Reciba saludos cordiales amigo oyente. Es un gozo compartir con Ud. nuestro estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la primera carta del apóstol Pedro, en la cual se nos presenta lo que es la verdadera gracia de Dios. En esta ocasión, David Logacho nos hablará de otro beneficio de la verdadera gracia de Dios
La verdadera gracia de Dios no nos ha traído solamente la salvación, lo cual en sí mismo ya es bastante, sino que además nos ha traído un cúmulo de beneficios, los cuales son hábilmente expuestos por el apóstol Pedro en su primera carta. En esta ocasión veremos que la verdadera gracia de Dios nos trae el poder para vivir en sumisión. Hablar de sumisión no es exactamente lo que a mucha gente le gustaría oír, porque el mundo en el que vivimos nos impulsa a la rebelión. Por eso es que los hijos se rebelan contra sus padres, las esposas se rebelan contra sus maridos, los ciudadanos se revelan contra sus autoridades, los estudiantes se rebelan contra sus profesores y los creyentes se rebelan contra sus pastores. El mundo proclama constantemente este mensaje: ¡Vamos! Tú vales demasiado. Tú tienes derechos, debes hacerlos prevaler de cualquier manera. Nadie debe estar sobre ti. Por eso es que el mundo es como una gran escalera en la cual todos quieren llegar al último peldaño. No importa si para ello se tenga que pisotear a los otros que también están tratando de alcanzar el último peldaño. Esto hace que la palabra sumisión suene muy extraña a muchos oídos en este mundo. Comencemos definiendo con claridad el concepto de sumisión. Sumisión no es sinónimo de servilismo ni de humillación, ni siquiera de obediencia ciega. El verbo griego que se ha traducido como someteos en el Nuevo Testamento, significa literalmente «póngase por debajo de» y describe la acción de tomar el lugar que a uno le corresponde dentro de una cadena de autoridad. Era un término muy utilizado en el campo militar. Ud. sabe. Un ejército tiene varios rangos dentro de su estructura jerárquica. Desde general hasta soldado. Sumisión en este contexto significa «ocupe el rango que le corresponde» Un soldado jamás se sentaría en el escritorio de un general para comenzar a dar órdenes. Igualmente, un general jamás tomaría la posición de un soldado para hacer lo que el soldado hace. El general ocupa la posición de general y hace lo que hacen los generales. El soldado ocupa la posición de soldado y hace lo que hacen los soldados. Esto es sumisión. Pero pensar así, no es sencillo, porque como ya se dijo, el mundo incentiva a que todos ocupemos el puesto de general y a que nadie ocupe el puesto de soldado. Para vivir en sumisión se necesita de una gracia especial, o de un poder especial La verdadera gracia de Dios nos trae ese poder. La sumisión amigo oyente, no es una opción para los creyentes, sino que es un mandato. Por eso vamos a hablar del mandato a ser sumisos. En esta ocasión, Pedro nos va a hablar del mandato de ser sumisos ante las autoridades civiles. Abramos nuestras Biblias en 1ª Pedro 2:13-17. Lo que primero notamos es el fundamento del mandato. La primera parte del versículo 13 dice: «Por causa del Señor» Este es el único y válido fundamento para someternos a las autoridades civiles. Los creyentes no nos sometemos a las autoridades civiles porque ellas son buenas o justas. Lamentablemente la mayoría de las autoridades civiles distan mucho de ser buenas y justas. Los creyentes nos sometemos a las autoridades civiles simplemente por la causa de Cristo. Esta expresión tiene al menos dos significados. Puede significar que la sumisión a las autoridades civiles es uno de los resultados de habernos sometido primeramente a Cristo, porque sin sometemos a Cristo jamás podremos sometemos ante nadie, peor ante las autoridades civiles, o puede significar que la sumisión a las autoridades civiles es algo que ayuda o contribuye a la causa de Cristo en este mundo. Parece que esto último se ajusta más al contexto, porque Ud. recordará de nuestro último estudio bíblico que Pedro dijo que por medio de mantener buena nuestra manera de vivir entre los incrédulos podemos hacer que los incrédulos glorifiquen a Dios en el día de la visitación. Así que, amigo oyente, nuestra actitud antes las autoridades civiles impulsa o frena la causa de Cristo en este mundo. Si nos sometemos a ellas, contribuiremos a la causa de Cristo, pero si nos rebelamos contra ellas, frenaremos la causa de Cristo en el mundo. Gran responsabilidad, ¿no le parece? En segundo lugar, notamos la extensión del mandato. 1ª Pedro 2:13 a 14 continúa diciendo: «someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior ya a los gobernadores como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien» Ya hemos dicho lo suficiente sobre el significado de someterse, veamos por tanto en qué extensión debemos obedecer este mandato. Pedro dice sométase a toda institución humana. Esto abarca todo tipo de autoridad constituida en cualquier sociedad. Dentro de esto, Pedro se refiere al rey y a los gobernadores. Trasladando esto a nuestros días en muchos de nuestros países diríamos que los creyentes debemos sometemos a todas las autoridades, desde el presidente hasta la autoridad de menor rango que esté sobre nosotros. Esta sumisión, no es obediencia ciega porque si las instituciones humanas piden a un creyente hacer algo expresamente prohibido por Dios en la Biblia, entonces el creyente tiene toda la libertad para decir lo mismo que dijeron los apóstoles en su tiempo: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. Esto sin duda generará consecuencias muchas veces dolorosas, pero el creyente maduro está dispuesto a soportarlas por amor a su Señor. El rey debe ser reconocido como superior. Esto significa un reconocimiento tácito de que Dios en su soberanía ha elevado a la persona del rey a una posición de máxima autoridad humana. Recordemos que en definitiva es Dios quien quita reyes y pone reyes. Hablando de Dios, Daniel 2:21 dice «El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos» No importa como un rey llega al reinado o como un presidente llega a la presidencia. Lo real y definitivo es que Dios lo ha puesto allí para cumplir con sus soberanos propósitos. Rebelarse contra el rey o contra el presidente es equivalente a rebelarse contra Dios. Romanos 13:2 dice «De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos» Volviendo a 1ª Pedro, los gobernadores deben ser reconocidos como los enviados por el rey para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. Los gobernadores son las instancias de autoridad de menor rango y básicamente son quienes ejecutan la autoridad del rey. Su función es reprimir al infractor de la ley y premiar al cumplidor de la ley. Esto es lo ideal. Todos sabemos que en la realidad, a veces hacen más bien lo contrario, cuando premian al infractor de la ley y reprimen al cumplidor de la ley. De todas maneras los creyentes debemos sometemos a ellos, a pesar de que sean en extremo corruptos. En tercer y último lugar, tenemos el resultado del mandato. 1ª Pedro 2:15-17 dice «Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey» ¿Qué se obtiene con esto de someterse a las autoridades civiles por parte de los creyentes? Varias cosas. Número uno, se está cumpliendo con la voluntad de Dios y no debe haber nada más importante para el creyente que hacer la voluntad de Dios. Número dos, se está tapando la boca de los que critican a los creyentes. Interesante que cuando Pedro dice que haciendo el bien haremos callar la ignorancia de los hombres insensatos, está utilizando un lenguaje muy descriptivo que significa que nuestra sumisión a las autoridades civiles hará que los críticos ignorantes de los creyentes se pongan un bozal, para que no sigan ladrando. Pedro mira a los que critican a los creyentes como si fueran perros furiosos que no dejan de ladrar. Número tres, hace que ejercitemos nuestra libertad en Cristo. Esta libertad no es pretexto para hacer lo que queramos, como rebelarnos ante las autoridades, sino que es una libertad para servir a Dios con la conciencia limpia. Número cuatro, hace que todos vivamos en armonía. Pedro dice: Por medio de someterse a las autoridades civiles, Uds. estarán honrando a todos, estarán amando a los hermanos, estarán temiendo a Dios y estarán honrando al rey. Quiera el Señor que Ud. siendo un hijo de Dios reconozca que la gracia de Dios le da el poder para someterse a las autoridades civiles de su nación.
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