Autor: cris

  • ¿Quien fue Juan Wycliff ?

    Juan Wycliff fue un eminente erudito de la famosa universidad de Oxford en Inglaterra.

    Su impacto en la historia ocurre entre los años 1324 a 1384. En esta época la Iglesia Católico Romana estaba atravesando por una de las peores de sus crisis debido a la corrupción en el sacerdocio en general y en el papado.

    Entre los pocos que reconocían este hecho y estaban dispuestos a confrontarlo se encontraba Juan Wycliff. Fue así como llegó a ser un líder del movimiento para retornar a los principios bíblicos como la única norma de doctrina y práctica de la gente.

    En los libros escritos por él como «El Reino de Dios» y otros hace énfasis en que el evangelio de Jesucristo es el único fundamento de la verdadera religión y que solo las Escrituras son la verdad.

    Su doctrina apuntaba a dos aspectos importantes: la relación directa y personal del hombre con Dios y la responsabilidad directa y personal del hombre hacia Dios.

    Enseñaba que toda la autoridad viene de Dios y que todos los que ejercitan autoridad son responsables ante Dios por el uso de la autoridad que él les ha encomendado. Esta doctrina se oponía frontalmente a las ideas prevalecientes en la época que justificaban la autoridad irresponsable de papas y reyes, y consideraban indispensable la actividad de los sacerdotes como mediadores entre el hombre y Dios.

    Como es natural pensar, esta posición doctrinal de Wycliff originó una feroz y violenta oposición por parte de la iglesia católico romana, la cual se intensificó cuando Wycliff publicó en 1381 su negación documentada a la doctrina católico romana de la Transubstanciación, y de esta manera, asestó un contundente golpe a la misma raíz de los supuestos poderes milagrosos de los sacerdotes, para convertir la hostia en el cuerpo de Cristo y el vino en la sangre de Cristo, con lo cual tenían dominado a un basto segmento de la población.

    Pero la obra más importante de Wycliff fue dar acceso al pueblo de Inglaterra a la única fuente de doctrina verdadera, la Biblia, en una época en la cual la Biblia era de uso exclusivo del clero de la iglesia católico romana.

    La traducción de la Biblia por parte de Wycliff al idioma común de la gente de Inglaterra operó una verdadera revolución en la mentalidad de la gente Inglesa. De esta manera se hizo patente que la palabra de Dios es una herramienta poderosa para la transformación espiritual y moral de la gente.

    Wycliff fundó la más efectiva manera de diseminar la Biblia mediante la circulación de tratados y los viajes de predicadores itinerantes cuya única función era proclamar la palabra de Dios en el idioma que el pueblo podía comprender perfectamente.

    La furia de la persecución hizo que Wycliff se vea obligado a salir de Oxford para refugiarse en Lutterworth, lugar que llegó a constituirse como el centro de instrucción bíblica para todo el país.

    En la época de Wycliff era comúnmente aceptada la idea que las bulas o decretos papales tenían tanta autoridad como la misma Biblia, pero Wycliff dejó en claro que las bulas o decretos papales podían ser aceptados siempre y cuando estén en total concordancia con lo que dice la Biblia.

    En su libro titulado «Acerca de la verdad de las Sagradas Escrituras» Wycliff mostró claramente que la Biblia es la palabra de Dios o la voluntad y el testamento del Padre. Enseñó que Dios y su palabra son uno. Cristo es el autor de las Sagradas Escrituras, las cuales son su Ley. El mismo se halla en las Escrituras, ignorar las Escrituras es lo mismo que ignorar a Cristo. Los efectos de las Escrituras demuestran su origen divino y su autoridad suprema.

    Mediante la observancia de la pura Ley de Cristo, la Biblia, sin la contaminación de la tradición humana, la Iglesia creció rápidamente, pero cuando se introdujo la tradición humana y se puso a la par de la Biblia, la Iglesia comenzó a declinar constantemente.

    La Biblia es infalible; otros maestros, aún el renombrado Agustín, son propensos a inducir al error. Poner por encima de la autoridad de la Biblia otros escritos o doctrinas o tradiciones u ordenanzas de origen humano no es otra cosa sino un acto ciego de presunción.

    Wycliff también enseñó que en cuanto a la interpretación de las Escrituras, el Espíritu Santo es el divino maestro y por tanto todo aquel que tiene el Espíritu Santo en sus vidas está en capacidad de entender el significado de las Escrituras.

    Esto fue contrario a la idea prevaleciente de la época según la cual solo los doctos estaban en capacidad de interpretar las Escrituras o que solo la Iglesia católico romana tiene la potestad de interpretar las sagradas Escrituras.

    Enseñó que las Escrituras deben ser interpretadas por las mismas Escrituras, de modo que no se atente contra su integridad. Decía que la Biblia se debe interpretar en el sentido natural y normal de las palabras y si esto resulta en algo contrario a la razón entonces que se deben interpretar la Biblia en un sentido figurado.

    Wycliff puso juntos a la fe con la santificación. Insistía en que la verdadera fe se manifiesta en buenas obras. Miraba a la Iglesia no como la visible Iglesia católico romana, o una comunidad jerárquicamente organizada, sino como el cuerpo de Cristo y esposa de Cristo, formada por todos los elegidos.

    La salvación, decía, no depende o está en conexión con la iglesia oficial o la mediación del clero. Mostraba que todos los creyentes tienen acceso libre e inmediato al trono de la gracia mediante Cristo y que cada creyente es un sacerdote con Jesucristo como único sumo sacerdote.

    Por toda su enseñanza fue llamado a comparecer ante el Papa, pero se rehusó diciendo: Cristo, durante su vida sobre la tierra fue el más pobre de todos los hombres y rechazó todo poder mundano. Sobre esta base, pienso yo, que el tanto el Papa como el clero en general deberían también rechazar todo el poder y esplendor mundano que poseen.

    Wycliff murió en Lutterworth el último día del año 1384. El odio contra Wycliff persistió después de su muerte y uno de los Papas ordenó quemar sus escritos por el año 1414.

    Esta es la historia de este gran hombre de Dios. El hombre murió, pero su obra persistió. Uno de los que siguió de cerca las enseñanzas de Juan Wycliff fue otro Juan, pero en Checoslovaquia. Su apellido era Huss.

    Por sus creencias, Juan Huss fue perseguido, capturado y quemado en la hoguera, pero esas cenizas se esparcieron por los cuatro vientos y eventualmente, en su tiempo, en el tiempo de Dios dieron pie a la Reforma con Martín Lutero a la cabeza.

    De Juan Wycliff aprendemos que es en extremo peligroso mezclar la Biblia con escritos extra bíblicos, no importa quienes hayan sido sus autores. El resultado hará que la Iglesia se debilite y se aparte del camino verdadero.

    Hemos aprendido también que lo que más necesita el hombre para poder arreglar su problema de pecado es la palabra de Dios. Si de algún modo se logra impedir que la gente común y corriente tenga acceso a la palabra de Dos, habrá pocas esperanzas para que esa gente conozca a Cristo como Salvador.

    Esto fue justamente lo que pasó con nuestra amada América Latina por varios siglos, cuando la Biblia estaba prohibida para el pueblo. Pero gracias a Dios que la palabra de Dios está hoy disponible para cualquier persona y se puede difundirla por medio de la radio, la televisión, los libros, las revistas, etc.

    De seguro que la palabra de Dios producirá cambios profundos en muchas personas, no en todas. ¿Será Usted uno de ellas?

  • ¿Donde esta el libro de Macabeos?

    Cuando cito la Biblia Reina Valera a una persona católico romana, me pregunta por qué en esta Biblia no existe el libro de Macabeos y otros más. Le ruego que me ilustre con citas bíblicas la respuesta apropiada.

    El libro de Macabeos, junto con otros más, son parte de lo que se conoce como los libros apócrifos o deuterocanónicos. Apócrifo significa, secreto, obscuro o desconocido, en alusión a lo secreto u obscuro o desconocido de los orígenes de estos libros. Deuterocanónico significa del segundo canon, para diferenciarlos del primer canon de la Biblia.

    La Biblia católico romana incluye los libros apócrifos en sus ediciones y ese es el motivo por el cual esta Biblia contiene más libros que las otras Biblias.

    El Antiguo Testamento de una Biblia católico romana es un 20% más grande que una Biblia no católico romana. Los libros apócrifos contienen información histórica de innegable valor que abarca episodios ocurridos durante los 400 años que existen entre el fin del Antiguo Testamento y el comienzo del Nuevo Testamento.

    Estos libros apócrifos son los siguientes: Tobías o Tobit, Judit, 1 y 2 de Macabeos, Sabiduría de Salomón, Eclesiástico, Baruc, la carta de Jermías, que llegó a ser el sexto capítulo de Baruc, los 107 versículos adicionales del libro de Ester, la oración de Azarías que llegó a ser Daniel 3:24-90, Susana que llegó a ser Daniel capítulo 13 y Bel y el Dragón, que llegó a ser Daniel capítulo 14.

    Fue en el año de 1546 cuando la iglesia católico romana declaró inspirados por Dios a estos libros apócrifos. Recuerde que por inspiración de las Escrituras se quiere decir que los escritores fueron investidos de poder y controlados de una manera tal por el Espíritu Santo en la producción de éstas, que les dieron autoridad divina e infalible.

    La pretensión de la iglesia católico romana en el sentido de que estos libros apócrifos son inspirados por Dios, debe ser rechazada por las siguientes razones:

    Primero, por el mismo contenido de los libros apócrifos. Por ejemplo, el autor de 2ª Macabeos dice que su libro es un resumen de los escritos de otro autor. 2ª Macabeos 2:23 dice: «Pero nosotros procuraremos resumir en un solo libro lo que Jasón escribió en cinco»

    Si el mismo autor de 2ª Macabeos afirma que su libro es una compilación resumida de los cinco libros escritos por un tal Jasón, entonces mal puede su libro ser inspirado por Dios.

    El mismo autor de 2ª Macabeos admite que sus escritos distan mucho de ser perfectos. 2ª Macabeos 15:38 dice: «Y yo termino aquí mi narración. Si está bien escrita y ordenada, esto fue lo que me propuse. Si es mediocre y sin valor, solo eso fue lo que pude hacer.»

    Un libro inspirado por Dios no puede jamás ser mediocre y sin valor, pero el autor de 2ª Macabeos admite esta posibilidad en sus escritos.

    Segundo, porque los libros apócrifos contienen algunas declaraciones totalmente opuestas a lo que declaran los libros verdaderamente inspirados por Dios.

    Permítame tomar este ejemplo. Tobit 12:9 dice: «Dar limosna salva de la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosna gozarán de larga vida»

    Allí lo tiene. Según lo que dice el autor del libro de Tobías o Tobit, si uno da limosna se salvará de la muerte y será purificado de todo pecado.

    Pero esto es totalmente opuesto a lo que enseña por ejemplo Hebreos 9:22 que dice: «Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre, sin derramamiento de sangre no se hace remisión.»

    La única manera de lavarse de los pecados o purificarse de todo pecado es por medio de confiar en la sangre derramada de Cristo. Si las limosnas purificaran de todo pecado, entonces Jesucristo derramó su sangre en vano. Pero sabemos que no fue en vano porque la Biblia dice que Jesucristo es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

    Tercero, porque los judíos de Palestina nunca aceptaron a los libros apócrifos como parte de las Sagradas Escrituras.

    Cuarto, ni Jesús ni los escritores de los libros del Nuevo Testamento trataron a los libros apócrifos como si fueran libros inspirados por Dios. Los autores de los libros del Nuevo Testamento, citan en sus escritos partes de cada uno de los libros del Antiguo Testamento, pero no citan en absoluto ninguna parte de ninguno de los libros apócrifos.

    Quinto, la iglesia primitiva como un todo nunca aceptó que los libros apócrifos fueran inspirados. Todo lo contrario, muchos líderes cristianos hablaron en contra de los libros apócrifos, entre quienes se encuentran personajes como, Jerónimo, Orígenes, Atanasio y Cirilio de Jerusalén.

    Sexto, aun la iglesia católico romana no aceptaba dogmáticamente que los libros apócrifos eran inspirados por Dios hasta antes del Concilio de Trento en el siglo 16. Recuerde que el propósito del Concilio de Trento fue para contrarrestar la reforma protestante. Los protestantes habían rechazado la inspiración de los libros apócrifos y Roma reaccionó declarando dogmáticamente que los libros apócrifos fueron inspirados por Dios.

    No se puede soslayar el hecho que para Roma fue muy beneficioso declarar que los libros apócrifos son inspirados por Dios para justificar algunas de sus prácticas, como las indulgencias por ejemplo, y de esa manera contrarrestar la creciente oposición del protestantismo.

    Espero que estas ideas le ayuden a explicar a sus conocidos por qué las Biblias católico romanas tienen más libros que las demás Biblias.

  • Si no doy el diezmo me aparto del señor

    En mi país existe un grupo que dice llamarse cristiano porque predica la palabra de Dios, sin embargo me da la impresión que tiene intereses económicos porque se afanan por buscar adeptos y una vez que lo consiguen les exigen el pago del diezmo argumentando que si no lo hacen están andando en malos caminos o que se han apartado del Señor. Yo entiendo que el diezmo es una muestra de gratitud al Señor por todo lo que él me provee y que en ningún momento es obligatorio. Mi pregunta es: ¿Es correcto lo que está haciendo este grupo?

    Gracias por su consulta amigo oyente. Me alegro que Ud., premeditadamente me imagino, ha omitido el nombre del grupo al cual hace referencia su consulta. De esta manera no corremos el riesgo de ser mal interpretados en el sentido de que estamos atacando a un grupo específico.

    Me alegro también por el hecho que este grupo esté predicando la palabra de Dios. La palabra de Dios proclamada nunca volverá vacía sino que cumplirá todo lo que Dios quiera, a pesar de la impiedad de los que la proclamen. La palabra de Dios es más grande que los mensajeros de Dios. Gracias a Dios por el deseo que tiene este grupo de ganar almas.

    Quiera Dios que esas almas ganadas sean para la gloria de Dios más no para la gloria de ese grupo o de personas dentro de ese grupo. En lo que no puedo alegrarme de ninguna manera es en el hecho que este grupo exija los diezmos de las personas que se adhieren al grupo. Esto le ha conducido a sospechar de los verdaderos motivos de este grupo.

    ¿Qué es lo que dice la palabra de Dios sobre las ofrendas de los creyentes? Muchas cosas, pero ponga atención a lo que encontramos en 2ª Corintios 9:7 que dice: «Cada uno de como propuso en su corazón: No con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre»

    La ofrenda a Dios es un asunto privado entre Dios y el dador de la ofrenda. El dador debe considerar seriamente su responsabilidad de devolver a Dios al menos una parte de lo que Dios le ha dado y en base a esta consideración debe decidir en su corazón dar a Dios no lo que los hombres exijan, sino lo que entre él y Dios han acordado.

    Una vez determinada la cantidad, el dador debe ocuparse de la actitud para dar. No es cuestión de dar por dar.

    En primer lugar dice que no se debe dar con tristeza. La versión popular dice: No de mala gana. Si Ud. va a dar de mala gana, mejor no dé.

    En segundo lugar, no por necesidad. Esto significa no por fuerza o no por obligación, o no para quedar bien ante los hombres o ante los líderes de la iglesia. Esto responde a su inquietud amigo oyente. Esta actitud, es decir el dar no con tristeza ni por necesidad resultará en un dar con alegría, porque Dios ama al dador alegre. Si un creyente da porque le obligan o porque si no da alguien va a pensar que está en malos caminos o se alejado del Señor, de ninguna manera dará con alegría y ese dar puede ser que enriquezca las arcas del grupo pero empobrecerá a los que así den, porque esos fondos no incrementarán el tesoro del dador en el cielo.

  • Que hacer con un esposo que no quiere andar en los caminos de Dios

    Sé que debo confiar en Dios, pero es difícil, porque mis pensamientos me llevan a cosas que él me ha hecho y me han lastimado mucho y eso me desanima y me pongo a llorar.

    Gracias por su consulta, amiga oyente. Asumo que Ud. conoce de una manera personal a Dios por medio de Jesucristo y que su esposo no tiene esa relación personal con Dios a través de nuestro amado Salvador, porque solo así se explica que su marido sea como Ud. lo ha descrito, es decir, reacio a andar en los caminos de Dios, mentiroso, engañador e infiel.

    Hasta cierto punto puedo entender el drama diario que Ud. debe estar viviendo, pero me es imposible comprender en su totalidad todo lo que Ud. tiene que afrontar cada día. Pero existe alguien que comprende totalmente todo lo que Ud. sufre. Ese alguien es Dios para quien lo que Ud. siente no le es desconocido. Recurra a Dios con frecuencia para hallar en él el consuelo que solo él sabe dar

    2ª Corintios 1:3-5 dice: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.»

    Nuestro Padre celestial es el Padre de misericordias y Dios de toda consolación. El es el único que puede consolarle amiga oyente. El sabe dar el consuelo en todo tipo de tribulaciones. No se desanime, descanse en Dios. Lo más sencillo sería que Ud. tome a sus hijos y sus pertenencias y abandone a su marido para enfrentar la vida sola, con la ayuda de Dios por supuesto. Pero esta medida no es la más indicada. Ponga atención a lo que dice la palabra de Dios a personas como Ud. es decir esposas creyentes que tienen que vivir con esposos no creyentes.

    1ª Corintios 7:13 dice: «Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone»

    Este es el consejo de Dios para su caso, mi amiga. Ud. se ha estado sometiendo a este principio de la palabra de Dios, pero no ha sido fácil y no será fácil. Mi consejo es que Ud. cumpla con todo lo que ordena la palabra de Dios a una esposa creyente.

    ¿A pesar de lo que es su marido? Sí, a pesar de lo que él es. Mientras su marido no demande hacer algo expresamente prohibido en la palabra de Dios, Ud. está en la obligación de someterse a él. Esta conducta es ajena al ser humano sin Cristo, porque el ser humano sin Cristo acostumbra pagar el bien con el bien o el mal con el mal. Es decir, una esposa podría decir: Si mi marido me trata bien, yo le trato bien, pero si mi marido me trata mal, yo también le trato mal.

    Pero la Biblia dice algo diferente. La Biblia dice que una esposa creyente debe tratar bien a su marido, sin importar como el marido le trate a ella. Esta conducta es una especie de inversión que produce un rédito muy beneficioso.

    1ª Pedro 3:1-2 dice: «Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa.»

    La conducta casta y respetuosa de una esposa creyente, será como un poderoso imán que atraerá a su esposo incrédulo a Cristo. Este es el beneficio de la sumisión de una esposa creyente a su marido incrédulo. No será algo que ocurra de la noche a la mañana, pero la paciencia y esperanza de la esposa creyente, en su tiempo dará el fruto deseado.

    Lamentablemente, la impiedad de algunos esposos incrédulos es de tal magnitud que sus actos ponen en peligro la vida de la esposa o de los hijos. Cuando esto sucede, se podría pensar en una separación, no para terminar con el matrimonio sino para preservar la integridad física, emocional y espiritual de los miembros de la familia.

    Si se llega a este punto, se aplica lo que dice 1ª Corintios 7:11 «y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.»

    Una esposa creyente que se ha separado de su marido incrédulo, porque en el temor de Dios ha llegado a la conclusión que es imposible seguir viviendo con él, tiene solo dos opciones.

    La primera, quedarse sin casar para el resto de su vida, y la segunda, reconciliarse con su propio marido. Vemos un énfasis en la unidad del matrimonio. Lo que Dios unió que el hombre no lo separe. Por lo dicho amiga oyente, me gustaría animarle a confiar y esperar en Dios. Recuerde que todo lo que por ahora Ud. no está encontrando en su esposo, Ud. puede encontrarlo en Cristo Jesús. Mientras tarda la transformación de su esposo, ore, aliméntese de la palabra de Dios, sométase a su esposo a pesar de lo que es él, y no ceda al impulso de abandonar todo.

  • Ser diferentes en la iglesia y en el hogar

    Es una esposa que procura ser fiel al Señor pero su marido no está viviendo para agradar a Dios. Está desempleado por bastante tiempo, no ha sido sabio en los negocios y ha perdido mucho dinero en ello, está mintiendo para sacarse de encima a los acreedores, está siendo de mal ejemplo para los hijos, no está proveyendo para la familia, etc. pero sobre todo, ante la congregación aparenta que todo está bien entre él y Dios. Es decir que tiene una imagen ante la iglesia muy diferente de lo que es en la realidad cuando está en su casa. Nos pide orientación para saber como ayudar a su esposo.

    Bueno, Ud. ha tenido la franqueza para desnudar las debilidades de su esposo. No es mi ánimo reprocharle por ello, porque no tengo por qué dudar de lo que Ud. ha dicho y asumo que lo ha hecho con la mejor de las intenciones, simplemente le exhorto a examinar también su propia vida para detectar cualquier cosa que esté mal en Ud.

    Recuerde que nuestra humana naturaleza nos hace proclives a equivocarnos muchas veces y de vez en cuando se nos hace difícil reconocerlo. Con esto estoy animándola a no echar toda la culpa de la situación a su esposo, sino a reconocer también su parte en la situación que está enfrentando.

    Dicho esto, me gustaría recomendarle que Ud. recurra a la ayuda de los pastores de su iglesia. Luego de orar al Señor, hable con su esposo para mostrarle que la única manera de resolver el problema es pidiendo el consejo de los pastores de la iglesia. No desprecie la ayuda que los pastores de la iglesia están en capacidad de darle.

    Una vez que su esposo esté de acuerdo, solicite una reunión en su casa o en la iglesia o en algún otro lugar en la cual estén presentes Ud., su esposo y uno o más pastores de la iglesia. En esta reunión, Ud. deberá sacar todo lo que hay en su corazón con respecto a su esposo. Su esposo también deberá sacar todo lo que en su corazón con respecto a Ud. Recuerde que en un conflicto siempre existen dos versiones de una misma verdad.

    El pastor o los pastores harán de moderadores y orientadores para ayudar a los dos, Ud. y su esposo, a identificar los problemas y buscar soluciones acordes con lo que enseña la palabra de Dios. Solo así se podrá iniciar un proceso de restauración de las relaciones de Ud. con su esposo.

    Eventualmente, en la medida que tanto Ud. como su esposo se sometan voluntariamente al consejo de Dios, su esposo irá abandonando algunas prácticas de su pasado e irá adoptando otras prácticas de la vida piadosa. Esto a su vez, hará que su esposo tenga una buena imagen tanto en la iglesia como en la casa.

    Quizá Ud. me dirá: ¿y qué hago si mi esposo no quiere reunirse con los pastores de la iglesia? Bueno, en ese caso es necesario que Ud. vaya por su cuenta a los pastores de la iglesia y comparta con ellos lo que ha compartido con nosotros. De seguro que los pastores de la iglesia pedirán a su esposo que asista a reunión en la cual estará también Ud. para hacer lo que hemos sugerido. Espero que esta idea marque el inicio de una pronta solución a los problemas de su hogar.

  • Quiero fortalecer la relación con mi enamorada y no caer en pecado

    Tengo enamorada cristiana como yo, pero quisiera que esta relación se fortalezca en Dios, nosotros tenemos 14 meses de enamorados y varias veces Satanás nos ha estado tentando a caer en el pecado de fornicación, pero nosotros no queremos caer en ello pues no es correcto delante de dios. Quisiera su consejo para evitar ceder a la tentación de Satanás.

    Gracias por su consulta amigo oyente. Comenzaré por señalar que no es correcto echar a Satanás toda la culpa de nuestras tentaciones. Si bien Satanás puede tentarnos a pecar, no olvidemos que el mundo también puede tentarnos a pecar y nuestra vieja naturaleza, o la carne como la llama la Biblia, también puede tentarnos a pecar.

    En su caso, me atrevería a pensar que más que Satanás o el mundo, es su carne lo que ha provocado la tentación a pecar. Para dominar la carne, es necesario que Ud. reconozca que ésta fue crucificada juntamente con Cristo en la cruz.

    Romanos 6:6 dice: «sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.»

    Allí lo tiene amigo oyente, la Biblia declara que Ud. debe saber que su carne, o su viejo hombre o sus deseos pecaminosos, ha sido crucificada juntamente con Cristo. Es decir que su carne ha perdido el poder que tenía sobre Ud. antes de que Ud. reciba a Cristo como su Salvador. A esto se refiere esa frase que dice que el cuerpo del pecado sea destruido. Esta es la única garantía que Ud. y yo que somos de Cristo tenemos para no satisfacer los deseos de nuestra vieja naturaleza. De modo que el primer paso para que Ud. pueda vencer a su carne es reconocer que su carne ha sido crucificada juntamente con Cristo y por tanto su carne no tiene el poder de dominarlo.

    En segundo lugar, Ud. debe investigar lo que dice la Biblia sobre la tentación a la fornicación.

    Permítame citar un par de textos a este respecto. 2ª Timoteo 2:22 dice: «Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.»

    Las pasiones juveniles implican muchas cosas, pero ciertamente las tentaciones de índole sexual. Cuando nos ataca una tentación sexual, no debemos quedarnos estáticos resistiendo la tentación. El consejo de la palabra de Dios es que huyamos de este tipo de tentaciones. El que huye vive, afirma el dicho. Ante una tentación de índole sexual, su responsabilidad amigo oyente, es huir.

    Lo mismo encontramos en 1ª Corintios 6:18 que dice: «Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.»

    La fornicación, o las relaciones sexuales fuera del matrimonio, es un pecado en extremo pernicioso, porque atenta contra el propio cuerpo del que peca. ¿Cuál es el consejo de la palabra de Dios cuando ataca la tentación a fornicar? El versículo leído lo dice claramente. Huid. La tentación sexual debe ser catalogada como un peligro tan serio que lo prudente es huir.

    ¿Qué haría Ud. si supiera que el edificio donde Ud. se encuentra ha sido amenazado con una bomba? ¿Se quedaría en el edifico para ver si es verdad que se ha colocado una bomba?

    Dudo que lo haga si está en sus cabales por supuesto. Lo que yo haría es huir para preservar la vida. No importa si la amenaza es real o ficticia. Lo importante es estar lo más lejos posible del peligro.

    De igual manera debemos tratar a las tentaciones de índole sexual. Es necesario huir de ellas. Así que nuestro consejo para Ud. es muy sencillo. Considérese muerto al pecado porque su carne ha sido crucificada juntamente con Cristo y huya cada vez que enfrente una tentación a pecar en el área sexual.

    Esto fue justamente lo que hizo José cuando servía a su amo Potifar. ¿Recuerda la historia? La esposa de Potifar se había enamorado locamente de José. Claro, José era muy apuesto. No podía pasar desapercibido de las mujeres. Con lo que no contaba la esposa de Potifar es que además de ser apuesto, José era temeroso de Dios y sabía que debía huir de las tentaciones sexuales. Un día, José estaba solo en la casa de Potifar, muy ocupado en realizar su oficio. En esas condiciones llegó la esposa de Potifar. Seguramente preguntó a José si había alguien más en casa, y la respuesta de José fue negativa. Inmediatamente, la esposa de Potifar comenzó a insinuarse a José. Probablemente José se fue a otra habitación, pero la esposa de Potifar era muy persistente y corrió tras José. El tono del diálogo pasó de la insinuación a la demanda. Totalmente controlada por su pasión, la mujer de Potifar ordenó a José que se acueste con ella. Ahora, miremos la situación en la que se hallaba José. Era hombre como cualquier otro, tenía deseo sexual como cualquier hombre. No había nadie en la casa, aparte de la mujer de su amo, la mujer insistía en acostarse con él. Él podía caer en el pecado de fornicación y luego decir que no fue su culpa porque fue obligado a hacerlo. La tentación sexual debió haber sido muy fuerte. Pero José hizo lo que la Biblia aconseja. En desesperación la mujer de Potifar se abalanzó sobre José para desvestirlo. José probablemente forcejeó con ella y en el forcejeo perdió algo de su ropa. Pero José logró soltarse y huir. José perdió su ropa, pero ganó una corona delante de Dios. José honró a Dios con su testimonio. Este es el ejemplo que Ud. y yo debemos seguir cuando enfrentamos tentaciones de índole sexual.

    En su caso, amigo oyente. Hable seriamente con su enamorada y entre los dos comprométanse mutuamente a no acariciarse mientras sean enamorados. Luego diseñe un plan de escape para el momento que aparezca la tentación de índole sexual. Parte de ese plan debería ser un compromiso para no estar solos en ningún lugar, y si por algún motivo eso llegara a suceder, hágase la firme proposición de no entregarse al contacto físico.

    Reconozca los indicios que conducen al pecado de fornicación y tan pronto que aparezcan, huya. No me queda sino añadir que tanto Ud. como su enamorada o novia, deben ser sabios en discernir el tiempo cuando deben casarse. Cierto que Dios les ha dado el poder a los dos para vivir en santidad en lo sexual, pero llegará un momento cuando Uds. dos sepan que ya no es posible vivir huyendo.

    Cuando esto suceda es prudente casarse amigo oyente, para que de esa manera se establezca el marco adecuado para el correcto uso del sexo entre los dos. Recuerde que sexo fuera del matrimonio es pecado, pero sexo dentro del matrimonio es puro.

    Espero amigo oyente que estas ideas le ayuden a vencer las tentaciones de índole sexual. Ocupe su tiempo de noviazgo o enamoramiento en edificarse espiritualmente, oren, estudien la Biblia juntos, participen en las actividades de la iglesia, conózcanse lo más que puedan y guarden su virginidad como un regalo mutuo para la luna de miel. Le garantizo que no se arrepentirá jamás.

  • ¿Cómo puedo vivir para Dios y hacer algo para el?

    ¿Cómo vivir para Dios? Hay tanto para decir. La Biblia contiene cantidad de información sobre esto. El vivir para Dios es equivalente a vivir como Cristo vivió en la tierra y esto se logra a través de un proceso que se llama el discipulado.

    Sobre el discipulado me gustaría al menos citar lo que el autor William Mac Donald ha escrito en su libro titulado el Verdadero Discipulado. Dice él que para vivir para Dios se necesita lo siguiente.

    Primero, un amor supremo por Jesucristo. Lucas 14:26 dice: «Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo»

    Esto no quiere decir que debamos odiar a nuestros familiares. Lo que quiere decir es que nuestro amor a Cristo debe ser tan extraordinario que en comparación a este amor, el amor a nuestros familiares y aun a nosotros mismos parecerá odio.

    Segundo, una negación del yo. Lucas 9:23 dice: «Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.»

    La negación del yo no es lo mismo que la abnegación. Esto último significa privarse de algunas comidas, placeres o posesiones. La negación del yo es una sumisión tan completa al señorío de Cristo, que el yo no tiene derechos ni autoridad alguna. Significa que el yo abdica el trono.

    Tercero, elección deliberada de la cruz. Mateo 16:24 dice: «Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.»

    Tomar la cruz no se refiere a una enfermedad física o angustia mental, puesto que estas cosas son comunes a todos los hombres. Tomar la cruz, tampoco es usar la figura de cruz que cuelga del cuello de alguien o adorna los pendientes de una dama.

    La cruz es una senda escogida deliberadamente. Es un camino que el mundo lo considera como una deshonra y un reproche. La cruz es el emblema de la persecución, la vergüenza y el abuso que el mundo cargó sobre el Hijo de Dios y que el mundo cargará sobre todos aquellos que elijan ir contra la corriente. Cualquier creyente puede evitar la cruz conformándose a este mundo y a sus caminos.

    Cuarto, una vida invertida en Cristo. El texto que leímos anteriormente, dice que luego de tomar la cruz es necesario seguir a Cristo. Para comprender lo que esto significa conviene preguntarse ¿Cuál fue la principal característica de la vida del Señor Jesús?

    Fue una vida de obediencia a la voluntad de Dios, una vida de servicio desinteresado a los demás, una vida de paciencia y tolerancia ante los más graves errores. Fue una vida llena de convicción, determinación, templanza, mansedumbre, bondad, fidelidad y devoción. Para ser sus discípulos debemos andar como él anduvo.

    Quinto, un amor ferviente por todos los que pertenecen a Cristo. Juan 13:35 dice: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos por los otros.»

    Este es el amor que considera a los demás como mejores que uno mismo. Este es el amor que cubre multitud de pecados. Este es el amor que es sufrido y benigno, no es jactancioso, no se envanece, no es injurioso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. Sin este amor el discipulado sería frío y legalista. Sería como un címbalo que retiñe.

    Sexto, permanencia continúa en su palabra. Juan 8:31 dice: «Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos.»

    El verdadero discipulado se caracteriza por la estabilidad. Es fácil empezar bien y lanzarse adelante en un deslumbramiento de gloria. Pero la prueba de la realidad del discipulado es la resistencia hasta el fin. La obediencia ocasional a las Escrituras no sirve. Cristo desea que los que le siguen lo hagan obedeciendo en forma constante y continua.

    Séptimo, rechazo de todo por seguir a Cristo. Lucas 14:33 dice: «Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.»

    Esta es tal vez, la menos apreciada de las condiciones para vivir para Cristo y se podría probar que es el texto menos apreciado de la Biblia. Los teólogos y entendidos pueden dar mil razones para probar que el versículo no quiere decir lo que parece decir, pero los discípulos sencillos lo reciben con fervor, aceptando que el Señor Jesús sabía lo que quería decir.

    ¿Qué quiso decir con renunciar a todo? Significa el abandono de todas las posesiones materiales que no sean absolutamente necesarias y que se puedan usar en la extensión del evangelio. El que renuncia a todo no se convierte en un despreocupado holgazán. Trabaja arduamente para proveer para las necesidades comunes de su familia y de sí mismo.

    Pero, como el fin de su vida es extender la obra de Cristo, invierte en el trabajo del Señor todo lo que sobrepase sus inmediatas necesidades y deja el futuro en las manos de Dios. Hasta aquí lo que ha dicho William Mac Donald con lo cual coincido totalmente.

    Lo único que quizá sea necesario añadir es el hecho que vivir este estilo de vida no ocurre de la noche a la mañana sino que es el producto de un paciente esfuerzo que toma bastante tiempo.

    En esencia, la vida cristiana, la vida que agrada a Dios, el vivir para Dios es un constante esfuerzo por llegar a vivir como Cristo vivió mientras estuvo en la tierra. Espero, que estas ideas le ayuden a saber como vivir para Dios y a la par, Ud. estará haciendo lo que es la voluntad de Dios.

  • ¿Cuáles son las dimensiones del cielo?

    Efectivamente, la Biblia nos habla de las dimensiones del cielo. Qué tal si leemos Apocalipsis 21:16 que dice: «La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales»

    Aquí lo tiene, el cielo tiene su largo, doce mil estadios, su ancho, doce mil estadios y su profundidad, doce mil estadios. Un estadio es igual a 400 codos. Un codo mide aproximadamente 45 centímetros, por tanto, un estadio sería equivalente a 180 metros. Si multiplicamos esto por doce mil, podemos decir que el largo, ancho y profundidad del cielo sería aproximadamente 2160 kilómetros.

    Siendo así, entonces el cielo tendría un volumen de 1 por 10 elevado a la 19 metros cúbicos. Es decir, el número 1 seguido de 19 ceros. Esto es tan enorme que nuestras mentes no pueden concebir su magnitud. Solo su superficie sería aproximadamente del tamaño de la mitad del territorio Brasileño.

    Ya se puede imaginar, cuánta gente puede vivir en un lugar tan enorme. Pues ese es el lugar en el cual Dios morará con los suyos por la eternidad. Esto debe ser de gran consuelo para los que han visto partir a sus seres queridos. El cielo no es una fantasía o una idea para consolar a los deudos de algún difunto. El cielo es un lugar real, tan real que la Biblia nos da sus medidas y también sus características.

  • ¿Que hay de verdadero en los mormones y sus libros?

    Permítame citar textualmente lo que dice la Biblia sobre la verdad, para así responder a su inquietud. Juan 17:17 dice: «Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.»

    Allí lo tiene. Los libros escritos de los hombres, por más ilustrados que sean estos hombres, contienen vestigios de la verdad, pero no la verdad completa. El ser humano es propenso a equivocarse y todo lo que hace refleja esta debilidad. Los escritos de los hombres pueden por tanto contener errores. Pero con la Biblia, la palabra de Dios, no existe este problema, porque el autor de la Biblia es Dios y Dios no se equivoca jamás.

    Es por esto que la misma Biblia declara que la palabra de Dios es verdad, como en el texto que leímos. De modo que, cualquier libro, que no sea la Biblia, puede ser que tenga algunos elementos de verdad pero no será la verdad completa.

    Es altamente peligroso por tanto echar mano de libros así para fundamentar en ellos lo que uno cree y practica, porque uno puede ser engañado o inducido a creer y practicar algo que no es verdadero. En mi opinión, este es justamente el caso del Mormonismo.

    En conclusión, por cuanto el Mormonismo no se fundamenta exclusivamente en la sola Biblia es de esperarse que su doctrina y la consecuente práctica contengan elementos que no son verdaderos.

  • ¿Si Dios castiga con la muerte a un creyente que ha pecado, también le condena al castigo eterno ?

    Me imagino que no le condenaría al castigo eterno si ese creyente que pecó pide perdón por su pecado poco antes de morir, ¿pero qué pasa si no tiene tiempo para hacerlo?

    Efectivamente, Dios puede disciplinar a un creyente con la muerte. De esto tenemos amplia evidencia en la Biblia.

    En la iglesia de Corinto, por ejemplo, había creyentes verdaderos que sin embargo estaban viviendo en pecado y cada domingo se ponían el gastado disfraz de espiritualidad para participar en la Cena del Señor pretendiendo que todo estaba bien entre ellos y el Señor.

    Quizá engañaron a los pastores de la iglesia o a los hermanos de la iglesia, pero es imposible engañar a Dios. Dios sabía lo que estaba pasando.

    Pablo advierte a creyentes como estos con las palabras que vamos a leer en 1ª Corintios 11:28-32 que dice: «Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen»

    Antes de participar en la Cena del Señor es necesario hacerse un auto examen de la condición espiritual, Si el resultado de este auto examen muestra que hay pecado, lo prudente no es abstenerse de participar de la Cena del Señor, sino confesar ese pecado a Dios y apartarse del mismo y con la conciencia limpia participar en la Cena del Señor.

    Pero algunos en la iglesia del Corinto no lo estaban haciendo. Sabían que habían cometido pecado, pero no les importaba. Aparentaban que nada había pasado y participaban en la Cena del Señor. Al hacerlo, estaban comiendo y bebiendo el juicio de Dios.

    Fue por esto que algunos de estos creyentes se enfermaron, la enfermedad fue una forma de disciplina de parte de Dios. Otros creyentes se debilitaron. La debilidad fue otra forma de disciplina de parte de Dios, y note con cuidado: Otros creyentes murieron. La muerte fue otra forma de disciplina de parte de Dios. A esto se refiere la frase: «y muchos duermen» Hasta aquí, parece que Ud. no tiene dificultad en entender y aceptar.

    La dificultad se origina cuando Ud. se pregunta: ¿Adónde irá el alma y espíritu de ese creyente que por su pecado fue disciplinado con Dios con la muerte? La respuesta es sencilla. Ese creyente irá al cielo. Porque ese creyente fue perdonado de todos sus pecados el momento que confió en Cristo como su Salvador.

    Note lo que dice Juan 3:36 «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él»

    La salvación o la liberación de la condenación o la entrada al cielo, no depende de lo que haga o deje de hacer el hombre. No es cuestión de hacer sino de creer. Si alguien cree en el Hijo, tiene vida eterna dice el texto leído. Esa vida eterna es eso, eterna. Si es eterna, no se pierde nunca.

    Ponga atención a la seguridad que comunican las palabras de Juan 10:27-29 que dice: «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie la arrebatará de mi mano. Mi padre que me las dio, es mayor que todos, y nada las puede arrebatar de la mano de mi Padre.»

    El Hijo da vida eterna a los que creen en él. Note que no dice: Y yo les doy vida eterna siempre y cuando no pequen después de que me acepten como Salvador. Simplemente dice: Yo les doy vida eterna.

    El verbo dar está en tiempo presente, indicando que la acción se mantiene a lo largo del tiempo. Por este motivo, cuando una persona sinceramente cree en Cristo como Salvador, ese mismo instante deja finiquitado el asunto de su salvación y para siempre queda libre de condenación. Lo dicho no debe ser tomado como una licencia para pecar.

    Alguien quizá podría pensar: Bueno, como ya llegué a ser salvo cuando creí en Cristo y nada ni nadie me va a quitar la salvación, entonces voy a deleitarme en el pecado. Si una persona piensa así, lo único que está demostrando es que jamás ha nacido de nuevo, porque los que hemos nacido de nuevo al creer en Cristo y recibirle como Salvador, adquirimos también una capacidad para derrotar el pecado en nuestras vidas.

    Esto no significa tampoco que un verdadero creyente nunca peca. Aún los creyentes más maduros caen de vez en cuando en pecado, pero la diferencia está en que ellos lo reconocen, lo confiesan y se apartan.

    Cuando un creyente verdadero, afrenta a su Salvador con su pecado, Dios puede disciplinar a ese creyente con la muerte. Es una medida de amor de Dios por uno de sus hijos que ha decidido alejarse de él. Es como si Dios dijera: Es hora de traerte a casa, porque estás trayendo vergüenza a mi nombre allá en la tierra.

    Un creyente en estas condiciones disfrutará de la salvación eterna, pero probablemente no tendrá ninguna recompensa en el cielo. Es extremadamente riesgoso para un creyente jugar con el pecado, no porque puede perder su salvación, sino porque puede ser disciplinado por Dios.