Antipas fue derrotado, en el año 36 DC. Una vez divorciado, Herodes Antipas no hizo otra cosa sino convivir con su sobrina, cuñada y amante, Herodías. Cuando Juan el Bautista lo supo, confrontó a Herodes Antipas con su pecado y le invitó a arrepentirse y abandonar el pecado. Juan el Bautista sabía que el pecado de los gobernantes contamina a la nación y es motivo para que Dios derrame su justo juicio sobre la nación entera. Bien por Juan el Bautista, quien denunció el pecado sin importar de quien se trate y sin importar las consecuencias que eso le pueda ocasionar. En lugar de oír la exhortación, Herodes Antipas encerró a Juan el Bautista en prisión. Pero parece que aún desde la prisión, Juan el Bautista denunciaba el pecado de Herodes Antipas y Herodías, porque Herodes Antipas quería matarle, pero temía a pueblo, porque tenían a Juan el Bautista como profeta. En el relato paralelo según Marcos se hace notar que Herodías también acechaba a Juan el Bautista y deseaba matarle y no podía. Pero la ocasión se presentó cuando se celebraba la fiesta de cumpleaños de Herodes Antipas. La hija que Herodías tuvo con Felipe 1 realizó una danza exótica que llevó a Herodes Antipas al delirio. Herodes Antipas estaba tan extasiado por el acto de la hija de Herodías que sin pensar en lo que decía prometió con juramento darle todo lo que pidiese. Instruida por Herodías, su hija pidió a Herodes Antipas que le de en un plato la cabeza de Juan el Bautista. Entonces Herodes Antipas, se entristeció por el pedido que hacía la muchacha, pero a causa del juramento y de la gente que estaba en presencia del rey ordenó que Juan el Bautista sea decapitado en la cárcel. En una escena de lo más macabra, la hija de Herodías recibió como premio por su danza, la cabeza del hombre más grande nacido de mujer, Juan el Bautista. Tiempo más tarde, Herodes Antipas oyó sobre la fama de Jesús y el peso de su conciencia le hizo pensar que se trataba de Juan el Bautista resucitado. Endurecido en su pecado, Herodes Antipas se propuso acabar con la vida de Jesús, así como acabó con la vida de Juan el Bautista. Lucas 13:31-32 dice: Aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. Y les dijo: Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra. Jesús no se amedrentó en absoluto por la amenaza de Herodes Antipas. Sabía que su vida dependía de lo que su Padre había determinado para él, no de lo que Herodes Antipas deseaba hacerle. En un tono enérgico pide a los fariseos que hagan saber a Herodes Antipas lo que estaba haciendo y sobre todo expresa su confianza en que nada le pasará hasta que termine su obra. Pero note la manera como Jesús trató a Herodes Antipas. Al decirle: aquella zorra, está manifestando lo vil del carácter de Herodes Antipas. Todo lo que Herodes Antipas deseaba contra Jesús se le vino contra él porque Dios le tomó cuentas. La historia muestra que Herodes perdió prestigio y poder. Sus ejércitos fueron derrotados por los ejércitos árabes y sus ansias de abarcar más territorio, lo cual era más el deseo de Herodías, no se dieron, porque el Emperador Calígula no se lo permitió. Finalmente Herodes Antipas fue desterrado a Galia, donde hoy es Francia y luego a España, en donde murió. Con Dios no se puede jugar amable oyente. De Juan el Bautista aprendemos que el pecado se debe denunciar aun al riesgo de perder la vida. De Herodes Antipas aprendemos que la fuerza de la pasión inmoral es capaz de arrastrar a una persona a cometer los peores pecados y termina por destruir al pecador. Lecciones importantes para la vida.
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