Qué grato es saludarle mi amiga, mi amigo. Soy David Araya dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el Evangelio según Mateo, en la serie titulada: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. En esta oportunidad, David Logacho nos hablará acerca de la última cena del Señor Jesucristo con sus discípulos.
Es una bendición para mí saber que usted me está escuchando amable oyente. En nuestro estudio del Evangelio según Mateo, llegamos a aquella parte en la cual el Señor Jesús está en Betania, en la casa de Simón el leproso. Allí se le acerca una mujer con un vaso de alabastro de perfume de gran precio y lo derrama sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa. Al mirar esta maravillosa obra de adoración al Señor Jesús, Judas Iscariote, uno de los doce y quien estaba pronto a traicionar al Señor Jesús, levanta su voz de protesta, considerando que lo que acabó de hacer la mujer fue un desperdicio. Para disfrazar su hipocresía y su codicia, inclusive dijo, que si se hubiera vendido ese fino y fragante perfume, se hubiera obtenido como 300 denarios para ayudar a los pobres. ¡Mentira! Lo que Judas Iscariote quería en realidad era más dinero en la bolsa, porque como era ladrón, sustraía dinero de la bolsa. El Señor Jesús reprochó a los que molestaron a la mujer y alabó la obra de la mujer. Este hecho, debe haber exasperado grandemente a Judas Iscariote, y tal vez eso le motivó más a buscar la forma de traicionar al Señor Jesús. Esto crea el ambiente para introducirnos en el estudio de hoy. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Mateo 26 a partir del versículo 14. Voy a leer el pasaje bíblico entre los versículos 14 a 16. La Biblia dice: Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.
Aquí nos encontramos frente a frente con Judas Iscariote, personaje de triste recordación. El Nuevo Testamento no revela nada en cuanto a su origen, sólo muestra lo profundo de su malvado corazón. Judas Iscariote pasó como tres años junto al Señor Jesús, vio de primera mano su poder divino, inclusive, al igual que los otros apóstoles, debe haber recibido poderes sobrenaturales para cumplir con la comisión que el Señor Jesús encargó a todos sus apóstoles. Pero la presencia de poderes sobrenaturales en una persona no es garantía de que esa persona esté haciendo la voluntad de Dios. Judas Iscariote sería un típico ejemplo. Lleno de ira y odio al Señor Jesús se fue a buscar a los principales sacerdotes, quienes habían decidido ya prender a Jesús con engaño para matarlo. La visita de Judas Iscariote les debe haber caído como anillo al dedo a los principales sacerdotes. Judas Iscariote no andaba por las ramas sino que fue directo al grano. Mirando a los principales sacerdotes les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? De alguna manera, los principales sacerdotes ofrecieron a Judas Iscariote treinta piezas de plata. Judas Iscariote aceptó. A partir de ese momento, Judas Iscariote buscaba la ocasión para entregar a traición al Señor Jesús. Las treinta piezas de plata que los principales sacerdotes ofrecieron a Judas Iscariote, era lo que se pagaba para comprar un esclavo. ¿Qué es lo que llevó a Judas Iscariote a tan terrible situación? Bueno, por un lado su codicia por el dinero, a lo mejor su sed de poder pero quien sabe qué más, pero por otro lado, simplemente fue el instrumento para que se cumpla algo que Dios había determinado con anticipación. Aún los errores del hombre Dios los utiliza para cumplir con su plan soberano. Dejemos a Judas Iscariote masticando su odio contra el Señor Jesús y pasemos a mirar lo que se conoce como la última cena. Se encuentra en Mateo 26 a partir del versículo 17. Lo que primero notamos son los preparativos para la última cena. Leo en Mateo 26:17-19. La Biblia dice: El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua? Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos. Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.
La fiesta de la pascua que se celebraba el 14 de Nisán y la fiesta de los panes sin levadura, que duraba siete días y que comenzaba el 15 de Nisán, estaban tan cerca que a esos ocho días se les llamaba a veces pascua o a veces fiesta de los panes sin levadura. Las circunstancias hacen pensar que se trataba del día de la preparación de la pascua. Debe haber sido Miércoles después de las seis de la tarde. El día judío comenzaba a las 6 de la tarde. Ese día, se tenía que eliminar toda la levadura de las casas de los judíos. Luego, entre las dos tardes, es decir entre las tres y las cinco ya del Jueves, se debía sacrificar el cordero pascual, se rociaba con la sangre del cordero pascual el altar del sacrificio, se llevaba el cordero inmolado a la casa y se lo asaba completo, para comérselo con panes sin levadura, yerbas amargas, lo cual era una pasta hecha de manzanas machacadas, dátiles, granadas y nueces, en la cual se mojaba el pan, y vino. Pasadas las 6 de la tarde del miércoles, los discípulos vienen a Jesús y le preguntan: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua? La respuesta del Señor Jesús fue: Id a la ciudad, se entiende a la ciudad de Jerusalén, allí estará cierto hombre, decid a este hombre: El maestro dice: Mi tiempo está cerca, se entiende que el Señor Jesús se estaba refiriendo a su tiempo para ser sacrificado; así que, en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos. Los discípulos hicieron como el Señor Jesús ordenó, y prepararon la pascua. En segundo lugar, encontramos al Señor Jesús y sus discípulos en la última cena. Permítame leer Mateo 26:20-25. La Biblia dice: Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce. Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor? Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar. A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho.
Respetando como el que más a fieles hermanos que opinan diferente, a mi parecer, esto debe haber sucedido el miércoles por la noche. No se trata entonces de la cena pascual en la cual se comía el cordero pascual asado con los demás ingredientes, sino de otra cena entre el Señor Jesús con sus discípulos. Juan 18:28 dice que la mañana del día que el Señor Jesús fue crucificado, los judíos todavía no habían comido la pascua, esperaban comerla el día que el Señor Jesús fue crucificado, por la noche, es decir las primeras horas del 15 de Nisán, el primer día de la fiesta de los panes sin levadura. Recuerde que el cordero pascual se inmolaba entre las dos tardes del 14 de Nisán, esto significa entre las 3 y las 5 del 14 de Nisán, que para nosotros vendría a ser jueves entre las 3 y las 5. Luego se comía el cordero pascual la noche del Jueves, hasta antes de la media noche, esto ya dentro del 15 de Nisán, el primer día de los panes sin levadura. Así que, la noche del miércoles, el Señor Jesús se sentó a la mesa con los doce, Judas Iscariote entre ellos. Mientras comían, el Señor Jesús anunció que uno de los que estaban allí le iba a entregar. Esto debe haber caído como un balde de agua fría a todos menos a Judas Iscariote, porque el ya había decidido entregar al Señor Jesús. Esto explica que los once se hayan entristecido en gran manera y que cada uno de ellos haga la pregunta al Señor Jesús: ¿Soy yo, Señor? Mientras los discípulos preguntaba, el Señor Jesús hizo esa famosa declaración: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar. Luego el Señor Jesús añadió: A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él. El Señor Jesús no era víctima de Judas Iscariote ni de los principales sacerdotes con quienes se complotó. Lo que iba a pasar era algo que Dios en su soberanía había decidido de antemano. Judas Iscariote era simplemente el instrumento para que se cumpla la voluntad de Dios. Sin embargo, Judas Iscariote no era inocente. Por eso el Señor Jesús dijo: mas ¡ay de aquel hombre porque quien el Hijo del Hombre es entregado! Era tan serio lo que Judas Iscariote estaba haciendo, que hubiera sido preferible que no hubiera nacido. Judas Iscariote fue quien metió su mano en el plato con el Señor Jesús, y así se identificó al traidor. Pero en el colmo de la hipocresía, Judas Iscariote preguntó al Señor Jesús: ¿Soy yo, Maestro? La respuesta del Señor Jesús lo confirmó todo: Tú lo has dicho. Luego acontecieron otros hechos que serán materia de nuestro próximo estudio bíblico. De la traición de Judas Iscariote aprendemos que estar rodeado de personas del calibre del Señor Jesús y sus discípulos no es garantía de que alguien sea un genuino creyente. Judas Iscariote es el prototipo del apóstata. Alguien que por un buen tiempo, por afuera parecía ser del Señor, pero en el fondo no lo era. Si Usted nunca ha recibido a Cristo como su Salvador, no es salvo, no importa cuan buena sea la iglesia donde se congrega, o cuan buenos seas sus líderes, o cuan buena sea la doctrina.
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