Qué grato es estar junto a usted, amiga, amigo oyente. La Biblia Dice… le da la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Romanos en la serie que lleva por título: Romanos, la salvación por gracia por medio de la fe en Cristo Jesús. En el estudio bíblico de hoy, David Logacho nos va a hablar de tres gemidos por una futura liberación.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en el libro de Romanos capítulo 8, versículos 18 a 27. En nuestro estudio bíblico último, Pablo puso muy en claro el futuro glorioso que espera al creyente. La última parte de Romanos 8:17 dice: “para que juntamente con él seamos glorificados” Esta glorificación futura del creyente no está libre de padecimientos, porque es a través del padecimiento que se llega a la exaltación. Esto nos abre el camino para el tema de hoy. La creación gime por la futura restauración, el creyente gime por la futura glorificación de su cuerpo, y el Espíritu Santo gime a favor del creyente en su oración. Vayamos a lo primero. El gemido de la creación por la futura restauración. Romanos 8:18-22 dice: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujeta a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” El padecimiento es parte integral de la experiencia cristiana. Todo creyente que esté viviendo en el temor de Dios sufrirá algún tipo de padecimiento, pero este padecimiento, o las aflicciones del tiempo presente, según el vocabulario de Pablo, no son en absoluto comparables con la gloria que en nosotros los creyentes ha de manifestarse. Esto es una referencia a la resurrección del cuerpo del creyente y a la subsiguiente total semejanza a Cristo, lo cual es la gloria eterna del creyente. Cuanto Cristo regrese, los hijos de Dios compartirán su gloria. Ahora note algo muy interesante, la creación entera anhela ardientemente que los creyentes sean glorificados. Esto es así por cuanto cuando los creyentes seamos glorificados, la creación también será libertada de las actuales condiciones que la tienen dominada. Dice el texto que la creación fue sujeta a vanidad, no por su propia voluntad, sino a causa del hombre. Fue el hombre, la cabeza de la creación, quien cuando cayó en pecado, ocasionó que la creación sea sujeta a vanidad. Sin embargo, a través de la perfecta y gloriosa obra del Hijo de Dios, los hijos de Dios llegarán a disfrutar de una gloriosa libertad y esto marcará el momento cuando la creación también disfrutará de una gloriosa libertad. En cualquier lugar de la creación que miremos vamos a encontrar vestigios de la esclavitud de corrupción a la que por ahora está sujeta la creación. Pero no va a ser así para siempre, porque está próxima su libertad, tan pronto los hijos de Dios sean glorificados. Esto se cumplirá en el reino milenial de Cristo sobre la tierra. Tal es el anhelo de la creación por ser liberada de la esclavitud a la corrupción, que Pablo personaliza a la creación y dice que gime a una y a una está con dolores de parto. Así es amable oyente. Vivimos en una creación que gime a una y a una está con dolores de parto esperando el momento sublime cuando será liberada de la corrupción. Esta liberación tendrá lugar cuando Cristo venga por segunda vez a la tierra juntamente con los que somos de él, y aquí en la tierra comience el reino milenial. Pero no solo la creación gime por su liberación. También el creyente gime por su liberación. Romanos 8:23-25 dice: “y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.” Si, la creación gime a una y a una está con dolores de parto por su liberación, pero ¿qué de los creyentes? Pues los creyentes también gemimos dentro de nosotros mismos. Nuestro gemir no es por obtener la salvación, porque por la gracia de Dios ya somos salvos. Nuestro gemir es por la adopción. ¿A qué se refiere esto? Pues tiene que ver con el cuerpo. La redención de nuestro cuerpo, dice el texto. El proceso de adopción comenzó en la eternidad pasada cuando el creyente fue escogido por Dios, luego avanzó hasta el momento cuando el creyente llega a ser hijo de Dios al recibir a Cristo como Salvador, y culminará con la glorificación cuando nuestros cuerpos corruptibles y contaminados, lleguen a ser incorruptibles o incontaminados, bien sea como resultado de la resurrección en los creyentes que hayan muerto físicamente, o bien sea como resultado de la transformación en los creyentes que no hayan muerto físicamente. Todo creyente gime por esta bendición de la redención de su cuerpo. No es fácil vivir en un cuerpo sujeto a las consecuencias de la caída en pecado. El cuerpo envejece, se enferma, y peor todavía, constantemente sugiere que se le satisfaga en maneras contrarias a la voluntad de Dios. Al mirar esta realidad, el genuino creyente gime a una y a una está con dolores de parto esperando la redención de su cuerpo. Interesante como Pablo describe a los creyentes. Dice que tenemos las primicias del Espíritu. Así como los primeros frutos que aparecen en un árbol proveen esperanza de una cosecha abundante, el fruto que por ahora el Espíritu Santo produce en la vida del creyente nos da esperanza de que un día seremos como Cristo. La futura redención de nuestro cuerpo es la esperanza de todo verdadero creyente. Porque en esperanza fuimos salvos dice Pablo. Esta esperanza todavía no se ha hecho una realidad, si fuera una realidad, ya no se hablaría de una esperanza, pero por el hecho que todavía no es una realidad, con paciencia lo aguardamos. De modo que la creación gime a una y a una está con dolores de parto esperando su liberación, el creyente también gime esperando su glorificación. Pero no sólo ellos gimen. También gime el Espíritu Santo. Romanos 8:26-27 dice: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” Así como la creación y el creyente gimen por su total restauración, el Espíritu Santo también gime. El Espíritu Santo llega a ser el Espíritu de intercesión al corazón consagrado. Tenemos dos abogados. Tenemos un abogado con el Padre, quien intercede por nosotros a la diestra de Dios; pero tenemos también un abogado con el Padre, quien intercede por nosotros desde adentro de nosotros, ayudándonos en nuestras oraciones y presentándolas por medio de Cristo a Dios. Necesitamos este abogado. Nosotros no sabemos qué pedir, ni sabemos como orar, pero el Espíritu Santo coloca en el corazón santificado los deseos que no entendemos y los gemidos que nosotros mismos no podríamos articular ni comprender. Pero Dios comprende, y Él, con tierno corazón de Padre, siempre escudriña los corazones para encontrar la oración del Espíritu y contestarla en bendición. Él no espera hasta que la oración sea formalmente presentada, sino que escudriña el corazón y encuentra muchas oraciones que nosotros ni hemos descubierto, y él contesta muchos clamores que nosotros ni hemos entendido. Observe amable oyente que es el Espíritu Santo quien intercede por nosotros ante Dios con gemidos indecibles. Gemidos indecibles significa un lenguaje propio de la trinidad que no se puede expresar con palabras. Este pasaje bíblico no apoya la idea de orar a Dios con un balbuceo en estado de éxtasis. De modo que, amable oyente, la creación gime a una y a una está con dolores de parto esperando su restauración gloriosa. El creyente también gime por la futura redención de su cuerpo y el Espíritu Santo gime ante Dios a favor del creyente en su oración. Es bueno pensar que las cosas no va a ser para siempre tal como están en la actualidad. Está cercano el momento cuando los creyentes disfrutaremos de nuestros cuerpos glorificados, la creación disfrutará de una liberación total de la esclavitud en la que se encuentra hoy. Gracias a Dios porque nada ha sido dejado de lado.
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