Qué gozo estar nuevamente junto a usted, amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Proverbios en la serie que lleva por título: Proverbios, sabiduría celestial para la vida terrenal. David Logacho nos guiará en el estudio de la primera parte del capítulo 26.
Prosiguiendo con el estudio del libro de Proverbios, llegamos al capítulo 26. El versículo 1 dice así: «Como no conviene la nieve en el verano, ni la lluvia en la siega, así no conviene al necio la honra.» Si cayera nieve en época de verano, sería algo inesperado y tal vez desastroso para la naturaleza. Igualmente si llueve en la época de la cosecha, sería desastroso para el agricultor. Son cosas que no se desean y realmente no se esperan. De la misma manera, no se desea y no se espera que un necio sea colmado de honores. ¿Por qué? Pues porque los honores harán que el necio se hunda más en la necedad. El necio pensará que como ha sido honrado, está haciendo algo bueno. Proverbios 26:2 dice: «Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa.» Este proverbio tiene que ver con un necio que sin motivo alguno pronuncia maldición sobre una persona. El proverbista dice que así como un gorrión o una golondrina jamás se posará sobre la cabeza de una persona, la maldición sin motivo del necio tampoco tendrá efecto sobre la persona a quien dirige la maldición. Balaam trató de maldecir al pueblo de Israel, pero no lo logró. Ahora tenemos Proverbios 26:3 donde dice: «El látigo para el caballo, el cabestro para el asno, y la vara para la espalda del necio.» Así como el caballo no obedece sino se le castiga con látigo, y de igual manera el asno no obedece sino se la castiga con cabestro, el necio también no obedece si no se le castiga con vara en la espalda. ¡Qué triste es la condición de un necio! Para que haga lo que es correcto necesita experimentar dolor físico. David, el salmista dice algo muy significativo sobre esto. Se encuentra en Salmo 32:9 «No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti.» Tenemos ahora Proverbios 26:4-5 donde dice: «Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él. Responde al necio como merece su necedad, para que no se estime sabio en su propia opinión» Este proverbio ha hecho resbalar a muchos pensando que existe una contradicción. Al inicio del proverbio dice: Nunca respondas al necio. Sin embargo, más adelante dice: Responde al necio. La clave para entender el significado del proverbio y para hacer desvanecer la aparente contradicción, radica en mirar lo que sigue después de cada declaración. Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad para que no seas tú también como él. Se debe responder al necio, pero con altura, con amabilidad, con sabiduría. Si se responde al necio con insultos, sin amabilidad y sobre todo sin sabiduría, estaremos cayendo al mismo plano en el que el necio está. Por eso dice el proverbio: Responde al necio como merece su necedad. Esto significa: No te quedes callado. Con tranquilidad, amabilidad y sabiduría, haz notar lo errado que está el necio. Esto ayudará al necio a comprender que estaba equivocado y tal vez le motive a cambiar su manera de pensar o de actuar. Ahora tenemos Proverbios 26:6 donde dice: «Como el que se corta los pies y bebe su daño, así es el que envía recado por mano de un necio.» Enviar un mensaje importante por medio de un necio es equivalente a hacerse un grave daño uno mismo. El proverbio lo compara con cortarse uno mismo los pies o con beber uno mismo algo que es venenoso. El necio fallará en entregar ese mensaje importante, lo cual traerá profundo malestar a quien le envió. Los creyentes somos mensajeros de nuestro Padre celestial. ¿Qué tipo de mensajeros somos? Quiera Dios que no seamos mensajeros necios. ¿Se sentirá Dios frustrado con nosotros como mensajeros? Usted tiene la respuesta. A continuación tenemos Proverbios 26:7 donde dice: «Las piernas del cojo penden inútiles; así es el proverbio en la boca del necio» Una persona paralizada no puede usar sus piernas, aunque las piernas estén intactas. Las piernas no le sirven a una persona paralítica. Esto es muy obvio. Pues obvio también debería ser que no le sirve para nada a un necio el pronunciar un dicho sabio o un proverbio. El necio no sabrá lo que el dicho sabio significa, no sabrá donde ni cómo aplicarlo. Será como un loro repitiendo cosas que de ninguna manera puede entender. Me parece muy interesante que los proverbios rinden su beneficio, no cuando se los repite de memoria como loros, sino cuando se los entiende y sobre todo cuando se los aplica al diario vivir. Viene ahora Proverbios 26:8 donde dice: «Como quien liga la piedra en la onda, así hace el que da honra al necio.» La persona que pretende lanzar una piedra con una honda, toma la piedra, la coloca en la honda, tensa la cuerda, apunta y suelta la piedra. La piedra se dirigirá a toda velocidad hacia el blanco elegido. ¿Pero qué tal si esta persona ató firmemente la piedra a la onda? Lo que pasará es que la piedra nunca saldrá de la onda. Claro, porque está atada o ligada a la honda. Algo absurdo. Pues igual de absurdo es dar honra a un necio. Al hacerlo, lo único que se logrará es promover la necedad. El necio pensará que está haciendo algo brillante y por eso está siendo honrado. A continuación tenemos Proverbios 26:9. Dice así: «Espinas hincadas en mano del embriagado, tal es el proverbio en la boca de los necios» Aprecio tanto el sentido del humor en algunos pasajes de la Biblia. Este es uno de ellos. Sólo con imaginarme se me dibujaba una sonrisa en el rostro. Se trata de un borracho que por alguna razón, tiene incrustadas algunas molestas espinas en su mano. Como está borracho, sus reflejos están alterados, su visión está borrosa, le tiembla el pulso, le cuesta tanto mantener el equilibrio. Quizá cerrando uno de los ojos para enfocar mejor lo que quiere ver emprende la tarea imposible de sacarse esas moletas espinas de su mano. ¡Pobre! Nunca lo conseguirá. Será como un cirujano tratando de hacer una compleja cirugía de cerebro con guantes de box. Tarea imposible. Igualmente imposible es que un proverbio le sirva de beneficio a un necio cuando no lo entiende en absoluto. Una vez más, los proverbios sirven solamente cuando se los entiende y se los aplica al diario vivir. A continuación tenemos Proverbios 26:10 donde dice: «Como arquero que a todos hiere, es el que toma a sueldo insensatos y vagabundos.» Cuando algo es impredecible y reviste un gran peligro, se dice que es más peligroso que mono con metralla. ¿Se puede imaginar a un mono con metralla en mano? Pues así de peligroso es contratar a un necio para que trabaje en una casa. Si usted no desea verse en serios problemas, será mejor que examine bien los antecedentes de la persona que está pensando contratar para que trabaje en su casa o en su empresa. Luego tenemos Proverbios 26:11 donde dice: «Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su necedad.» Una característica no muy elegante en los perros es que vuelven a su vómito. Algo que los perros tienen en común con los necios, es que los necios también vuelven a su necedad. Hicieron el mal, saben que han hecho mal, pero vuelven a hacer el mismo mal. De esto es de lo que está hablando este proverbio. El apóstol Pedro aplicó justamente este proverbio a las personas que experimentan un pasajero cambio de conducta, sobre la base de una férrea fuerza de voluntad, pero que nunca han nacido de nuevo. En algún momento vuelven a sus viejas prácticas inmorales. 2 Pedro 2:22 dice: «Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno» Para que haya cambios de conducta permanente, hace falta algo más que un simple ejercicio de la fuerza de voluntad. Hace falta que Cristo more por la fe en los corazones de las personas, transformándolas de adentro hacia fuera. Eso se efectúa cuando por la fe se recibe a Cristo como Salvador. Ahora nos toca estudiar Proverbios 26:12 donde dice: «¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio de que él.» Este proverbio es como un balde de agua fría para los que se dan de muy sabios. Un sabio en su propia opinión es aquel que piensa que solamente él sabe todo y no está dispuesto en absoluto a considerar las opiniones de los demás. Es el tipo que dice: ¡La única vez que estuve equivocado es cuando pensé que me había equivocado! Una persona así está en un terrible abismo de orgullo y terquedad. Con razón que el proverbio dice: Más esperanza hay del necio que de él. A veces el necio deja su necedad aunque sea a golpes, pero es muy difícil hacer entrar en razón al que se da de sabio siendo un necio. Mi oración es que la sabiduría que destila todo el libro de Proverbios sea atesorada en su corazón, y sobre todo, que sea puesta en práctica en su diario vivir. Santiago 1:22 dice: «Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.» Espero que nos acompañe en el estudio de lo que nos resta de este hermoso libro de la Biblia.
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