Saludos cordiales amigo oyente. Es un gozo compartir con Ud. estos minutos alrededor de la palabra de Dios y alrededor del Dios de la palabra. El tema de nuestros estudios bíblicos es la santidad. En nuestro último estudio bíblico hablamos de lo que podríamos llamar pobres modelos de Cristo y en verdad fue doloroso reconocer que el mal testimonio de un creyente distorsiona tanto la imagen de Cristo que ese creyente debe manifestar en su vida, que la gente se burla y se mofa de la persona de Cristo. Mas daño han hecho al cristianismo los amigos del cristianismo que los enemigos del cristianismo. Pero gracias a Dios que no todo creyente ha sido motivo de afrenta para Cristo y para el cristianismo. En las páginas de la Biblia tenemos algunos casos de creyentes que por su testimonio manifestaron a Cristo en sus vidas. Tal es el caso de Pedro y de Juan, quienes cuando fueron traídos al Sanedrín, hablaron con tanto denuedo de Jesús, que Hechos 4:13 dice lo siguiente: «Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombre sin letras y del vulgo, se maravillaban, y les reconocían que habían estado con Jesús». Qué hermoso, los enemigos de Jesús reconocieron en Pedro y Juan al mismo Jesús. Así como Pedro y Juan hubieron muchos que manifestaron a Cristo en sus vidas. Por ejemplo Esteban, el primer mártir del cristianismo, Pablo quien dijo: Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo y tantos otros más. Pero más de uno quizá dirá: Bueno, todos ellos son del primer siglo, a lo mejor con el fin del primer siglo, se acabaron los creyentes que manifestaban a Cristo en sus vidas. La verdad es que no hay tal, amigo oyente, siempre ha habido un pequeño remanente fiel, una manada pequeña y de eso justamente nos hablará David Logacho en el estudio bíblico de hoy. Recuerde amigo oyente, que esta serie es una adaptación del libro titulado: Sed Santos escrito por William McDonald.
A lo largo de la existencia del cristianismo, siempre ha habido un pequeño número de creyentes que han manifestado a Cristo en su diario vivir. Uno de ellos, fue un hombre que estaba muriendo de cáncer en la cama de un hospital. La enfermera de cabecera de este hombre declaró que cada vez que salía de la habitación donde estaba este hombre moribundo, le parecía que había estado con el mismo Jesús. La habitación de este hombre era como la antesala del cielo. R. Chapman tenía un lema para su vida. Decía así: Al ver a tantos que predican a Cristo y a tan pocos que manifiestan a Cristo en sus vidas, mi meta es manifestar a Cristo en mi vida. Un famoso predicador dijo estas hermosas palabras acerca de Chapman: Él vive lo que yo predico. Hablando de W. Arnot, un amigo de él dijo: Su predicación fue buena, sus escritos fueron mejores, pero nada se compara con su estilo de vida. Así como ellos, existen muchos más amigo oyente. Permítame compartir algo de ellos, para que sirva de modelo para cada uno de los que deseamos manifestar a Cristo en nuestras vidas. La palabra de Dios dice: Hierro con hierro se aguza, Y así el hombre aguza el rostro de su amigo. En la biografía de R. Murray McCheyne, J. Stewart escribió: La santidad del Sr. McCheyne era notoria aun antes que pronunciara una sola palabra. Su presencia lo declaraba. La providencia hizo que una vez un pastor le hiciera compañía por una noche, al otro día, este pastor estaba tan impactado por la persona del Sr. McCheyne que entre lágrimas dijo: Oh, este es el hombre más parecido a Cristo que he conocido en mi vida. En otro párrafo, Stewart escribió: McCheyne pasaba horas en santa comunión con Dios. Cuando salía de la presencia de Dios esparcía el dulce aroma de Cristo por todos los lugares donde iba, ya sea visitando a sus feligreses, o caminando por las calles de su parroquia, por doquier la gente se quedaba maravillada de ver a Jesús en su cara. Otro hombre así se llamó Eric Liddell, un corredor escocés que se dedicó al campo misionero en la China. Cuando fue enviado a un campo de concentración por los japoneses, la gente que le acompañó le recuerda como alguien que llevaba la imagen de Cristo en su vida, algo similar a lo que fue cuando estuvo entre los chinos en Siaching. Ofrecía amistad a las prostitutas y a los despreciados, cargaba carbón para los débiles y enseñaba a los jóvenes, estaba listo a vender su reloj de oro para comprar algo que la gente necesitaba. El testimonio de una vida consagrada a Cristo es un argumento irrefutable en favor de Cristo. Cuando Pedro y Juan eran acosados por los miembros del Sanedrín, ellos pusieron al hombre que había sido sanado como su principal prueba de que Cristo es real. Hechos 4:14 dice: «Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra» Las vidas transformadas por el poder de Cristo son argumentos irrefutables en favor de Cristo y del cristianismo. Un predicador cuyo nombre es R. W. DeHaan ha registrado lo siguiente: A poco de haber arribado a la aldea done iba a desarrollar su ministerio, un misionero estaba predicando por primera vez a un grupo de habitantes de la aldea. El misionero estaba tratando de presentarles el evangelio. Al describir a Jesucristo, dijo que era un hombre lleno de compasión, lleno de amor, lleno de preocupación por los necesitados, uno que iba por todo lugar haciendo siempre el bien. Mientras presentaba a Jesús en estos términos, este misionero notó que la gente que le escuchaba sonreía y asentía con la cabeza a todo lo que él decía, como si en realidad conocieran a un hombre así. Algo perplejo, interrumpió su mensaje y preguntó a la gente: ¿Conocen Uds. a la persona de quien estoy hablando? Uno de los que estaban presentes rápidamente respondió: Sí, lo conocemos, Ud. está hablando de un hombre que solía andar por aquí. ¿Quién es?. ¿Cómo se llama?, Inquirió el misionero. La gente entonces habló de un médico misionero, quien venía de una aldea muy distante para atender las necesidades materiales de los habitantes de aquella aldea. La vida de este médico misionero era tan parecida a Cristo que la gente de la aldea pensó en él cuando se les habló de Cristo. Qué hermoso ¿no le parece? ¿Pensará la gente en Cristo cuando alguien les habla de nosotros? Quiera Dios que sea así. Un hombre así fue David Livingstone. Un periodista inglés cuyo nombre es Sir Henry M. Stanley dijo de él lo siguiente: Fui a África tan prejuiciado en contra de la religión como el peor impío de Londres. Para un reportero como yo, que solamente me metía en guerras, concentraciones políticas, etc., estos asuntos sentimentales estaban totalmente fuera de mi jurisdicción. Pero estando allí tuve la oportunidad para hacer una prolongada reflexión. Allí estaba, lejos de todo mundo viendo a este anciano, David Livingstone y preguntándome a mí mismo: ¿Por qué un hombre como él habrá escogido un lugar como este para vivir? ¿Qué es lo que le inspira?. Cuatro meses después de haber conocido a David Livingstone, me encontré a mí mismo escuchando con atención a este hombre, maravillándome ante este anciano que vivió en la práctica las palabras de Jesús: Venid en pos de mí y yo os haré pescadores de hombres. Poco a poco, al mirar su piedad, su celo, su entrega y su transparencia en todos sus asuntos, llegué yo también a recibir a Cristo como mi Salvador, aunque David Livingstone jamás trató de obligarme a ello. Así es mi amigo, mi amiga, en el mundo de hoy, también existen hombres y mujeres que han vivido tan cerca de Cristo que la fragancia de Cristo se esparce en cualquier lugar que ellos están. Un día Billy Graham y dos golfistas profesionales fueron invitados a jugar golf por el entonces presidente de los Estados Unidos Gerald Ford. Al final del juego uno de los golfistas profesionales salió muy enojado y pateando un cesto de pelotas de golf dijo: Solo esto me hacía falta, que Biblly Graham hable de religión hasta por los codos durante todo el partido. Alguien que le escuchó preguntó al otro golfista profesional: ¿Fue Billy Graham un poco áspero hablando sobre religión durante el juego? Este golfista, algo avergonzado dijo: No, Billy Graham ni siquiera mencionó la palabra religión en ningún momento. Y así fue en realidad, lo que pasó fue que Billy Graham manifestaba a Cristo con tanta fidelidad en su vida, que uno de los jugadores de golf se sintió incómodo con eso. De modo que, amigo oyente, así como abundan los pobres modelos de Cristo, existen también buenos modelos de Cristo, quizá no muchos, pero existen. Yo sé que no es sencillo manifestar a Cristo en nuestras vidas, y por eso, el resto de esta serie vamos a explicar como conseguirlo. Le invito por tanto a seguir escuchando nuestros programas. Mi oración es que todos los que conocemos a Cristo como nuestro Salvador nos sintamos desafiados a ser buenos modelos de Cristo.
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