Qué gozo saludarle amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la segunda epístola de Pablo a los Tesalonicenses, en la serie titulada: Animo para una iglesia en apuros. En esta ocasión veremos que Dios tiene un propósito para el sufrimiento de los creyentes y ciertamente, los que ocasionan sufrimiento a los creyentes, algún día, tendrán que pagar por ello.
El pasaje bíblico que tenemos para nuestro estudio bíblico de hoy es 2 Tesalonicenses 1:5-10. Como antecedente, recordemos que Pablo y sus acompañantes reconocieron que era su deber agradecer a Dios por tres asuntos importantes que vieron en los creyentes de Tesalónica. El primer asunto fue la fe de los Tesalonicenses. No era una fe estática, sino una fe que estaba en constante crecimiento. Los creyentes de Tesalónica no se estancaron en su fe sino que cada día aprendía más sobre Dios y su palabra y ponían en práctica lo que estaban aprendiendo. El segundo asunto fue consecuencia lógica del primero. El amor de cada uno de los creyentes de Tesalónica abundaba para con los demás. La fe genuina se manifiesta en amor al prójimo. La fe falsa se manifiesta en ignorar o en odiar o en despreciar al prójimo. El tercer asunto fue la paciencia que los Tesalonicenses manifestaron en medio de las persecuciones y tribulaciones por la causa de Cristo. Es en este asunto donde Pablo nos permite dar un vistazo al sufrimiento de los creyentes. 2 Tesalonicenses 1:5 dice: Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis.
Cuando Pablo habla de “esto” se está refiriendo al sufrimiento que estaban experimentando los creyentes de Tesalónica por el solo hecho de ser fieles al Señor Jesucristo. El sufrimiento por la causa de Cristo de los Tesalonicenses era la prueba o la demostración del justo juicio de Dios. El justo juicio de Dios se refiere a la inescrutable sabiduría, o al discernimiento profundo de Dios en todo lo que hace. Dios no hace nada por accidente. Si Dios permite algo es porque tiene un propósito dentro de su plan soberano. El sufrimiento injusto que estaban padeciendo los creyentes de Tesalónica por la causa de Cristo, tenía el propósito de que los creyentes de Tesalónica sean tenidos por dignos del reino de Dios. Leído superficialmente, parecería que el apóstol Pablo está diciendo que el sufrimiento injusto por la causa de Cristo es el camino para entrar al reino de Dios. Pero no es así. La entrada al reino de Dios no es por sufrir por la causa de Cristo, sino por recibir a Cristo como nuestro Salvador. Entonces ¿a qué se está refiriendo Pablo cuando dice que los creyentes de Tesalónica estaban sufriendo por la causa de Cristo para que sean tenidos por dignos del reino de Dios? Pues se está refiriendo a que el sufrimiento por la causa de Cristo era prueba de que los Tesalonicenses en realidad pertenecían o eran parte del reino de Dios. Cada vez que un creyente sufre por la causa de Cristo, ya sea la burla, o el desprecio, o la agresión, debería decirse a sí mismo: Gracias Señor, esto me está demostrando que en realidad pertenezco a tu reino. 1 Pedro 3:14 dice: Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. De modo que amable oyente, si usted estaba pensando que como creyente jamás va a pasar por sufrimiento por la causa de Cristo, debe saber que esto no sólo es posible, sino que es seguro. Va a sufrir por la causa de Cristo, para que sea tenido por digno del reino de Dios, por el cual asimismo padece. No se desanime por esto, porque al igual que los Tesalonicenses, usted también tiene a su disposición, la mano de Dios con todo su poder y sus recursos para sostenerle. Sin embargo de esto, como Dios es justo, tiene recompensas tanto para los creyentes que sufren injustamente por la causa de Cristo como para lo que causan sufrimiento injusto a los creyentes por la causa de Cristo. Note lo que dice 2 Tesalonicenses 1:6-10 Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan,
2Th 1:7 y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder,
2Th 1:8 en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo;
2Th 1:9 los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,
2Th 1:10 cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).
Mire la recompensa para los creyentes que sufren por la causa de Cristo. Pablo dice: Y a vosotros que sois atribulados daros reposo. Esto es maravilloso. La tribulación que tenemos que soportar por causa de Cristo no va a durar para siempre. Lo más que puede durar es el tiempo que vamos a vivir en este mundo. Pero después viene el reposo, un estado libre de todo dolor, libre de toda imperfección, libre de la muerte, libre del pecado, en esencia, el cielo. Es la esperanza que tenemos todos los creyentes, la esperanza que nos permite soportar sin desmayar cualquier sufrimiento por la causa de Cristo. Pero no se trata sólo de una esperanza para después de la muerte. Ciertamente no, se trata de una esperanza viva, una esperanza que nos sirve ahora, en este mismo momento, para vivir con gozo en medio del sufrimiento por la tribulación por causa de Cristo. Pero por contraste, lo que espera al incrédulo, con especial mención del incrédulo que ocasiona sufrimiento injusto al creyente, es algo terrible. Dios, quien es justo, va a pagar con tribulación a los que atribulan injustamente a los creyentes. Dios paga con la misma moneda, amable oyente. El perverso Amán de la época de Ester construyó una enorme horca para ahorcar a Mardoqueo, pero Dios manejó las cosas de tal manera que Amán fue ahorcado en aquella horca. Se trata de Dios pagando con tribulación a los que atribulan a los creyentes. Los que causan tribulación a los creyentes piensan que no va a pasar nada. Pero no es así. A veces el juicio de Dios se manifiesta mientras los incrédulos están en vida. Pero si no es así, de cierto que el juicio de Dios se manifestará a su debido tiempo. Pablo dice que acontecerá cuando se manifieste el Señor desde el cielo, con los ángeles de su poder. Esto se refiere a la segunda venida del Señor Jesús. Cuando esto acontezca todo el mundo incrédulo caerá de rodillas ante él, pero para ellos será demasiado tarde, porque lo único que les espera es terrible castigo. En su primera venida, el Señor Jesús vino manso y humilde, pero en su segunda venida, el Señor Jesús vendrá rodeado de gloria, con los ángeles de su poder. Apocalipsis 19:15 nos da un breve vistazo de la gloria del Señor Jesús en su segunda venida, cuando venga para castigar a los incrédulos. La Biblia Dice: De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro;(H) y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.(I)
El apóstol Pablo abunda en detalles de cómo será este evento atroz para los incrédulos cuando venga el Señor Jesús por segunda vez. Pablo dice que vendrá en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Algo que es digno de notar es que el terrible castigo que espera a los incrédulos no es solamente por su maldad y su pecado, ni siquiera por haber causado tribulación a los creyentes, sino porque no conocieron a Dios. Sus obras malas fueron el fruto de no haber conocido a Dios, o de no haber tenido una relación personal con Dios. Esto ocurrió porque los incrédulos no obedecieron al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. El evangelio de nuestro Señor Jesucristo tiene que ver con las buenas noticias que Dios ama al pecador y por ese amor envió a este mundo a su Hijo el Señor Jesús, para que muera en la cruz en lugar de todo pecador, para que todo pecador tenga la oportunidad de encontrar perdón de pecado por medio de recibir por la fe al Señor Jesús como su Salvador. La voluntad de Dios es que todo pecador se salve por medio de recibir a Cristo como Salvador. Pero Dios no quiere poblar el cielo con personas que no quieren estar allí. Por eso el pecador que desea ser salvo del castigo de Dios por el pecado, debe voluntariamente recibir a Cristo como Salvador. De otra manera recibirá el castigo que merece como pecador. De esto nos habla Pablo cuando dice: Los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. Esto es el infierno en esencia. Lo terrible del infierno no es el fuego que nunca se apaga, sino estar excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. No existe peor castigo que esto. Finalizando este pasaje bíblico, Pablo enfatiza que el derramamiento del juicio de Dios sobre todo este mundo incrédulo ocurrirá cuando el Señor Jesús venga por segunda vez a este mundo. En lo que tiene que ver con los creyentes, el Señor Jesús vendrá para ser glorificado y para ser admirado. Qué maravilloso. Por el hecho de haber creído en el testimonio de Pablo, y los apóstoles en general, los creyentes tenemos el privilegio de glorificar y admirar a nuestro Señor Jesucristo, sin ningún temor de ser castigados por Él como sucederá con los incrédulos. Si usted es creyente, amable oyente, gócese en lo esplendoroso no sólo de su futuro, sino también de su presente, a pesar de la tribulación por la causa de Cristo. Pero si usted no es creyente, amable oyente, tema, porque está en peligro de recibir esa pena de sufrir eterna perdición, excluido de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. No ponga en riesgo su existencia. Reciba hoy mismo a Cristo como su Salvador.
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