Es motivo de mucho gozo amable oyente, saludarle y darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Con toda seguridad, Usted habrá escuchado el dicho que la sangre del mártir es la semilla de la iglesia. En el estudio bíblico de hoy, Usted se informará sobre la razón de este muy difundido dicho.
La historia que quiero compartir con Usted, ocurrió en el año 155, cuando Policarpo estaba en el ocaso de su existencia. Policarpo tenía 86 años y con fidelidad había servido a Jesucristo como obispo de la iglesia en Esmirna. Pero cierto día aconteció algo que él había imaginado que pasaría, pero no sabía cuándo. Alguien tocó la puerta de su humilde vivienda. Cuando Policarpo abrió la puerta se encontró con un pelotón de soldados romanos que sin darle tiempo para hacer preguntas le arrastraron ante las autoridades romanas. Una vez ante ellas fue conminado a blasfemar contra Jesucristo, bajo la amenaza de ser quemado vivo. Policarpo se rehusó diciendo: He servido al Señor Jesús por 86 años. Él nunca me ha hecho daño. ¿Cómo puedo blasfemar contra mi Rey, mi Señor y mi Salvador? Inmediatamente fue atado a la estaca para que las llamas devoren su gastado cuerpo. Fue el fin de la vida en este mundo de Policarpo. Este episodio se repitió por miles, quizá millones entre los años 100 y 313 de nuestra era. Era el furor del imperio romano en contra de los seguidores de Jesucristo. Por eso se dice con justa razón que la sangre del mártir es la semilla de la iglesia. Es a la iglesia de Esmirna, donde Policarpo fue obispo, a la que se dirige el segundo mensaje en le libro de Apocalipsis. El pasaje bíblico se encuentra en el capítulo 2 versículos 8 a 11. El bosquejo del mensaje a la iglesia de Esmirna es muy parecido al bosquejo del mensaje a la iglesia de Efeso. La única diferencia es que en el mensaje a la iglesia de Esmirna, Jesucristo no hace ningún reclamo. Dicho esto, consideremos en primer lugar el remitente del mensaje. Apocalipsis 2:8 dice: “Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto:” En los días del Apóstol Juan, Esmirna era una ciudad portuaria saturada de actividad. Era un polo de desarrollo en su época. Se le reconocía como la puerta de entrada a Europa. Fue famosa por su riqueza y su arquitectura. Allí se encontraba el teatro más grande de Asia, así como un estadio muy famoso y una biblioteca renombrada. Esta ciudad existe hasta ahora, en la moderna Turquía, bajo el nombre de Izmir. Es la tercera ciudad en orden de importancia, sede de la prestigiosa universidad Egea, y del comando Sur de la OTAN. Dentro de esta importante ciudad en el pasado y en el presente existía una iglesia local. Una iglesia local que estaba enfrentando terrible persecución de diversas direcciones. Es a esta iglesia a la cual el Señor Jesucristo dirige su mensaje. La palabra Esmirna significa mirra, la cual es una especie aromática o un perfume. Este perfume se obtenía al moler el árbol de mirra. Algo semejante estaba sucediendo con la iglesia de Esmirna. Estaba siendo molida por la persecución, pero de ella se desprendía un grato olor, como la mirra, para su Señor. Si Usted está en medio del fuego de la prueba y lo soporta con gozo, sin queja ni resentimiento contra Dios, su vida también estará despidiendo ese suave perfume muy apreciado por su Señor. Pero note como se describe Jesucristo, el remitente del mensaje. Dice que es el primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió. Esto debió haber sido de tremendo consuelo para esa iglesia perseguida. Como primero y postrero, Jesucristo es soberano. Si él permite persecución, es porque él así lo quiere para cumplir con sus soberanos y santos propósitos. Además, Jesucristo venció la muerte, porque murió y sin embargo ahora está vivo. Por medio de él, los creyentes de Esmirna, que a lo mejor tendrían que ser martirizados, tenían la esperanza firme de que algún día ellos también iban a vivir por siempre. En segundo lugar, en cuanto a la realidad de la iglesia en Esmirna. Jesucristo dice lo siguiente en Apocalipsis 2:9 “Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.” Aquí tenemos a Jesucristo mostrando la realidad de la iglesia en Esmirna. Jesucristo está al tanto de lo que está pasando con la iglesia. Sabía lo que la iglesia estaba haciendo, sabía la profunda tribulación por la que estaba pasando y sabía la extrema pobreza a la que había llegado. La tribulación y la pobreza fueron el resultado directo de la persecución que soportaba. Muchos fueron martirizados, otros fueron despojados de sus posesiones. A los ojos del mundo de su época, la iglesia de Esmirna era el desecho de la humanidad, pero a los ojos de Dios, eran ricos. Su tesoro no estaba en la tierra sino en el cielo. Como si la persecución romana no fuera suficiente, la iglesia de Esmirna enfrentaba también persecución de parte de los judíos que tenían su sinagoga en Esmirna. Estos judíos eran descendientes de Abraham por la carne, pero no por el Espíritu, pues no creían en Cristo como Salvador. Por eso Jesucristo afirma que estos judíos, dicen ser judíos pero no lo son, sino sinagoga de Satanás. Estos judíos se dedicaron a blasfemar contra la iglesia de Esmirna. Lo hicieron por medio de echar a rodar rumores falsos en contra de ellos. Lo hicieron por medio de falsas denuncias en contra de ellos. Se dedicaron a la ingrata labor de desprestigiar por diversos medios a la iglesia de Esmirna. Jesucristo identifica a la persona que estaba orquestando toda esta oposición. Los romanos y los judíos solamente eran títeres de él. Esta persona es Satanás. Este nombre significa adversario. Satanás es el instigador y a veces ejecutor de toda persecución a la iglesia. Luego de hablar de la realidad de la iglesia en Esmirna, Jesucristo hace una recomendación a la iglesia en Esmirna. Se encuentra en Apocalipsis 2:10 donde dice: “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de vida.” El sufrimiento que ya había padecido la iglesia de Esmirna no era lo único que iba a padecer. Jesucristo anuncia más sufrimiento. Pero junto con el anuncio da su voz de aliento: No temas. El padecimiento será diseñado por el diablo, cuyo nombre significa calumniador o acusador. Con testimonios falsos logrará que algunos hermanos de la iglesia en Esmirna sean arrojados a la cárcel para ser probados. Allí experimentarán tribulación por diez días. Esta forma de expresión puede tener varios significados. Puede indicar que la tribulación no será para siempre, sino solo diez días. Puede indicar también que esa tribulación tendrá forma de diez brotes de tribulación, lo cual efectivamente aconteció entre el año 100 y 313 de nuestra era. Jesucristo recomienda a la iglesia de Esmirna que sea fiel aún si la muerte es el precio a pagar por la fidelidad. Sé fiel hasta la muerte. Los que tengan que pagar con la muerte el hecho de mantenerse fieles, reciben de Jesucristo la hermosa promesa de recibir la corona de vida en el tribunal de Cristo. Este es el premio para los mártires. Esta es la corona que recibirá Esteban el primer mártir de la iglesia. Es la corona que recibirá Policarpo, obispo de Esmirna y es la corona que miles o millones de mártires recibirán directamente de las manos del Señor Jesucristo. Vale la pena morir por la causa de Cristo. ¿Está Usted dispuesto a hacerlo? Si el Señor Jesucristo le conduce a morir por su causa, Él mismo le dará la fortaleza y la gracia para morir por su causa. Finalmente, en cuarto lugar tenemos la recompensa a la iglesia de Esmirna. Apocalipsis 2:11 dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.” Es un sentido llamado del Espíritu Santo no solo a la iglesia de Esmirna, sino a todo creyente en general. Jesucristo habla de una recompensa para los vencedores. Estos vencedores son los que por fe han recibido a Cristo como Salvador. 1 Juan 5:5 dice: ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” Es a estos a quienes Jesucristo promete que no sufrirán daño de la segunda muerte. La segunda muerte, amable oyente, se refiere a la condenación eterna. Esto es lo que espera a todo aquel que rehúsa recibir a Cristo como Salvador. Qué interesante reflexionar sobre lo siguiente: Los hombres pueden nacer una vez y morir dos veces. Esto es lo que pasa a toda persona incrédula. Pero también los hombres pueden nacer dos veces y morir una sola vez. Esto es lo que pasa a todos los que somos creyentes. Nacimos la primer vez cuando vinimos a este mundo y volvimos a nacer o nacimos la segunda vez cuando recibimos a Cristo como Salvador. Por haber nacido dos veces, moriremos solo una vez y eso si Cristo no viene antes a buscarnos para estar para siempre con él. ¿Qué prefiere? ¿Nacer una vez y morir dos veces? O nacer dos veces y morir una vez. La decisión es suya.
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