Bienvenidos hermanos y amigos a otro estudio bíblico sobre la oración. ¿Se ha dado Ud. cuenta que una manera de honrar a Dios es mediante la oración? ¿De qué forma lo honramos? Permítame explicarle por medio de una ilustración. Se cuenta que el célebre conquistador Alejandro Magno tenía la buena costumbre de recibir personalmente a todos aquellos que deseaban una audiencia con él. En cierta ocasión un mendigo pidió audiencia y se la concedió. Qué deseas inquirió Alejandro. El mendigo con una audacia jamás vista respondió: Deseo una finca para mí, una dote para mi hija y la educación para mi hijo. Para sorpresa de la corte, Alejandro ordenó que inmediatamente se le diera a este mendigo todo lo que habla pedido. Una vez que el mendigo salió los ministros de Alejandro se acercaron rápidamente a él y le dijeron: Acaso te has vuelto loco, como es posible que concedas un pedido tan descabellado. Alejandro respondió: Miren, estoy harto de que la gente me pida migajas. Este mendigo insolente me trato como un rey, pidió algo, que está de acuerdo a mi posición, pidió algo grande, por eso se lo he concedido. Qué interesante, un pedido audaz honró a un gobernante poderoso, igualmente, un pedido audaz honrará a nuestro Padre Celestial que es mucho más poderoso que el más poderoso de los seres humanos.
Cuan a menudo habremos entristecido el corazón de Dios por esperar tan poquito de El. Bien se ha dicho que el tamaño de nuestro Dios está dado por el tamaño de las cosas que esperamos de Él. Si esperamos de El solamente el alimento y el vestido y fuera de eso nada más, me temo que el tamaño cíe nuestro Dios se ha reducido a algo verdaderamente insignificante. Esto trae a mi mente el caso de Jabes, un personaje del Antiguo Testamento de quien leemos en 1ª Crónicas 4:9-10 lo siguiente: «Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos., al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto le di a luz en dolor. E invocó Jabes al Dios de Israel diciendo: ¡Oh si me dieras bendición y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió. ¡Vaya! El pedido de Jabes sí que es audaz, con razón que en la versión Reina Valera de la Biblia consta el pedido entre signos de admiración. Jabes no estaba pidiendo migajas, no quería solamente alimento y vestido, Jabes estaba consciente que estaba ante la persona más poderosa del universo y por eso su pedido fue grande. Ante el rey del universo, Jabes pide bendición: Oh si me dieras bendición. Jabes pide posesiones: y ensancharas mi territorio. Jabes pide prosperidad: y si tu mano estuviera conmigo, Jabes pide protección: y me libraras de mal para que no me dañe. De ninguna manera Jabes está pidiendo cosas insignificantes, sus pedidos son bendición, posesiones, prosperidad y protección, qué más podía pedir, no olvidó nada. Este es un pedido que honró a Dios y Dios honra a los que le honran. Como consecuencia el texto dice que Dios concedió todo lo que pidió Jabes. El tamaño del Dios de Jabes lo vemos en el tamaño de su pedido. Jabes tuvo un Dios grande, pidió algo grande y Dios se lo concedió. Permítame preguntarle: ¿De qué tamaño es su Dios? Las cosas que Ud. espera de Él podrán indicar a Ud. el tamaño de su Dios. Mucho tiempo atrás en Escocia vivió un hombre llamado Juan Knox. Juan Knox tenía un Dios bastante grande también. Juan Knox no se conformaba con ver que su familia se salve, Juan Knox no se conformaba con que la gente de su barrio se salve, Juan Knox no se conformaba con que la gente de su ciudad se salve, Juan Knox oraba a Dios para que toda Escocia se salve, se dice de él que su oración era: Señor dame Escocia o me muero. Oh cuanto nos falta tener esta mística. Como nos conformamos con tan poco, como nos contentamos con tan insuficientes triunfos con tan escasos logros con tan débiles deseos de mejores cosas, cuan pequeño es el Dios que tenemos, cuanto lo deshonramos con esto. Cuanto nos falta para impresionar a aquellos a nuestro derredor con el pensamiento de que nuestro Dios es un gran Dios. No le hemos glorificado ante los ojos de los hombres que no lo conocen llevando vidas que llamen la atención y despierten interrogantes acerca del poder con el cual se sostienen. A menudo no se ha dicho sobre nosotros lo que la gente decía del Apóstol Pablo en Gálatas 1:24 «Y glorificaban a Dios en mí» Nuestras vidas como cristianos pasan desapercibidas para los demás porque no estamos obteniendo de Dios cosas extraordinarias que muestren a la gente el tamaño del Dios que tenemos. Si queremos honrar a Dios a través de nuestras oraciones, entonces debemos orar más y con motivos más elevados. Tenemos que ascender la montaña y alargar nuestra visión para incluir toda la tierra, dejemos ya de mirar solamente lo que está ante nuestras narices y elevémonos a pedir cosas que estén de acuerdo con la grandeza de nuestro Dios. Justamente uno de los síntomas de los últimos días de la iglesia será su falta de visión, su miopía de las cosas verdaderamente importantes, por esto, la recomendación para esta iglesia es que unja sus ojos con colirio para que vea. Qué no haría Dios si ungiéramos nuestros ojos con colirio para mirar los campos y oráramos por familias enteras, vecindarios, iglesias, comunidades, provincias, países, etc. ¿Cómo esperamos revolucionar el mundo cuando en nuestras oraciones no salimos más allá de pedir por el pan y el vestido? Que el Señor nos libre de oraciones enanas hoy mismo. Antes de terminar, es necesario recalcar que cuando hemos señalado que es necesario honrar a Dios con nuestras oraciones pidiendo por cosas dignas de la grandeza de Dios, de ninguna manera estamos indicando que no debemos orar por las cosas insignificantes. Esta es justamente, la particularidad de nuestro Dios, tiene la disposición de atender los pedidos insignificantes así como también los pedidos extraordinarios. Lo que hemos enfatizado es que no debemos limitarnos a pedir solamente por cosas insignificantes sino también por cosas que están totalmente fuera de lo que naturalmente esperaríamos. Una de las formas como Dios se glorifica es justamente respondiendo las oraciones por cosas grandes, porque es allí cuando la gente puede decir, ciertamente tuvo que haber sido Dios quien lo ha hecho. Si, la oración honra a Dios. La historia de oraciones contestadas contiene frecuentes informes acerca de la intervención divina en una forma ciertamente sobrenatural. Uno de estos casos fue cuando Jonás fue tragado por un gran pez a causa de su desobediencia. Desde el vientre oró Jonás a Jehová su Dios y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; Desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste. Me echaste a lo profundo, en medio cié los mares, y me rodeó la corriente; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; Mas aún veré tu santo templo. Las aguas me rodearon hasta el alma, rodeóme el abismo; el alga se enredó a mi cabeza. Descendí a los cimientos de los montes; La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío. Cuando mí alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo. Los que siguen vanidades ilusorias. Su misericordia abandonan. Más yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; pagare lo que prometí. La salvación es de Jehová”. Qué oración tan interesante, ciertamente que Jonás honró a Dios con esta oración. Jonás no pidió morir en paz, a pesar de que todo estaba en su contra, a pesar de que las circunstancias eran totalmente adversas, Jonás pidió a Dios algo imposible, liberarse de su prisión putrefacta. ¿Qué hizo Dios? Honró el pedido de Jonás y Juan 2:10 dice: «Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra”. Dios es experto en imposibles y este es justamente uno de aquellos casos. Sí, mi amado hermano y amigo, el tamaño de nuestro Dios está dado por el tamaño de las cosas que esperamos de Él. ¿De qué tamaño es su Dios? ¿Está Ud. esperando algo grande de él? O se ha conformado con las migajas.
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