Es un gozo saludarle amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido a una nueva serie de estudios bíblicos. Nuestro tema de estudio a partir de este día es la primera epístola de Pablo a los Corintios. Esta serie lleva por título: Un mensaje oportuno para una iglesia en crisis. En instantes más estará con nosotros David Logacho para hacer una introducción a este instructivo libro de la Biblia.
Para el buen observador no revestirá mucho problema llegar a la conclusión que la mayoría de las iglesias locales cristianas evangélicas están sumidas en una profunda crisis en todo sentido.
La palabra de Dios está siendo reemplazada por la palabra del hombre. Las experiencias ya no se juzgan por lo que dice la Biblia sino que la Biblia se juzga por lo que dicen las experiencias.
Las experiencias han llegado a ser más importantes que la misma Biblia. La iglesia local ha llegado a ser el medio para el enriquecimiento ilícito de tantos supuestos pastores que sin vergüenza ninguna viven en la opulencia a costilla de cientos y tal vez miles de sencillos hermanos en la fe que han sido manipulados para dejarse meter la mano en el bolsillo.
Se piensa que prosperidad económica es señal de madurez espiritual. En muchas iglesias hoy en día ya no se habla de pecado ni de infierno, ni de vivir en santidad, porque estos asuntos ahuyentan a la gente. Es preferible hablar de lo que a la gente le gusta oír para llenar las sillas del auditorio y en consecuencia para llenar las arcas de la iglesia local. Se ha sacrificado la santidad en el altar de la prosperidad material. No hay problema con que los creyentes sean homosexuales o lesbianas o vivan juntos sin casarse o recurran al aborto para resolver el problema de un embarazo no deseado. No hay problema con destruir una relación matrimonial con un divorcio.
Todo esto es aceptable en un buen número de iglesias locales cristianas evangélicas. Al mirar este escenario es inevitable llegar a la conclusión que la iglesia está en una profunda crisis.
Pero esta crisis no es reciente. Desde su mismo nacimiento la iglesia cristiana ha sufrido un permanente asedio de falsa doctrina y falsa práctica. Por eso es que el Nuevo Testamento contiene abundante exhortación para reconocer y confrontar la mala doctrina y la mala práctica.
Una de esas exhortaciones es justamente la primera epístola de Pablo a los Corintios. De modo que será bueno para la iglesia en cualquier época el prestar oído a lo que Dios por medio de su Espíritu dice en esta instructiva carta. Es un mensaje oportuno para una iglesia en crisis.
Antes de ir al análisis del contenido de la carta es necesario ocuparnos de algunos detalles que nos ayudarán a una mejor comprensión de su mensaje. El autor de la carta, como ya se ha indicado, es el apóstol Pablo. Tanto la evidencia interna como la evidencia externa apoyan esta aseveración.
En cuanto a la evidencia interna, en la misma carta se identifica a Pablo como el autor de ella. En cuanto a la evidencia externa, la paternidad literaria de Pablo fue reconocida por quienes se les conoce como padres de la iglesia, en fechas tan tempranas como el año 95 DC por parte de Clemente de Roma.
Pablo llegó por primera vez a Corinto en su segundo viaje misionero. Al llegar a Corinto, Pablo encontró a Priscila y Aquila con quienes se hospedó. Fiel a lo que fue llamado, Pablo predicaba el evangelio en la sinagoga de los judíos.
Unos pocos judíos aceptaron el mensaje de Pablo y recibieron a Jesucristo como su Salvador, pero la gran mayoría lo rechazó. A partir de ese momento, Pablo comenzó a anunciar el mensaje del evangelio a los gentiles, en la casa de Justo. Así permaneció por espacio de un año y seis meses. Inmediatamente después los judíos opuestos a Pablo convencieron al procónsul romano Galión para que lo tome preso acusado de honrar a Dios contra la ley.
Cuando Galión se dio cuenta de que se trataba de un asunto fuera de su competencia, echó del tribunal a Pablo y a los judíos. Al salir del tribunal, los griegos se apoderaron de Sóstenes, principal de la sinagoga, y le golpearon ante la impavidez del procónsul Galión. A pesar de la oposición, Pablo se quedó más tiempo en Corinto hasta que partió hacia Siria con Priscila y Aquila.
Durante el tiempo que Pablo permaneció en Corinto dejó plantada una iglesia que muy pronto comenzó a abrir la puerta a todo tipo de desordenes tanto en lo doctrinal como en la conducta. Esta situación llegó a oídos de Pablo, tanto por una carta como por un informe verbal, mientras se encontraba en Éfeso durante su tercer viaje misionero y esto motivó la carta que estamos por estudiar.
El origen de los problemas en la iglesia en Corinto estaba estrechamente relacionado con el trasfondo de los tiernos creyentes que allí se congregaban. Al menos en lo que respecta a los gentiles, venían de un trasfondo totalmente pagano, caracterizado por la inmoralidad sexual.
Para entenderlo, será necesario hacer una breve referencia a la ciudad de Corinto en aquella época. La ciudad de Corinto estaba localizada al sur de Grecia, en lo que constituía la provincia romana de Acaya, a unos 70 Km. al oeste de Atenas. Esta parte inferior de Grecia, el Peloponeso, está conectada con el resto de Grecia por un istmo de unos 7Km de ancho, el cual está limitado al este por el golfo Sarónico y en el oeste por el golfo de Corinto. La ciudad de Corinto está casi a la mitad del istmo y tiene una posición prominente sobre una meseta.
Por muchos siglos, todo el tráfico por tierra de norte a sur en esa zona tenía que pasar por esta ciudad o por cerca de ella. Por cuanto el viaje por mar rodeando el Peloponeso implicaba un trayecto de 400 km de peligrosa travesía, los capitanes preferían cruzar el istmo cerca de Corinto haciendo rodar las naves sobre tierra. Siglos más tarde se construyó un canal para atravesar el istmo.
Es comprensible por tanto que Corinto haya llegado a ser una ciudad muy prospera en todo sentido. Allí se llevaban a cabo los famosos juegos istmicos, superados únicamente por los juegos olímpicos de Atenas.
Como muchas ciudades griegas antiguas, Corinto tenía su Acrópolis, o ciudad elevada, la cual se ubicaba a 650 m de altura y se usaba tanto para defensa como para fines religiosos paganos.
El edificio más prominente en la acrópolis era el templo a Afrodita, la diosa griega del amor. Allí vivían y trabajaban unas 1000 sacerdotisas que ejercían la prostitución como una forma de adoración a su diosa pagana, quienes por la noche descendían a la ciudad para ofrecer sus servicios a los ciudadanos y los visitantes.
Esto hizo que en Corinto impere la corrupción moral al punto que el sólo nombre de Corinto era sinónimo de desenfreno moral. Inclusive se acuñó el verbo «corintianizar» para dar a entender que alguien está participando en la peor orgía imaginable.
Los creyentes de la naciente iglesia cristiana en Corinto, provenían de este trasfondo y lamentablemente, al menos en el tiempo que Pablo les escribe esta carta, estaban tratando de vivir un doble estilo de vida. Un pie en el cristianismo y el otro pie en su viejo estilo de vida. Esto estaba causando serios estragos en la iglesia en Corinto.
Muy bien. Hemos hablado del autor de la carta, de la ciudad de Corinto y de las circunstancias que motivaron al apóstol Pablo a escribir esta carta.
Finalmente, debemos indicar que la primera carta de Pablo a los Corintios fue escrita aproximadamente en la primera mitad del año 55 DC, desde Éfeso, mientras Pablo estaba en su tercer viaje misionero. Esto significa que la iglesia en Corinto tenía alrededor de tres años de existencia cuando Pablo escribe esta primera carta. No era una iglesia muy antigua que digamos, pero ya estaban presentes los problemas que también están presentes en la actualidad.
Así que, 1 Corintios es un mensaje oportuno para una iglesia en crisis. Este mensaje fue precisamente lo que la iglesia en Corinto necesitaba escuchar y es también lo que precisamente muchas iglesias locales cristianas evangélicas de la actualidad necesitan escuchar. Dios espera de los creyentes un rompimiento con el estilo de vida que llevaban antes de ser creyentes. 2 Corintios 5:17 dice: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.»
Sin presumir que se ha llegado a la perfección absoluta, porque eso es imposible mientras estemos a este lado del cielo, la iglesia de Cristo debe procurar vivir en santidad.
Otro apóstol, Pedro, habla sobre esto en su primera carta capítulo 1 versículos 14-16 donde dice: «como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.»
Cuando el apóstol Pablo supo que las cosas no estaban bien en la iglesia de Corinto, no se hizo de la vista gorda, pretendiendo ignorar los errores que se estaban cometiendo. Hizo lo que todo anciano o pastor debería hacer. Enfrentó el asunto en forma radical para mantener una sana doctrina y una sana práctica.
Mi oración es que por la gracia de Dios atesoremos los principios bíblicos en la primera epístola de Pablo a los Corintios y sobre todo, que los pongamos en práctica.
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