Preguntas y respuestas Bíblicas

  • ¿Tiene algún valor la palabra “abominación” en el Antiguo y Nuevo Testamento?

    Permítame compartir lo que el Diccionario de Vine dice sobre la palabra “abominación”  Como sustantivo significa  «asqueroso, cosa detestable». La palabra aparece 117 veces. Primero, define a las personas y los objetos como esencialmente únicos en el sentido de ser «peligrosos», «siniestros», «repulsivos» y «abominables» desde la perspectiva de otros. Este significado lo vemos por primera vez en Gen_43:32 Y pusieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con él comían; porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios.    Debido a sus diferencias culturales o sociales, a los egipcios les repugnaba comer pan con extranjeros. Otra ilustración clara de este choque fundamental de voluntades aparece en Pro_29:27 Abominación es a los justos el hombre inicuo;

    Y abominación es al impío el de caminos rectos. Al referirse a Dios, el término adquiere un matiz particular: describe a personas, cosas, hechos, relaciones y características que le son «detestables» o «abominables» porque son contrarias a su naturaleza. Dios abomina lo que tiene que ver con muerte e idolatría: «Nada abominable comerás» (Deu_14:3). Los que tienen hábitos que Dios aborrece también le son detestables: No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace. Dt. 22:5  En segundo lugar, abominación se usa en algunos contextos para describir prácticas y objetos paganos: Las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego; no codiciarás plata ni oro de ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en ello, pues es abominación a Jehová tu Dios; y no traerás cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema. (Deu_7:25, 26). En otros contextos, abominación describe repetidos fracasos en la observación de los reglamentos divinos: Por tanto, así ha dicho Jehová: ¿Por haberos multiplicado más que las naciones que están alrededor de vosotros, no habéis andado en mis mandamientos, ni habéis guardado mis leyes? Ni aun según las leyes de las naciones que están alrededor de vosotros habéis andado.

    Eze 5:8  Así, pues, ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti; sí, yo, y haré juicios en medio de ti ante los ojos de las naciones. Y haré en ti lo que nunca hice, ni jamás haré cosa semejante, a causa de todas tus abominaciones. (Eze_5:7, 9 ).

    En tercer lugar, abominación se usa en la esfera de la jurisprudencia y de las relaciones familiares y tribales. Ciertos actos o características destruyen la armonía social y familiar; a estos actos y a las personas que los practican se les aplica el término abominación: Seis cosas aborrece Jehová,

    Y aun siete abomina su alma:  Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente,  El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos. En cuanto a esta palabra en el Nuevo Testamento, significa algo fétido, de allí, algo aborrecible, denota un objeto de disgusto, algo detestable. Esto se dice de la imagen que ha de ser erigida por el Anticristo según Mateo 24:15 y Marcos 13:14, de aquello que es altamente estimado entre los hombres, en contraste a su verdadero carácter a la vista de Dios como en Lucas 16:15. Su constante asociación con la idolatría sugiere que lo que es sumamente estimado entre los hombres constituye un ídolo en el corazón humano. De manera que, amable oyente, esta palabra es muy importante tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento y los creyentes debemos cuidarnos de no cometer abominación delante de Dios.

  • ¿Es una obligación congregarse en una iglesia local para poder ser salvo? ¿Qué pasa si una persona no se congrega en una iglesia local? ¿Se condena?

    Gracias por su consulta. No. Congregarse en una iglesia local no es requisito para ser salvo. La salvación es por gracia por medio de la fe. Note lo que dice Efesios 2:8-9. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;  y esto no de vosotros,  pues es don de Dios; no por obras,  para que nadie se gloríe.

    La salvación no algo que se lo merezca por haber hecho cualquier cosa, como congregarse en una iglesia local, por ejemplo. La salvación es por gracia, esto significa algo que no se merece. La salvación resulta de creer o confiar o tener fe en la persona y obra del Señor Jesucristo. Sin embargo, los que ya somos salvos por gracia por medio de la fe, hemos sido creados en Cristo Jesús para buenas obras. Esto es lo que dice Efesios 2:10 donde leemos lo siguiente: Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

    Los creyentes somos hechura o una obra de arte, o un poema de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios ha preparado de antemano para que las hagamos. Una de muchas de estas buenas obras, es justamente congregarse en una iglesia local. En otras palabras, una persona no se congrega en una iglesia local para ser salva sino porque ya es salva. Observe lo que el Nuevo Testamento ordena a los que ya somos salvos. Se encuentra en Hebreos 10:24-25 donde dice: Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos,  como algunos tienen por costumbre,  sino exhortándonos;  y tanto más,  cuanto veis que aquel día se acerca.

    Los que ya somos salvos debemos estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras. ¿Cómo lograrlo? Pues por medio de congregarnos en una iglesia local. La iglesia local es el lugar indicado para edificar a otros y ser edificados por otros. Por eso es que el autor de Hebreos exhorta a los lectores de su libro a no dejar de congregarnos, como lamentablemente algunos tienen por mala costumbre. Todo lo contrario, debemos exhortarnos unos a otros en el seno de una iglesia local, especialmente en estos tiempos que estamos tan cerca del cumplimiento de lo que Dios ha anunciado en su palabra en cuanto a lo que va a pasar en este mundo. Si una persona que ya es salva no se congrega, está viviendo en desobediencia a Dios y esto tiene severas consecuencias para el bienestar espiritual de esa persona, no al punto de hacerle perder su salvación, porque eso simplemente no es posible, pero sí de hacer su vida miserable, muy lejos de la vida abundante que el Señor Jesús quiere darnos.

  • La consulta para hoy es acerca del texto en Lucas 5:36-39. Solicita una explicación de este texto bíblico.

    Demos lectura al texto en Lucas 5:36-39. La Biblia dice: Les dijo también una parábola:  Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo;  pues si lo hace,  no solamente rompe el nuevo,  sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos;  de otra manera,  el vino nuevo romperá los odres y se derramará,  y los odres se perderán.  Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar;  y lo uno y lo otro se conservan.  Y ninguno que beba del añejo,  quiere luego el nuevo;  porque dice:  El añejo es mejor.

    En este pasaje bíblico encontramos tres ilustraciones que nos enseñan la verdad en cuanto a que se estaba iniciando una nueva manera de tratar de Dios con la humanidad, o lo que los teólogos llaman una nueva dispensación, la dispensación de la gracia y que esta dispensación no se podía mezclar con la dispensación anterior, la dispensación de la ley. En la primera parábola, el vestido viejo representa la dispensación de la ley, mientras que el vestido nuevo representa la dispensación de la gracia. Las dos dispensaciones son incompatibles. Intentar mezclar las dos dispensaciones es como cortar un pedazo de tela de un vestido nuevo para remendar con ese pedazo de tela un vestido viejo. El resultado es fatal porque el vestido nuevo queda mal porque tiene un agujero y el vestido viejo queda también mal porque el remiendo no armoniza con el vestido viejo. No se puede tomar cosas del cristianismo para imponerlas en el judaísmo. Se echan a perder los dos.

    En la segunda parábola, los odres viejos representan la dispensación de la ley, los odres nuevos representan la dispensación de la gracia. El vino nuevo representa el rico y fresco mensaje del evangelio. Así como nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque al fermentarse el vino nuevo hará que se revienten los odres viejos y se derrame el vino nuevo y se eche a perder los odres viejos, de igual manera no se puede imponer el nuevo y fresco mensaje del evangelio a las viejas y rígidas costumbres de la ley. Lo sensato es poner el vino nuevo en odres nuevos, así, la fermentación del vino nuevo, simplemente hace ensanchar los odres nuevos sin que se revienten y se conservan tanto vino como odres.

    De igual manera, el mensaje fresco y nuevo del evangelio debe ser administrado dentro de la nueva dispensación, la dispensación de la gracia. Es inútil adaptar las costumbres de la ley a la dispensación de la gracia o las costumbres del cristianismo a la dispensación de la ley. Las dos cosas se excluyen mutuamente. Esto deberían tomar muy en cuenta los que incitan a los creyentes en general a adoptar costumbres y prácticas propias de la ley de Moisés como esto de cuidarse en lo que se come, guardar el séptimo día como día de reposo, la circuncisión y cosas por el estilo. En la tercera parábola, el hombre que está acostumbrado a tomar el vino añejo representa al judío, probablemente escriba o fariseo, acostumbrado a la ley. Este hombre manifiesta un rechazo a dejar el vino añejo y tomar el vino nuevo. Esto ilustra la natural indisposición del judío a dejar lo viejo y adoptar lo nuevo de abandonar el judaísmo y abrazar el cristianismo, de salir de la ley y progresar hacia la gracia.

     

  • ¿Puede ser profeta una persona que no tiene un buen testimonio de vida?

    Hablando de los falsos profetas note lo que dijo el Señor Jesucristo en Mateo 7:15-20 Guardaos de los falsos profetas,  que vienen a vosotros con vestidos de ovejas,  pero por dentro son lobos rapaces.  Por sus frutos los conoceréis.  ¿Acaso se recogen uvas de los espinos,  o higos de los abrojos? Así,  todo buen árbol da buenos frutos,  pero el árbol malo da frutos malos.  No puede el buen árbol dar malos frutos,  ni el árbol malo dar frutos buenos.  Todo árbol que no da buen fruto,  es cortado y echado en el fuego. Así que,  por sus frutos los conoceréis.

    Los falsos profetas esconden su carácter impío detrás de un manto de piedad. Son lobos rapaces que se visten de ovejas para ocultar su verdadero carácter y terminan arrebatando a las ovejas. ¿Cómo reconocer a un falso profeta cuando externamente parece un verdadero profeta? El Señor Jesucristo contestó esta pregunta diciendo: Por sus frutos los conoceréis. Esto significa por su estilo de vida los conoceréis. Así como es imposible cosechar uvas de los espinos o higos de los abrojos, es imposible que un falso profeta lleve un estilo de vida de santidad delante de Dios. Es como en la naturaleza. El árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Los falsos profetas son como árboles malos y, por tanto, de una forma natural van a dar frutos malos.

    El destino de los falsos profetas ha sido anunciado de antemano por el Señor Jesús. Serán cortados y echados en el fuego. De modo que, la forma de reconocer si un profeta es falso es por medio de mirar su estilo de vida. Los falsos profetas manifiestan una vida esclavizada al pecado. Los verdaderos profetas manifiestan una vida de santidad delante de Dios. Hoy en día, ya no existen profetas que comunican nuevas revelaciones de Dios, porque todo lo que Dios ha querido revelar a la humanidad está en la Biblia, la palabra de Dios. Los profetas de hoy en día son aquellos que toman la palabra de Dios, y la anuncian con mucho denuedo con el fin de edificar, exhortar y consolar, conforme a lo que dice 1 Corintios 14:3. Lamentablemente, hoy en día también existen falsos profetas. ¿Cómo reconocerlos? Pues por sus frutos, por su estilo de vida. Los falsos profetas de hoy, al igual que los falsos profetas de antaño viven esclavizados por sus pecados. Si ve a un supuesto profeta, pero proclama cosas como que el pecado no existe, como que Satanás no existe, como que no importa cómo vivimos porque ya somos salvos, lo ve manipulando a la gente para que le entreguen dinero en cantidades porque supuestamente debe vivir como hijo del rey, lo ve ofreciendo sanidades y milagros a cambio de dinero y tantas otras barbaridades más,  debe saber que está ante un falso profeta. Por sus frutos los conoceréis. La Epístola de Judas es muy drástica y directa con los falsos profetas. Note lo que dice en el versículo 16  Estos son murmuradores,  querellosos,  que andan según sus propios deseos,  cuya boca habla cosas infladas,  adulando a las personas para sacar provecho.

    ¿Conoce a algunos que llamándose profetas encajan dentro de la descripción que provee este versículo? Pues está ante un falso profeta.

     

  • La consulta para hoy es acerca del texto bíblico en Mateo 23:23-24. La persona que hace la consulta desea que se le explique a qué se refiere la palabra “aquello” en el versículo 23.

    Con mucho gusto. Demos lectura al pasaje bíblico que se encuentra en Mateo 23:23-24. La Biblia dice: ¡Ay de vosotros,  escribas y fariseos,  hipócritas!  porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino,  y dejáis lo más importante de la ley:  la justicia,  la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer,  sin dejar de hacer aquello.  ¡Guías ciegos,  que coláis el mosquito,  y tragáis el camello!

    Este es el quinto Ay en contra del ritualismo vacío de realidad que lamentablemente se practicaba dentro del judaísmo en los días que el Señor Jesús estaba en este mundo. Los escribas y fariseos eran tan meticulosos en dar a Jehová el diezmo de todo, al punto que diezmaban hasta la menta, el eneldo y el comino que cultivaban en sus huertas. Un historiador de esa época testifica que los escribas y fariseos se daban el trabajo de contar los diminutos granos de comino, para separar el 10% para darlo a Jehová. Así eran de meticulosos en cuanto al diezmo. El Señor Jesús no les recriminó por la meticulosidad que manifestaban al diezmar hasta la más mínima cosa, pero sí les recriminó acremente por no manifestar la misma meticulosidad en cosas más importantes que diezmar la menta, el eneldo y el comino, cosas como la justicia, la misericordia y la fe. El Señor Jesús está diciendo a los escribas y fariseos de su tiempo que debían ser meticulosos en las cosas importantes como la justicia, la misericordia y la fe, y al mismo tiempo ser meticulosos en las cosas no tan importantes como diezmar la menta, el eneldo y el comino. A esto último se refieren las palabras del Señor Jesús cuando dijo: Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.

    La palabra “aquello” entonces se refiere a diezmar hasta lo mínimo como la menta, el eneldo y el comino. El craso error de los escribas y fariseos fue ilustrado de una manera magistral por el Señor Jesús cuando dijo: ¡Guías ciegos! Que coláis el mosquito, y tragáis el camello. Tanto el mosquito como el camello eran animales considerados inmundos por la ley de Moisés y consecuentemente los judíos no los podían comer. Pero ¿qué se pensaría de un judío que cuando cae un pequeño insecto en su copa de vino, se da el trabajo de pasar el vino por un colador para evitar comerse el pequeño insecto, pero a la vez se sienta a comer un buen filete de camello con todo gusto? Algo verdaderamente incongruente. Da atención a lo menos importante y pasa por alto lo más importante. Esto es justamente lo que estaban haciendo algunos escribas y fariseos del tiempo del Señor Jesús. Estaban infinitamente preocupados por las minucias, pero terriblemente ciegos a pecados tan grandes como la hipocresía, la deshonestidad, la crueldad y la codicia. Habían perdido totalmente el sentido de la proporción.

  • ¿En qué día de la semana santa murió Jesús?

    Un cuidadoso examen de los eventos en la semana de la pasión mostrará que el Señor Jesús murió un Jueves por la tarde, no un viernes por la tarde como sostiene la tradición cristiana.

    Seguramente demandará pruebas que apoyen que Señor Jesús murió la tarde de un Jueves. Bueno, considere esta. Vamos a leer Juan 19:13-16 donde dice: “ Entonces Pilato, oyendo esto, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata. Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro rey Pero ellos gritaron ¡Fuera, fuera, crucifícale¡ Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César. Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues a Jesús, y le llevaron”

    Según este pasaje bíblico, este episodio de la pasión sucedió el día de la preparación de la pascua, a las seis de la mañana, la hora sexta según la costumbre romana de contar las horas del día. La pascua era la principal fiesta de los judíos y se celebraba el 14 del mes de Nisán. En el año que murió el Señor Jesús, el 14 de Nisán cayó un día Jueves. En este día se sacrificaba el cordero pascual y se lo comía al anochecer, es decir al comienzo del 15 de Nisán.

    Recuerde que, para los judíos, el día comenzaba a las seis de la tarde y terminaba a la seis de la tarde del día siguiente. El 15 de Nisán era el primer día de la fiesta de los panes sin levadura, fiesta que duraba siete días. Este día era un día de reposo de gran solemnidad, donde no se podía hacer trabajo alguno. De modo que, el Señor Jesús fue clavado en la cruz el día de la preparación de la pascua a las nueve de la mañana y expiró el mismo día, el día de la preparación de la pascua, a las tres de la tarde, justo a la hora que los sacerdotes acostumbraban a sacrificar el cordero pascual en el templo, el cual tenía que ser comido a la noche de ese día en la cena pascual.

    Es a este día, el día de la preparación de la pascua, al cual hace referencia Juan 19:31 donde dice: “Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí”

    Este día de reposo de gran solemnidad es el 15 de Nisán, el primer día de la fiesta de los panes sin levadura. Este día fue el viernes de la semana de la pasión. Luego vendría el 16 de Nisán, que también era día de reposo, por cuanto era el séptimo día de la semana. Incidentalmente, la primera oportunidad que tuvieron las mujeres para ir al sepulcro fue al amanecer del primer día de la semana como efectivamente lo hicieron. Para entonces Jesús ya había resucitado cumpliendo la Escritura en cuanto a que debía estar en el corazón de la tierra tres días y tres noches.

     

  • ¿Qué son las setenta semanas de Daniel? Esta es la consulta de hoy

    El pasaje bíblico que trata el tema de su consulta se encuentra en Daniel capítulo 9 versículos 24 a 27. Daniel 9:24 dice: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión, y la profecía y ungir al Santo de los Santos”

    Daniel está hablando de un periodo de bienaventuranza que espera a la nación de Israel.

    Este periodo de bienaventuranza no es otro sino el milenio, o el reino Mesiánico. Este evento será precedido por un período de tiempo de 70 semanas. La palabra semanas debe entenderse como septenios, o periodos de siete años. 70 semanas equivalen a 490 años. Lo que hace falta saber es a partir de cuándo se empieza a contar estos 490 años.

    Daniel 9:25 nos da la respuesta. Dice así: “Sabe, pues, y entiende, que, desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos”

    La cuenta comenzó cuando se dio la orden para restaurar y edificar a Jerusalén. Esto ocurrió en el año 445 AC, pero note además que a partir de esta fecha se mencionan dos periodos, que sumados dan 69 septenios, uno de siete septenios o 49 años, cuando fue restaurado el muro de Jerusalén y otro de sesenta y dos septenios, que equivalen a 434 años hasta el Mesías príncipe.

    Pero Daniel habló de setenta septenios, por tanto, falta un septenio. Aquí ocurre algo interesante. La profecía abre un paréntesis indeterminado de tiempo y después muestra lo que va a suceder. Daniel 9:26 dice: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones”

    Esta profecía ya tuvo cumplimiento. El Señor Jesucristo hizo su entrada triunfal a Jerusalén exactamente en el tiempo que Daniel lo profetizó siglos antes y días más tarde murió en la cruz. Tiempo después, el pueblo de un príncipe que ha de venir, que no es otro sino el pueblo romano destruyó la ciudad de Jerusalén en el año 70 de nuestra era.

    Observe que todos estos eventos ocurrieron al final de los 69 septenios, pero no fueron parte del último septenio que falta, porque lo que pasará en el último septenio, aparece en Daniel 9:27 donde dice: “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador”

    El sujeto de este versículo es el príncipe que ha de venir, que es una referencia al Anticristo. Este personaje siniestro firmará un pacto de siete años con Israel, un pacto de protección seguramente, pero a la mitad del tiempo romperá el pacto y hará cesar el sacrificio y la ofrenda.

    Inmediatamente vendrá el desolador hasta que finalicen esos siete años y venga ese periodo de bienaventuranza y castigo al desolador. Todo esto acontecerá en el último septenio de los setenta septenios que profetizó Daniel. Este último septenio es lo que se conoce como la tribulación. Concluimos por tanto que la tribulación durará siete años y comenzará exactamente cuando la iglesia sea arrebatada de la tierra.

    Hoy por hoy, estamos viviendo dentro de ese paréntesis entre el septenio 69 y el septenio 70. Ha durado ya más de 2000 años y en él se ha levantado la iglesia, un organismo que jamás fue contemplado en el Antiguo Testamento.

     

  • La consulta de hoy es acerca del significado del texto en 1 Corintios 5:5

    Este texto se encuentra en el contexto de lo que la iglesia en Corinto debería haber hecho al saber de un creyente que estaba viviendo en fornicación con una mujer que antes había sido mujer de su propio padre. 1 Corintios 5:3-5 dice: “Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.” La iglesia de Corinto tuvo una tibia posición en el problema, pero en lo que a Pablo respecta fue totalmente diferente. Hablando en primera persona de singular dice: Yo, por mi parte, aunque no estoy físicamente entre ustedes, sí estoy presente en espíritu, y ya he juzgado como si estuviera presente al que cometió este pecado. Interesante que Pablo dice que ha juzgado al que cometió este pecado.

    El Nuevo Testamento prohíbe juzgar las motivaciones de otros, pero no hay ningún problema con juzgar las acciones de otros. Esto es lo que justamente está haciendo Pablo con respecto a ese creyente que había cometido ese terrible pecado de fornicación. Luego Pablo va a dar su veredicto. Para ello, solicita que la iglesia toda en Corinto esté reunida y Pablo estará allí presente en espíritu. Lo que va a decir lleva la autoridad del Señor Jesucristo, porque están reunidos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el poder de nuestro Señor Jesucristo. Hecho este preámbulo, Pablo comunica el veredicto: El tal, es decir el fornicario en la iglesia de Corinto, sea entregado a Satanás. Se trata de una entrega judicial. Por sus hechos, el fornicario ha estado manifestando su deseo de estar bajo el dominio de Satanás. Pues bien, se le va a cumplir su deseo. Está siendo entregado al dominio de Satanás. La Biblia enseña que el mundo está bajo el dominio de Satanás. 1 Juan 5:19 dice: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” Un creyente que es expulsado de la comunión de una iglesia local queda en el mundo, a merced del amo del mundo, o el maligno, o Satanás. Esto es algo muy serio.

    Es como si un soldado fuera dejado a merced del ejército enemigo. El enemigo podrá hacer lo que quiera con él. Esta medida extrema de disciplina tiene como propósito la destrucción de la carne. ¿Qué significa esto? Puede significar dos cosas, primero que el propósito de expulsar a un creyente de la comunión en la iglesia local, es para beneficio de este creyente en pecado. Estando fuera de la iglesia local, y a merced de Satanás y del mundo que está bajo su control, ese creyente podrá despreciar su carne, o su naturaleza pecaminosa y podrá ser restaurado. Segundo que estando en el mundo bajo el dominio de Satanás, ese creyente será afligido en todo sentido inclusive hasta el punto de morir físicamente. En todo caso, ese creyente, aunque ha ofendido gravemente a Dios con su terrible pecado, y ha sido castigado en su carne, sin embargo, su espíritu será salvo en el día del Señor. La iglesia local debe ser celosa por la santidad y cuando alguien persiste en vivir en pecado se debe tomar las medidas de disciplina que ha ordenado el apóstol Pablo.

     

  • La consulta de hoy es acerca del significado en el texto de Hebreos 6:3-6

    Este pasaje bíblico tiene que ver con el peligro de aferrarse al judaísmo y despreciar a la persona del Señor Jesús a quien apunta el judaísmo. Sería comparable a desechar el regalo y quedarse con la envoltura del regalo. Por lo imperfecto del judaísmo, es necesario salir de él y abrazar con todo lo perfecto, esto es la salvación en Jesucristo. En los versículos 3-6 de Hebreos 6, tenemos la solución para todo judío que entendiendo el mensaje del Evangelio, todavía se resiste a recibir al Señor Jesús como Salvador. El autor de Hebreos hace una severa advertencia para impulsar a sus lectores judíos convencidos pero no convertidos a implementar la solución a su problema.

    Dice así el versículo 3 “Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite” Esto se refiere a que con la ayuda soberana de Dios debemos dar el paso de fe y recibir a Jesucristo como nuestro Salvador. ¿Qué pasa si no lo hacemos? Hebreos 6:4-6 dice: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.” No pase por alto que este pasaje bíblico no se dirige a creyentes en Cristo, sino que está dirigido a judíos convencidos pero no convertidos. Esto es a judíos que habiendo entendido intelectualmente el mensaje del Evangelio, sin embargo, estaban renuentes a abandonar el judaísmo y abrazar al Salvador, el Señor Jesucristo.

    Tengamos bien en cuenta esto para evitar graves confusiones. La advertencia es en el sentido de ¡Cuidado! Si ustedes han recibido la plena revelación de la verdad y obstinadamente dan sus espaldas a esa verdad, entonces es imposible ser restaurados a su estado inicial cuando por primera vez escucharon el evangelio y por tanto ya no habrá arrepentimiento para ustedes. Notemos la manera como se reveló la verdad a estas personas.

    Primero fueron iluminados, esto significa que intelectualmente percibieron la verdad. Segundo, gustaron el don celestial. Esto significa que probaron a Jesucristo, el don celestial, pero jamás lo recibieron como Salvador. Tercero, fueron hechos partícipes del Espíritu Santo. Esto significa que estuvieron en medio de la acción poderosa del Espíritu Santo, o estaban asociados con el Espíritu Santo, pero jamás moró en ellos el Espíritu Santo. Cuarto, gustaron de la buena palabra de Dios. La probaron, pero jamás la comieron. Quinto, gustaron de los poderes del siglo venidero.

    Esto significa que vieron con sus propios ojos el poder de Dios en acción, el mismo poder que se manifestará en el reino milenial. A pesar de todo esto, ¿qué hicieron? ¿Recibieron a Jesucristo? No. ¡Recayeron! O se volvieron atrás, por tanto, es imposible ser renovados para poder arrepentirse. Según ellos, Jesucristo debería ser crucificado otra vez.

    Todo judío que rechaza a Jesucristo, habiendo conocido la verdad, está diciendo en el fondo: El Cristo que dicen que vino, no era tal, por tanto, merece ser crucificado como lo fue en el pasado. Qué triste realidad ¿verdad? Es muy peligroso para el alma conocer lo que Cristo es y ha hecho para otorgar la salvación, pero obstinadamente rechazar esa verdad.

     

  • La consulta de hoy es acerca del significado del texto en Hebreos 6:1-2

    Este pasaje bíblico tiene que ver con el gran problema que es conocer la verdad sobre la salvación y obstinadamente negarse a recibir a Cristo como Salvador. Este era el gran problema que tenían algunos judíos a quienes fue escrito el libro de Hebreos. Habían escuchado tanto el evangelio que debían ser ya maestros, pero por su obstinada negativa a recibir a Jesucristo como Salvador, se habían vuelto tardos para oír, o torpes para entender la supremacía del cristianismo sobre el judaísmo y como consecuencia, habiendo llegado al borde mismo de decidirse por Jesucristo, estaban vacilando y regresando al judaísmo, el cual es como la leche en comparación con el alimento sólido que es el cristianismo.

    Hebreos 6:1 en su primera parte dice: “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección” Detengámonos aquí por el momento. El “por tanto” con el cual comienza este versículo, se refiere al problema de los judíos convencidos pero no convertidos, quienes habían oído tanto el evangelio que se habían vuelto tardos para oír o torpes para entender.

    Por tanto ¿Qué? Dos ideas se distinguen. Dejando y Vamos adelante. Los judíos convencidos pero no convertidos tenían que dejar algo ¿Qué es lo que tenían que dejar? Pues “los rudimentos de la doctrina de Cristo” Los rudimentos de la doctrina de Cristo se refiere al Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento era el ABC del cristianismo. Todo el Antiguo Testamento tuvo como propósito único el apuntar a Jesucristo. El verbo “dejar” es interesante. Significa abandonar, o cortar por completo con algo.

    Dios estaba demandando de los judíos un corte total con el judaísmo. La segunda idea es: Vamos adelante. ¿Hacia dónde? Hacia la perfección. O hacia la madurez que es lo mismo. La perfección o madurez en este caso significa el estado en el cual se encuentran los que han recibido a Jesucristo como Salvador. A través del autor de Hebreos, Dios está diciendo: Judíos, corten de raíz con el judaísmo y sigan adelante abrazando por completo el cristianismo. Hebreos 6: desde la segunda parte del versículo 1 y el 2 dice: “no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.” El resistirse a abandonar el judaísmo y negarse a proseguir hacia delante recibiendo a Jesucristo, es equivalente a pretender poner otra vez el fundamento de una construcción que ya tiene fundamento.

    Para mostrar cuan elemental es el judaísmo, el autor de Hebreos cita seis cosas en las cuales es notorio lo elemental del Antiguo Testamento. El arrepentimiento de obras muertas. En el judaísmo se conocía que había que arrepentirse de los pecados, pero no se precisaba cómo, hasta que vino Jesucristo. En el judaísmo se conocía de la fe en Dios, pero no se sabía que para acercarse a Dios era necesario hacerlo por medio de Jesucristo. En el judaísmo se conocía la doctrina de bautismos, o tal vez mejor, de los lavamientos ceremoniales, pero no se sabía que Jesucristo nos limpia de todo pecado.

    En el judaísmo se conocía de la imposición de manos, pero no se sabía que, por la fe, todos podemos poner nuestras manos sobre Jesucristo para depositar sobre él nuestro pecado. En el judaísmo se conocía sobre la resurrección, pero no se sabía que Jesucristo es la resurrección y la vida. En el judaísmo se conocía sobre el juicio eterno, pero no se sabía los detalles de este juicio hasta que vino Jesucristo.

    Por lo imperfecto del judaísmo, es necesario salir de él y abrazar con todo lo perfecto, esto es la salvación en Jesucristo.