Es grato saludarle amable oyente. Sea bienvenida o bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Daniel. La última vez que estuvimos juntos, terminamos con el estudio del capítulo 6 de Daniel. Con esto concluimos la primera de las dos secciones del libro de Daniel. Hoy vamos a comenzar el estudio de la segunda sección del libro de Daniel. La primera sección es eminentemente histórica, la segunda sección es eminentemente profética. Demos pues inicio al estudio de la segunda sección de Daniel.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Daniel 7. Antes de analizar con detenimiento el contenido de este capítulo, permítame hacer una consideración general. La segunda sección del libro de Daniel comprende varias visiones con su respectiva interpretación. La visión en Daniel 7 tuvo lugar en el primer año del rey Belsasar, la visión en Daniel 8 tuvo lugar en el año tercero del reinado del rey Belsasar. La visión en Daniel 9 tuvo lugar en el año primero de Darío. La visión en Daniel 10 tuvo lugar en el año tercero de Ciro. Las visiones en Daniel 11 y 12 fueron dadas en el primer año de Darío. Las visiones tienen que ver con sorprendentes profecías concernientes al surgimiento y caída sucesiva de los poderes gentiles hasta el establecimiento del reinado de Cristo. Con esto en mente, vayamos a la primera parte del capítulo 7. En primer lugar tenemos la introducción de la visión. Daniel 7:1 dice: En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto.
La primera visión tuvo lugar en el primer año de Belsasar, rey de Babilonia. Hechas las cuentas, viene a ser el año 553 AC, 14 años antes de la caída y muerte de Belsasar, que ocurrió en el año 539 AC y cuya reseña histórica aparece en Daniel 5. Para entonces, Daniel debe haber sido bastante anciano y probablemente fue por eso que Belsasar lo relegó al olvido, como se desprende de los hechos relatados en Daniel 5. Pero inclusive esto fue utilizado por Dios para hacer posible que Daniel tenga la tranquilidad suficiente para recibir y escribir esa visión tan importante en el campo profético. Dios tiene su propósito para todo lo que acontece con aquellos que tienen temor de Él. Según el texto, Daniel estaba en su lecho y tuvo un sueño, y visiones de su cabeza. Consciente de lo trascendental del tema, Daniel escribió el sueño, pero se limitó a escribir solamente lo principal del asunto. Lo que Daniel escribió es lo que consta a partir del versículo 2. El hecho que Dios comunicó su voluntad a Daniel por medio de un sueño o una visión, no significa que hoy en día Dios esté también comunicando su voluntad por medio de sueños o visiones. Hoy en día, Dios comunica su voluntad mediante su Palabra en el poder del Espíritu Santo. Hoy tenemos la palabra de Dios completa y final para conocer la voluntad de Dios. En segundo lugar encontramos el relato de la visión. Dentro de esto, Daniel primeramente da a conocer las circunstancias de la visión. Daniel 7:2 dice: Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar.
Daniel habla de los cuatro vientos del cielo. La mayoría de los comentaristas hacen de esto un símbolo del poder y la soberanía de Dios sobre los asuntos de la humanidad. Luego Daniel se refiere al gran mar. Esto, en su sentido literal podría referirse al Mar Mediterráneo, masa de agua que en aquel tiempo se le conocía como el gran mar. Pero en un sentido simbólico, las aguas del mar simbolizan muchedumbres, naciones y lenguas. En Apocalipsis capítulo 17, Juan habla de Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra, la cual está sentada sobre muchas aguas. En el versículo 15 de Apocalipsis 17 se hace evidente que las aguas es símbolo de muchedumbres, naciones y lenguas, una alusión al mundo gentil. Pero Daniel habló también de un combate. Las muchedumbres, naciones y lenguas están en franco y abierto combate contra Dios y sus propósitos soberanos. Habiendo establecido las circunstancias de la visión, Daniel prosigue relatando lo que vio en visión. Daniel 7:3 dice: Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar.
De ese mar embravecido surgen cuatro bestias de manera sucesiva. Cada bestia era diferente de las anteriores. Cada bestia representa cada uno de los poderes gentiles que se levantaron en este mundo en forma sucesiva. Interesante que lo que a los ojos de los hombres es un poder digno de admirar, desde el punto de vista de Dios es como un animal salvaje, una bestia. Veamos una a una estas bestias. Daniel describe a la primera bestia en el versículo 4 del capítulo 7. La Biblia dice: La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre.
Daniel está usando una figura de lenguaje llamada símil. La primera bestia era como león y tenía alas de águila. Esta primera bestia representa al imperio babilónico y a su más reconocido rey, Nabucodonosor. Se dice que el león es el rey de la selva y el águila es la reina de las aves. Del león, podemos decir que el reino babilónico fue esplendoroso y poderoso. Por las alas de águila podemos decir que el reino babilónico conquistó en poco tiempo bastos territorios, incluido el territorio que ocupó Israel. Luego Daniel vio en visión que las alas de la bestia fueron arrancadas, y la bestia fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies, así como se pone de pie el hombre. Enhiesta significa levantada derecho. Daniel notó además en su visión que a la bestia le fue dado corazón de hombre. Todo esto parece hacer referencia a la experiencia de Nabucodonosor relatada en Daniel 4 cuando en su orgullo y arrogancia, se volvió animal por siete años, hasta que tuvo que reconocer que había un Dios soberano, Jehová, el Dios de Israel. Daniel prosigue describiendo lo que vio en visión. Ahora le toca describir a la segunda bestia. La descripción se encuentra en Daniel 7:5. La Biblia dice: Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne.
La segunda bestia se parecía a un oso, pero se alzaba de un costado más que del otro. Era como un oso deforme. Uno de los hombros tenía más arriba que el otro. Esto se suele explicar en el sentido que representa a la alianza Medo Persa, siendo los Medos la parte más débil de la alianza. Pero Daniel observó que el oso tenía en su boca tres costillas entre los dientes. Esto significa las tres más memorables conquistas realizadas por el imperio Medo Persa, a saber: Lidia, Egipto y Babilonia. Daniel pudo oír una voz que decía a esta bestia: Levántate, devora mucha carne. Esto se refiere a la fortaleza y voracidad del imperio Medo Persa para realizar sus conquistas. Inmediatamente después, Daniel describe lo que vio en su visión en relación con la tercera bestia. Daniel 7:6 dice: Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio.
Esta bestia, la tercera se parecía a un leopardo. Se dice que el leopardo es el más ágil y veloz del reino animal. Pero esta capacidad se ve grandemente incrementada por la presencia de cuatro alas de ave en sus espaldas. Es obvio que las imágenes dan preferencia a la velocidad. Esta bestia representa al imperio que sucedió al Medo Persa. Se trata del imperio griego al mando de Alejandro Magno. Fue en el año 334 AC cuando el joven Alejandro Magno comenzó sus campañas militares para conquistar más territorio. Le tomó apenas 10 años para conquistar todo la tierra conocida de su tiempo. En el año 333 era el amo y señor de todo el territorio. Sus biógrafos dicen que se puso a llorar porque ya no había más territorio para conquistar. Pero su vida de conquistador no duró mucho, ya que en el año 323 murió en Babilonia. Pero la bestia que vio Daniel en su visión tenía cuatro cabezas. Estas cuatro cabezas representan las cuatro regiones en las que se dividió el imperio Griego a la muerte de Alejandro Magno. La primera región, Grecia y Macedonia quedó con el general Casandro. La segunda región, Egipto y Palestina quedó con el general Ptolomeo. La tercera región Tracia y la gran parte de Asia Menor quedó con el general Lisímaco, y la cuarta región, Siria y gran parte de Medio Oriente quedó con el general Seleuco. Tanto a Alejandro Magno como a los cuatro generales, se les dio el poder de dominar. Dios mismo les otorgó ese poder. En nuestro próximo estudio bíblico vamos a estudiar la descripción de la cuarta bestia. Todo lo que Daniel ha descrito en su visión lo recibió en el año 553 AC, mucho antes de que los eventos se cumplan a la perfección. Esto demuestra que Jehová, el Dios de Israel tiene absolutamente todo bajo su soberano control y es él quien hace que las cosas sucedan para cumplir con sus santos propósitos. Jamás debemos dudar de lo que hace. Nuestra parte es solamente discernir y hacer su voluntad. Él se ocupa del resto como Soberano Absoluto.
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